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Un mes después

Braun

Un mes había pasado desde la última vez que escuché de Noa, la desesperación y angustia por preguntarme si estaría bien me ha estado comiendo por dentro desde el día uno, desde ese día Derek y yo habíamos agotado todas nuestras sospechas.

Esa misma tarde fuimos a la policía para reportar la desaparición de Noa, los detectives encargados nos hicieron a un lado ya que al no tener alguna prueba de que en realidad la habían secuestrado en contra de su voluntad, al parecer mi justificación cuando les expliqué que ella nunca me había dicho te quiero y no iba a empezar por mensaje de texto no era prueba suficiente.

Después de la policía nos presentamos en la casa de Ariel, la madre de Frederick y la ex psicóloga de Noa, con la esperanza de que ella estuviera ahí o supieran algo de ella, pero al contarles todo lo que había pasado estaban igual o mayormente sorprendidas que nosotros. Derek no perdió tiempo en gritarles que era imposible que lo cubrieran, alguna tendría que saber de su paradero no había manera de que Noa lo haya acompañado por voluntad propia, no después de que por fin se decidió a estar conmigo, estaba seguro de que se había cambiado de parecer me lo habría dicho en la cara, ese mensaje no era más que una prueba evidente que no lo había escrito ella.

- ¿Entonces usted asegura que la señorita Noa fue privada de su libertad?

- Así es – asentí.

- ¿Y cuáles son sus pruebas? – abrí mi boca – ¿además del mensaje de texto que claramente no le dicen que se ha ido de manera voluntaria? – me interrumpió.

- Mire sé que no son pruebas suficientes – me acerqué más al escritorio – por eso no he insistido en que la policía revise el caso y lo he contratado a usted, así que, si no quiere creer lo que todos los seres queridos de Noa creen, búsquela porque quiero saber su paradero – rugí – es un detective privado, haga su trabajo.

- Haré lo que me pide – levantó el expediente de su escritorio – pero tengo que advertirle algunas cosas – me observó – la primera es que muchas personas cubren muy bien sus huellas y no quieren que los encuentren y segunda – pausó – la segunda es que a muchos de mis clientes no les gusta lo que encuentro.

- No me importa si tiene que usar todos sus hilos para investigar su paradero, el dinero no es un problema – me levanté – en cuanto a la segunda – ajusté mi traje – deje que yo me preocupe por lo que realmente encuentre, después de todo yo soy el que necesita saber que fue lo que paso.

No dejé que me respondiera y me dirigí hacia la puerta, la oficina del detective privado se encontraba en el segundo piso del edificio, cuando caminaba a la salida las personas me daban miradas descaradas, la mayoría eran mujeres no menores de cincuenta años, me imaginaba que querían que investigaran a sus esposos en busca de una infidelidad y querían respuestas de sus últimas actitudes, lo más probable es que ellas pensaran lo mismo de mí, no era común que los hombres contrataran ese tipo de investigadores y preferían resolverlo a su manera, mi caso era casi igual al de ellas, solo que la única diferencia era que Noa y yo no estábamos casados ni teníamos una relación por la que justifique mis acciones.

Abrí la puerta para salir al exterior y me recibió la brisa fría de Múnich, era de día pero el sol se encontraba oculto detrás de las nubes, parecía que llovería en unos momentos, un claxon hizo que quitara mi vista del cielo y mis ojos buscaron el coche, cuando lo identifiqué caminé a paso desinteresado y abrí la puerta.

- ¿Qué tal ha ido? – preguntó Derek a mi lado.

- Le he entregado todos los papeles y hemos quedado en que él me llamaría si tenía algo.

Después de ti. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora