VIII

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La supervivencia del mundo entero ahora estaba en nuestras jóvenes e inexpertas manos

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La supervivencia del mundo entero ahora estaba en nuestras jóvenes e inexpertas manos. Teníamos que arreglárnosla para pasar de ser percibidos y actuar como si nada frente a nuestros padres. Jazz cambio volviendo a estar en cuatro ruedas, me apresure para subir en el asiento del piloto, aunque el pudiera manejarse por su cuenta, quería sentir el volante en mis manos. No más miedo, tengo que dejar de estar aterrada, todo depende de nosotros ahora y con ellos de nuestro lado ¿Qué puede salir mal?

Jazz acelero de inmediato siguiendo a Optimus de cerca. Después de todo era el segundo al mando, un puesto bastante importante. Observe la hora, estábamos muertos y castigados por el resto de nuestras vidas. Los autobots quedaron en el callejón detrás de la casa, Sam estaba histérico, más de lo normal. Yo solo avance tras el esperando poder librarnos del castigo que tendríamos por llegar tarde.

— ¡Pisen bien mi jardín! – Grito nuestro padre desde la puerta trasera.

— No, no, no salgas. – Sam se apresuro evitando que papá abriera. – Claro el jardín, se me olvido. Sami y yo limpiaremos todo ¿Qué opinas?

— Hijos... les pague medio auto, a cada uno, los saque de la cárcel, luego hice todas sus tareas... la vida es grande.

— La vida es fantástica tanto que... - Gire la vista al ver a Optimus asomarse entre los arboles. – Los botes de basura, los vamos a sacar ¿Sami me ayudas?

— Por supuesto hermanito, es lo mínimo que podemos hacer.

— No, no quiero que se cansen...

— No te preocupes papá. Podemos hacerlo... sacaremos la basura y limpiaremos todo aquí afuera. – Aprete los puños al verlo meterse en el jardín, de igual forma los otros. Les hice algunas señas para que se largaran, pero simplemente me ignoraron. – Por Dios cuanto te quiero.

— Su madre quería que los castigará, por tres minutos tarde...

— Otra cosa que haces por nosotros, eres tan buen padre.

Papá regreso al interior de la casa, lleve mi mano a mi pecho mientras avanzaba hacia los autobots que al parecer no tenían intención de irse de nuestro jardín, creo que si mi madre ve a estos enormes robots en su casa va a perder la cordura y comenzara a gritar como desquiciada por toda la casa. Se asusta con arañas, con esto de seguro le da un mega infarto.

— ¿Qué hacen? -Alce las manos intentando evitar que avanzaran. – Cuidado con el jardín, espera por favor ¡No! – Grite al ver como Optimus aplastaba la fuente de mi madre. Lleve mis manos a mi cabeza al ver lo que este acababa de hacer. Estamos muertos.

— Lo siento, pise mal.

— No pudiste esperar ¡Cinco minutos! – Grito mi alterado hermano. - ¡Te lo dije! Solo cinco minutos.

— Ay no. – Me abrí paso entre las piernas de Optimus teniendo cuidado de terminar aplastada igual que la fuente. Mojo comenzó a ladrales y sin más termino orinando a Iron Hide. - ¡Mojo! No, no aléjate del robot. – Me apresure a tomar a nuestro perro en brazos evitando que se ganara una segunda patada. – Hey espera, tranquilo ¿Sí? Es nuestro perro. – Retrocedí un poco al ver su cañón pegado en mi cara. – Es nuestra mascota, Mojo. Por favor baja tus armas.

— Tienes una plaga de roedores ¿Acabo con él?

— No, no es un roedor, es un chihuahueño. Nuestro chihuahueño y queremos a los chihuahueños... - Dijo mi hermano. –

— Chorreo sus lubricantes en mi...

— ¿Eso hizo? – Cuestione. – Mojo malo.

— Ven, vamos a buscar esos lentes. – Me abrí paso entre el mar de piernas robóticas que invadían nuestro jardín.

Ingresamos rápido a la casa, nuestros padres estaban pegados en la pantalla de la televisión viendo algunas noticias, me detuve un momento al ver todo lo que estaba pasando, explosiones por toda la ciudad. Deje a Mojo en el suelo antes de correr hacia el segundo piso directo al cuarto de mi hermano, las cosas se nos estaban complicando con nuestros inesperados nuevos amigos que seguramente nos harían pasar más de un problema. Gire la vista al ver aparecer a Mikaela por una de las ventanas, rodé los ojos un poco molesta, tienen menos paciencia que yo. Me incline de rodillas para buscar debajo de la cama, no era algo tan pequeño como para perderse, pero en el desorden de mi hermano es difícil encontrar algo.

— No puede ser...

— ¿Qué pasa? – Avance hacia la ventana, abrí la boca anonadada al ver todos los autos aparcados en nuestro jardín, como si de un estacionamiento se tratara. Nos apartamos para seguir buscando, no había rastro de la mochila de mi hermano. – Sam por amor a todo lo bueno ¿Dónde demonios dejaste esos anteojos?

— En mi mochila Sami y ahora la mochila no está.

— Eres tan desorganizado, en serio eres un desastre.

— Sam, Sam, Sam ya volvió. – Susurro Mikaela. Corrimos a la ventana viendo el desastre, las flores de mi madre aplastadas y destruidas. Perfecto, una nueva razón para castigarnos.

— Destruiste las flores de mi madre. – Regañe a Optimus. A cada momento comenzaba a molestarme más. mi paciencia estaba tocando su limite. – No pueden estar aquí, si mis padres los ven, van a enloquecer.

— Necesitamos los anteojos...

— Ya los busque y no están aquí, estoy muy seguro de eso.

— Oh sigan buscando.

— Oh sigan buscando

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