Uno, dos, tres, cuatro...
- Noa.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...
- Noa.
Uno, dos, tres...
- Si quieres hablar estoy aquí para escucharte.
Uno, dos, tres, cuatro...
- Contar en tu mente no sirve de nada, ¿lo sabes verdad?
Levanté la mirada encontrándome con Anna, estaba de pie detrás de la doctora.
- Seguiré aquí mientras no reacciones – terminó.
- Puedo intentarlo – le respondí en mi mente.
Había regresado desde que desperté en un hospital y no se ha ido desde entonces, estaba prohibido hablarle así que la mayor parte del tiempo me dedico a ignorarla, había ocasiones en las que me insistía tanto en recordar lo irrecordable y cuando pasaba eso solía llamar a Frederick, ayudaba a hacerla desaparecer, pero ahora por más que lo llamaba o preguntaba por él no aparecía.
- Tienes que hablar con ella – señaló a la doctora – puede ayudarte.
- Nadie puede ayudarme – rugí.
- ¿Por qué nadie puede ayudarte, Noa? – preguntó la doctora.
Me arrepentí por haber hablado en voz alta.
Uno, dos, tres, cuatro...
- Sigue así y quedarás loca de verdad.
- ¿Quieres dejarme en paz? – dije enojada.
La doctora volteó a dónde Anna se encontraba, pero claramente no podía verla.
Nadie podía.
- Noa – se enderezó - ¿Quién está molestándote?
- No puedo decir su nombre – desvié la mirada.
- ¿Es acaso alguien conocido? – indagó, no respondí.
Mi corazón comenzó a latir a mil por hora, reprimiéndome por haber hecho que me descubriera y temiendo que haya descubierto.
- ¿Es algún miembro de tu familia?
Llevé mis manos a los oídos, pero ni así lograba silenciar a la voz de mi hermana.
- Habla – me dijo – necesitas hablar.
- Déjame en paz – reprimí.
- ¿Noa? – me llamaron tan suavemente que me vi tentada a ceder y levanté mi cabeza.
La doctora se había cambiado a una silla más cerca de mí para poder tomar una de mis manos.
- Estás bien – susurró – a salvo.
- También estaba a salvo con Frederick – contesté, no quité la mano de las suyas porque no había sentido esa calidez desde hace mucho tiempo y me gustaba, pero la mano restante no la había movido de mi oreja.
- ¿Frederick te ayudaba a no ver a esta persona?
Asentí con mis ojos cerrados.
- Nosotros también podemos ayudarte.
- No más choques por favor – supliqué.
- Te prometo que no habrá más choques – llevó su mano a mi mejilla – abre los ojos.
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Después de ti. (TERMINADA)
RomansaNoa se encuentra perdida en la vida. Después de la muerte de su hermana no encuentra otra forma de vivir, decide que lo mejor es terminar con su sufrimiento pero finalmente ve una salida. No se imagina que esa salida es un inicio para encontrarse as...