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La mujer de cabellos negros lloraba al mismo tiempo que la otra, la que la abrazaba y parecía no querer soltarla nunca derramaba lágrimas, yo era muy joven aún para saber que esas lagrimas solo podían caer de una madre, una que amaba a su familia

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La mujer de cabellos negros lloraba al mismo tiempo que la otra, la que la abrazaba y parecía no querer soltarla nunca derramaba lágrimas, yo era muy joven aún para saber que esas lagrimas solo podían caer de una madre, una que amaba a su familia.


Aquella palabra era tan abstracta como sí sola, que tenía tanto peso para sí misma que si cayese a cualquier lado de la balanza traería consigo grandes consecuencias. Cómo ahora, Yeong-Dae había perdido a su pareja, la mujer estaba destrozada pero ahora ha aparecido Minju trayendo consigo fuerza, esperanza y luz.


—Yo sé que tengo mucho que contar madre— Soltaba una llorosa Minju que trataba de salir de los brazos de la reina. —Pero no hay tiempo para ésto.


Yo me acerqué, ella tenía razón.


E iba a hablar, pero su acompañante, la chica de rubios cabellos habló.


— Somos conscientes de lo que está ocurriendo acá en la superficie, por favor si no hacemos algo será demasiado tarde.


Mi mirada sobre ella fue casi al instante, no conseguía entender con totalidad sus palabras, ya que lo que decía era algo obvio, sabíamos que habría que acabar con la guerra pronto la cosa es saber cómo.


La mujer ciervo nos quitó de dudas.


—Yeong-Dae de Jiyeok, Felix de Rurk hemos vuelto con un propósito, uno que puede salvar al pueblo de Jiuon de su total extinción.


Tras aquellas palabras no tuvimos que dejar pasar muchos segundos como para llevar a las dos chicas a la tienda de campaña donde se realizaban este tipo de charlas y si lo que decían ellas era cierto, esto debía tomarse con suma importancia. Pero a medio camino la alfa ciervo paró en seco comenzando a mirar a su alrededor.


—¿Minju? — Yeong-Dae inquirió— ¿Pasa algo?


La otra asintió en respuesta.


— ¿Dónde está el elfo? —Yo me sorprendí— El pequeño, de cabellos negros.


Yo busqué en mi memoria si es que en algún momento estos dos se habían cruzado, pero no, no tenía idea y ahora se me hacía muy extraño todo, era mi naturaleza y yo desconfiaba. La miré con seriedad.


—Está enfermo, ¿qué pasa con él?


Fue raro ver como su expresión cambiaba a medida de los segundos al dar la vuelta al reloj, era obvio que esta mujer sabía algo y como el demonio va a tener que contarlo todo, de la nada de un bolsillo en su extraña vestimenta sacó un pequeño frasco con un líquido que a simple vista no podría reconocer.

Wolf a BearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora