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El entierro fue aún más dramático de lo que pensaba, habíamos llegado cuando todo el mundo estaba acomodado y nuestra llegada volvió a animar a los reporteros pero ahora se encontraban detrás de unas ballas para que no pudiera invadir el espacio del funeral, como Gabriela me había prometido se había encargado de que los fotógrafos preguntaran nada fuera de lugar, supongo que era muy respetada en el medio, en cuanto la máquina que hacía bajar el baúl comenzó a funcionar Tea se había soltado a llorar, Frederick se había puesto las gafas de sol pero aun así estaba lo suficientemente cerca para poder ver las lágrimas que adornaban su rostro.

Me era inevitable no pensar en el día del entierro de Anna, muchísimas personas a mi alrededor mirándome como si me tuvieran lástima, el mismo clima gris hasta podía jurar que casi las mismas personas, solo había alguien que no me había acompañado en el pasado peor si en el presente.

Saqué la mano de mi bolsillo y sin mirar tomé la mano de mi lado, inmediatamente se entrelazó con la mía, recargué mi cabeza en su hombro y esperé a que depositara un pequeño beso en ella.

No teníamos que decir nada más, esa comodidad que nos habíamos transmitido por años no se iría por más tiempo que pase.

Cuando el entierro terminó Emma y Derek se nos acercaron.

- Tengo que recoger unas cajas a la oficina – habló Emma – son cosas que he dejado y pedí para el departamento.

- Te ayudaremos – respondí – gracias a Dios que esto ha terminado.

- Tenemos que darnos prisa, tenemos que estar en el aeropuerto en dos horas.

Todos asentimos, pero yo fui la única que paró en seco.

- ¿Qué ocurre? – preguntó Braun cuando comencé a buscar frenéticamente en mi bolsa.

- Mi pasaporte – anuncié – no lo encuentro.

- ¿Cuándo fue la última vez que lo viste? – preguntó ahora Emma.

- Por la mañana, lo puse aquí justo cuando salimos del hotel.

Recordé cuando Frederick tiró mi bolsa por accidente.

- Debió de haberse caído en el departamento de Frederick – cerré los ojos frustrada – tengo que por él.

- Yo te llevó – una quinta voz de hizo presente.

- No – espetó Braun.

- Yo fui el que tiró el bolso déjame remediarlo – Frederick me habló.

- Iremos con ustedes – se ofreció Emma.

- No – le dije – es mejor que vayan ustedes a la oficina y pongan esas cajas en envío, si nos desviamos puede que perdamos el avión.

- Te espero en mi coche – anunció Frederick, dicho esto dio media vuelta y caminó lejos de nosotros.

- No pensarás que ir sola – sentenció Derek.

- Tienen que ayudar a Emma, si solo van dos no terminarían nunca – miré a mi amiga – te conozco y sé que son infinidad de cajas.

Asintió dándome la razón.

- Noa déjame acompañarte por favor – suplicó Braun – no sabemos si te hará daño.

- Está bien – le sonreí – lo conozco, sé que no me hará nada.

Me miró inseguro, estaba muriendo por dentro.

- Bésame – le pedí.

- ¿Cómo?

Después de ti. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora