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Después de la película no quise hablar y Silas tampoco me obligó, nos despedimos de todas las personas que me había presentado incluyendo a Trina, que está última me invitó a visitar la editorial que tenía en la ciudad, y salimos del edificio.

El camino fue igualmente silencioso pero agradable, Silas en cada alto que hacía volteaba a verme y yo le sonreía cada que lo atrapaba, el tiempo había empeorado, estaba comenzando a nevar y las calle abultándose de nieve, cuando llegamos frente a mi departamento noté las intenciones de Silas y lo paré en ese momento.

- Ni se te ocurra salir – advertí – puedo caminar, no es mucho.

- Puedo acompañarte – se quitó el cinto.

- Está bien – le sonreí – muchas gracias por todo – me dedicó una sonrisa, tomé su mejilla para depositarle un beso en la otra – no vemos mañana – susurré cerca de su oído.

Este se quedó estático mientras caminaba hacia el edificio, una parte de mi quería quedarse bajo la nieve, enterrándose hasta que alguien me encontrara, pero la otra me decía que no lo hiciera, solo es el momento. Mientras subía las escaleras pensaba en la noche, ¿por qué tenía que pasar eso ahora?, no lo entiendo. ¿Acaso quería decirme algo?, ¿pero quién?, ¿el destino? No había momento en el que no la recordaba, soñaba con ella todo el tiempo, pero ¿justo ahora?

Cuando subí el último escalón noté un bulto en el piso, levanté la vista para verificar si era el piso de Emma o si me había pasado, pero lo era, el bulto respiraba tranquilamente, como si estuviera dormido, me acerqué más a él y distinguí por fin quien era, normalmente me daría igual, pero estaba justo en la puerta, rodé los ojos y levanté mi pie para pegarle en el suyo, se levantó bruscamente y me miró.

- ¿Acaso quieres que te devuelva el favor? – pregunté levantando una ceja.

Frederick se levantó lentamente, sacudiendo su traje, esta vez de color negro.

- Au – se sobó donde le había pegado.

- Apenas te toqué – rodé los ojos, caminé hacia la puerta sacando las llaves de mi bolso.

Apenas las introduje una mano me detuvo y me las quito.

- ¡Oye! – exclamé.

- Noa vine a discúlpame.

- Ya lo hiciste en la tarde, ¿no lo recuerdas? – llevé mi mano a mi cabeza.

- Pero tú no las aceptaste – replicó.

- No puedes obligarme – masajeé mi cien.

- Si no lo haces Emma y Tea me seguirán torturando.

- ¿Eso es? – pregunté agobiada – vale estas perdonado, ¿contento? – le arrebaté las llaves y volví a voltear – no te preocupes le diré a Emma y a Tea que estás perdonado.

Introduje la llave, abrí y cerré la puerta dejando a Frederick fuera.

Eran apenas las dos de la mañana y no podía conciliar el sueño, di una vuelta más sobre la cama y me levanté, había llegado hace veinte minutos y me había metido directamente a la cama, mi cabeza estaba pensando a mil por hora y no podía hacer nada al respecto.

Resignada salí de la cama dirigiéndome hacia la cocina, Emma me había mandado un mensaje que se quedaría en el departamento de Tea esta noche así que podía andar sin preocupaciones, tomé un vaso, lo llené de agua y me senté en el comedor, subí mis dos piernas a la silla y recosté mi cabeza en mis rodillas.

No tenía ganas de escribir, a veces la inspiración iba y venía, tampoco quería leer algunos escritos que tenía pendientes, no sabía qué hacer, no tenía sueño y Emma no tenía pastillas para dormir, ya se había encargado de eliminar todo lo que fuera un peligro para mí, le repetí que no era necesario, pero ella hacía de todo para que yo estuviera bien. No podía llamar a Derek, si lo llamaba a esta hora solo lo preocuparía, tenía muy bien memorizado la zona horaria así que si me salía de esta solo lo preocuparía ni mucho menos podía llamar a mis padres. Recordé la botella de vino que Emma había guardado en la alacena cuando tuvo su cena con Tea, podría tomarla, el alcohol me relajaría y probablemente me haría conciliar el sueño.

Después de ti. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora