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- ¿Hijo? – pregunté anonada.

- Noa – me llamó Ariel – te presento a Frederick mi hijo – lo presentó – Frederick, te presento a Noa, es la hija de mi mejor amiga.

Ambos estábamos estáticos, no dejábamos de vernos, mierda, si Frederick era su hijo eso quería decir que... Tea también, mierda.

- ¿Chicos? – preguntó Ariel - ¿se encuentran bien?

Yo fui la primera que salió del trance, sacudí mi cabeza y sonreí hacia Ariel.

- Si – le respondí – lo que pasa es que ya nos conocíamos.

- ¿Enserio? – preguntó incrédula, asentí.

- Mi mejor amiga vive en su mismo edificio y trabajo para Tea en su periódico.

- ¡¿Enserio?! – exclamó Ariel - ¿Qué pequeño es el mundo, no creen?

Asentí sonriendo.

- Bueno tengo que irme – anuncié – fue un gusto verte, le dije a Frederick, nos vemos Ariel.

Me despedí de ellos y salí del consultorio tan rápido como pude, ¿cómo no me había dado cuenta antes?

Ariel nunca me había mostrado una foto de sus hijos, pero debió de haber existido por lo menos una ocasión en la que me los haya mencionado, suspiré mientras masajeaba mi cien, bajé las escaleras y salí del edificio, aire fresco al fin.

- ¡Noa! – gritaron detrás, Frederick se encontraba bajando las mismas escaleras, pero ahora ya no tenía la bata sino su abrigo en mano.

- Hola – saludé.

- Te juro que no tenía ni idea – comenzó – mi madre hablaba de ti, pero solo que eras la hija de su mejor amiga, si me hubiera dicho...

- Está bien Frederick – lo calmé – no tienes por qué explicarte, yo tampoco me di cuenta.

El asintió, todavía no se había puesto el abrigo, sus pantalones eran negros y llevaba una camisa blanca arremangada, debía tener un frío de los mil demonios.

- Mejor ponte el abrigo – le dije – no querrás enfermarte.

- ¿Adónde ibas? – me preguntó.

- Al departamento de Emma – señale el camino que iba a tomar.

- Ven – tomó mi mano – te llevo.

- No es necesario – le respondí, pero me ignoró completamente, entrelazó mejor su mano con la mía y dimos vuelta al edificio, ahí estaba su coche, esperándonos.

Abrió la puerta del copiloto para dejarme entrar y después rodeó para hacer lo mismo.

- Frederick, no es necesario que me lleves – le dije – debes tener mejores cosas que hacer un viernes por la noche.

- Como prepararme para salir con ustedes – me dijo, fruncí el ceño - yo también estaba ahí, ¿recuerdas?

- No pensaba que tuvieras planeado ir.

Y era cierto, toda la semana se la pasó evadiéndonos, cuando visitaba a Tea no salía de su oficina y cuando llegaba al departamento no nos saludaba.

- Se lo prometí a Tea – encendió el coche.

Movió el volante y comenzó a conducir, dejamos el hospital atrás y emprendimos camino, el sol comenzaba a esconderse y el cielo se veía hermoso, no estaba lloviendo ni nevando así que abrí la ventana, quería sentir el viento en mi cara, sentí despeinarme el cabello, pero no me importó, como quiera llegando al departamento lo tendría que peinar.

Después de ti. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora