Capítulo 2: el comienzo de su camino

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Durante los pocos meses en los que Izuku tomó concienciación de su extraña capacidad adaptativa, comenzó a hacer actos que para una persona normal en su situación se verían como actos suicidas. Cada que venían sus padres se esforzaba para ser lo más irritable posible para ser lo más maltratado posible, testeando con cada golpe, corte, quemadura, chispazo, entre otros, las diferentes capacidades que su cuerpo reconocía ahora, así como los límites a los que podía empujarse con la cantidad de nutrición mínima. Descubrió cosas muy interesantes, como por ejemplo que su cuerpo no obtenía mutaciones al azar, sino que se modificaba para obtener características específicas para adaptarse a las situaciones a las que su cuerpo se viese envuelto. Si lo quemaban una vez, a la siguiente le afectaría menos. También había aprendido que no era de efecto inmediato, y que para adaptarse a algo primero tenía que experimentarlo. Las primeras veces en las que lo golpeaban su cuerpo se llenaba de moretones, pero tras un año de adaptarse poco a poco a estos, ahora no recibía apenas marcas por los golpes que recibiese. Luego, estas adaptaciones eran selectivas acorde a lo que era más necesario. Si recibía una herida en un órgano vital, forzaría su cuerpo a regenerar esa herida en segundos, mientras que un hueso roto simplemente se regeneraría de forma "normal" (es decir, no era normal que un hueso pudiese sanar por sí sólo en sus condiciones), sin acelerar el proceso de regeneración natural. Así mismo, las adaptaciones que su cuerpo tomaba no desaparecían a menos que fuese imposible mantenerlas con su suministro de energía corporal. Por ejemplo, su piel había adquirido la capacidad de absorber su sangre perdida para reutilizarla, y no consumía mucha energía el mantener dicha característica, mientras que su capacidad de pensamiento podía ir más rápido o más primitivo en función de si su cuerpo tenía las suficientes proteínas para sustentar su cerebro.

Todo lo que conocía y aprendía de su habilidad estaba sujeto al cambio constante, ya que ni siquiera sabía cómo funcionaba más allá de ser impulsada por la voluntad de su alma (aunque también podría ser un quirk desconocido y oculto, pero hasta donde sabía los quirks se controlaban a voluntad), y tal vez si tuviese más espacio para entrenar podría aprender a cómo controlar esta capacidad totalmente, pues hasta ahora sólo podía forzar su cuerpo inconscientemente cada que su vida corría peligro a partir de lo que su cuerpo podía ofrecer. Hacía lo que podía en la situación en la que estaba, y ya era un milagro que hubiese descubierto tanto sobre su poder. Trataría de aprender todo lo que pudiese sobre sus capacidades, y algún día, si es que la situación se inclinaba a su favor y conseguía obtener la fuerza y voluntad suficiente como para escapar, especialmente con la idea de que si así era la realidad en su casa, capaz y en el exterior fuese incluso peor. Pero lo haría. Saldría al exterior una vez obtuviese la fuerza suficiente, y se adaptaría para sobrevivir. Y con su adaptación, se haría más fuerte, hasta poder evitar sentir el miedo del débil. Pero para eso tendría que aprender más de sus padres y de sus sesiones de relajamiento...

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Ya estuvo. Oficialmente había decidido a sus siete años que quería escapar de aquí. No podía hacerse fuerte sólo con las torturas de sus patéticos padres. Si quería hacerse fuerte de verdad, no podía simplemente conformarse con los intentos de verse superiores de unas basuras tan inferiores como los bastardos de sus padres. La idea de salir al exterior y de encontrarse con amenazas reales más allá de sus patéticos padres le aterraba, pero no podría prepararse si se mantenía escondido como un débil en aquel sótano estúpido hasta que sus padres decidiesen deshacerse de él. Hoy iba a ser el día. Ya no gritaba. Es más, ya ni le dolía. Simplemente gruñía, haciendo ver como si sufriera, para que sus padres estuvieran contentos. Pero eso se acabó. No mentiría. Hoy la bestia sacaría sus garras. Y esta vez, Hisashi Midoriya iba a ser su víctima. Todo el odio sumado a su deseo de ser fuerte, le dieron una fuerza que biológicamente era imposible con su poca condición muscular, lo que era la tapadera perfecta. Oh sí, también sus músculos se habían desarrollado bastante como resultado de su deseo de ser fuerte, junto con el ejercicio diario que hacía mientras sus padres no estaban en casa. Lo agotaba, especialmente careciendo de la nutrición necesaria, pero merecería la pena si hoy conseguía ser libre. Tras unas horas llegó. Hisashi Midoriya, el hombre que se suponía era su padre, entró al sótano completamente ebrio.

Izuku: Reglas de la NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora