T2: VI

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Cerré con fuerza la puerta antes de seguir a mi ahora excuñada, creo

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Cerré con fuerza la puerta antes de seguir a mi ahora excuñada, creo. Tenía que acompañarla en su dolor. Más al escuchar todo el caos proveniente de la habitación de mi hermano nos quedamos mirando y nos dimos la media vuelta para regresar, apenas abrí la puerta un grito de pánico escapo de mi boca, esa chica si era diabólica. Esa larga lengua metálica asfixiando al tarado de mi mellizo. Tome un libro arrojándole este a la cara para que lo soltara, los gritos se Sam seguramente se escucharon por todo el campus.

No me iba a quedar ahí para ver esa cosa, Mikaela le arrojo la caja que traía para darle algo de tiempo a Sam de escapar. Sin más salimos corriendo para evitar que esa loca nos atrapara. Los gritos de niña de mi hermano se escuchaban por todo el pasillo. Tenía razón, había algo raro con ella y tenía aún más razón cuando dije que ellos nos estaban vigilando. Una explosión se escuchó tras nosotros, la piel de los brazos se me erizo por completo mientras continuábamos corriendo, voltee al ver a Leo junto a nosotros, perfecto se nos une el raro.

— Ven, ven ¿Qué esperas? – Dijo este haciéndome señas. Rodé los ojos antes de tomar su mano aceptando su ayuda. - ¿Esa cosa es real? – Asentí.

Continuamos corriendo hasta llegar a la biblioteca del campus, no era el mejor lugar para esconderse, pero la habíamos perdido de vista por un momento y esperaba que se quedara bien lejos de nosotros. Nos quedamos tras unos estantes intentando recuperar el aliento, tenía el corazón en la boca y sentía que en cualquier momento se me saldría. Fruncí el ceño mientras me daba palmadas para poder calmarme e intentaba llamar a Lennox, pero este solo me enviaba al buzón de mensajes, tenía la adrenalina al mil por ciento y no era precisamente por la emoción de una nueva aventura extraterrestre.

— Es increíble y pensar que casi me acuesto con ella en sueños. – Me susurro Leo.

— Dios, eres asqueroso. – Rodé los ojos, saqué mi teléfono para intentar llamar a Lennox otra vez, pero continuaba desviando mi llamada, perfecto mí salvador ahora no da señales de vida. Un suspiro escapo de mi boca ante la absurda discusión que tenían Sam y Mikaela, no puedo creer lo infantiles que se están comportando en esta clase de situación. como si nuestras vidas no estuvieran en peligro, otra vez. Yo quería empezar la universidad bien, pero no estos jodidos robots malos aparecen en el peor momento.

— Metió su asqueroso tentáculo extraterrestre en su boca. – Fruncí el ceño ante las palabras que salían de la boca de Leo. – lo hizo ¿Te violo? Sus embriones extraterrestres gestaran dentro de ti ¡Están creciendo! Debes vomitarlos, échalos, échalos. – Hice una mueca de asco al sentir todo el vomito de Sam en mis pies.

— Sam, que asco. Mi ropa. Apestare a ti.

— ¿Te preocupas por apestar? ¡Una loca robot nos quiere matar!

— ¿y tu quien eres? – Cuestiono Mikaela.

— Soy Leo Ponce de León Spitz y soy la clave de esto. Esos extraterrestres me buscan por mi sitio.

Alce la vista por una fracción de segundo, no paso mucho para que una nueva explosión nos hiciera sobresaltar. Joder, no entiendo cómo es que nos encontró con tanta facilidad. Aprete los dientes antes de ser jalada por Sam que termino arriba de uno de los focos de luz, intente bajar con cuidado y solo termine de espaldas arriba de una mesa. Como pude baje tirándome al piso, los libros volaban sobre nuestras cabezas y los gritos de pánico se escuchaban por la ya destruida biblioteca, ese maldito robot no piensa rendirse. No alcance a cubrirme termine media noqueada gracias a ese trozo de estatua que impacto en mi cabeza.

— Sami... Dios estas herida.

— No es nada. Tenemos que salir de aquí.

Esa cosa continuaba tras nosotros disparando a diestra y siniestra. Como odio a estos malditos extraterrestres. Suspire aliviada ante el agujero que se abrió junto a nosotros, teníamos una nueva ventana para poder escapar de esa loca maquina antes de que terminara por acorralarnos en la pared. Salimos corriendo de la biblioteca asegurándonos de perdernos entre la desesperada multitud. Nos subimos al primer auto que encontramos sin importarnos de quien carajos era, Sam me dio aquella caja metálica y solo fruncí el ceño ante los gritos que provenían del interior. Mikaela, usando sus habilidades logro encender el auto. Brinque del asiento al ver a esa maldita nuevamente frente a nosotros, con algo de dificultad logramos sacarnos a esa bruja que ahora estaba hecha añicos luego de aplastarla con el auto.

— Rayos ¿Qué mas hay que saber? Creo que olvidaron darme algunos detalles...

— Cierra la boca. – Suspire con pesadez. – adiós universidad. – Bufé molesta mientras Mikaela aceleraba para poder sacarnos de ese lugar. Al menos por ahora estábamos a salvo.

— Ese que viste era solo un pequeñín.

— Oh carajo– Grite al ver el helicóptero que avanzaba directamente hacia nosotros. - ¡Oh por Dios! – Grite al ver el arpón atravesar el techo del auto. 

¡Nuevo capítulo!

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