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Un mes ha pasado y muchas cosas habían pasado, Emma comenzó a mudarse al departamento de Tea y Derek había tomado su habitación, Silas y yo no hemos podido tener nuestra cita porque siempre una junta en el trabajo o eventos se interponían, obviamente me invitada pero la verdad no tenía ganas de volverle a ver la cara al reportero que me había bombardeado de preguntas en la última ocasión,

La verdad siempre que Silas cancelaba algunas de las citas sentía que el nudo de mi estómago se desvanecía, no ponía peros ni mucho menos un esfuerzo en preguntarle si podía acompañarle.

Frederick y yo seguíamos acompañándonos, pero no como ustedes se lo imaginan, desde esa noche no nos hemos acostado, solo dormimos juntos, los dos con ropa, en varias ocasiones uno que otro beso que sube de tono pero que él toma su control de vuelta y nos detenemos, creo que lo que él está tratando de hacer es darme tiempo para no confundirme más de lo que ya estaba. Me sentía segura con él, los dos hemos aprendido a sentirnos cómodas hablando de nuestras debilidades, pero lo que más hemos aprendido uno del otro es que ninguno de los dos juzga al otro, no sé si ayude a que él sea psiquiatra, pero cuando hablo con él no siento que esté en una sesión como con Ariel.

Las sesiones con Ariel han ido excelentes y creo que es gracias a Frederick, cuando me dijo que él me ayudaría a sanar mis cicatrices exactamente se refería a eso, se ha empeñado a ayudarme a aceptar cada una de ellas.

Dos semanas antes

- ¿Cuál es el punto de esto? – pregunté frente al espejo.

- Que veas lo hermosa que eres – vi cómo Frederick se posicionaba detrás de mí, posó sus manos en mis caderas y comenzó a subir mi suéter – aún y con tus cicatrices.

Miré detenidamente cómo mi suéter iba dejando poco a poco ver mi estómago hasta mi sujetador, cerré mis ojos cuando pude notar la cicatriz de mi costado, esa era la más notoria, me la habían hecho de emergencia para salvar mi vida y por ende la menos planeada, viajé mi vista hasta mi pecho, la cicatriz era más pequeña, más fina, hecha por un doctor cardiotorácico, sonreí, recordando cómo mi madre se enojó tanto después de la cirugía, reclamándole a los doctores que no era posible que tuviera una cicatriz tan grande y otra apenas notoria.

- Te dije que podías – dijo Frederick.

- No sabes porque me estoy riendo – rodé los ojos aun sonriendo.

- Si ves algo de tu cuerpo que te haga sonreír por ahí se empieza a sentirse seguro.

- Wow, Shakespeare – jugué con él – no te conocía esa faceta.

- Déjame en paz – rodó los ojos.

- Gracias – dije sincera aun observándolo a través del espejo.

- Cuando quieras Quarterback – sonrió y lo siguiente que hizo fue darme un beso en mi cabello.

Cerré los ojos disfrutando el tacto, había comenzado a hacer eso desde ya hace unos días, involuntariamente claro está, pero me gustaba sentir sus labios en mí.

- Yo puedo besarlas por ti cuando quieras – susurró – solo tienes que decirlo.

- ¿Esa es una propuesta? – pregunté divertida.

- Puedes tomarlo como quieras – respondió – solo estoy diciendo que mientras tú las quieras yo les daré el amor necesario.

Tomó mis caderas y me volteó frente a él, llevó sus manos a mis muñecas y las levantó lentamente, en mi vista aparecieron mis muñecas con las cicatrices de hace unas semanas, llevó sus labios hacia ellas y le dio pequeños besos. Poco a poco me fui acercando hacia él, rodeé su cuello con mis brazos y lo atraje hacía mi para atrapar sus labios a los míos.

Después de ti. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora