Capítulo 46: hay mucho más allá...

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No había pasado ni un día desde la disolución del Ejército de Liberación. ¿Cómo era que había tantos villanos novatos tratando de clamar los puestos de poder dejados por la causa liberacionista y por la yakuza de Overhaul? Enserio, parecía que no aprendían nada. ¿Habían dejado de temerlo o simplemente eran estúpidos? Ya tenía el estómago lleno de tantos pardillos que habían sido marcados con fechas de muerte por Grim Reaper para hoy, y para colmo, todos eran o drogadictos o debiluchos con quirks de mierda.

Una cosa que había notado en sus cacerías desde que comenzó a replicar los quirks que experimentaba y se comía, era que cada persona tenía como una especie de... ¿sabor? Dependiendo de la fuerza y el potencial de un quirk, cada persona le sabía de una manera o de otra. Probablemente fuese más algo psicológico, o a lo mejor su cuerpo no quería llenarse con la información de quirks "inútiles", y siendo que los pandilleros y los drogadictos tenían todos quirks horribles, siempre estaba llevándose basura a la boca. De hecho, le sabía incluso peor que la propia basura, y mira que estaba acostumbrado a comer basura. Más de lo que uno debería de poder admitir.

Por eso, y para romper con la rutina un rato, volvió a su zona gris favorita a por dos cosas. La primera era ropa nueva (porque su camiseta blanca y pantalones cortos azules regulares se desintegraron totalmente con su pelea con Re-Destro), y la segunda era un plato de katsudon del único bar restaurante clandestino/corredero de información que le aceptaba el paso. No tenía nada mejor que hacer de todas formas y de seguro que su cuerpo agradecía dejar de comer humanos por un rato.

El bar estaba lleno de gente tomándose una copa, intercambiando información entre sí o simplemente pasando el rato con comida casera bien hecha. Ciertamente comprendía la sensación ahora. Si fuese un rezagado de la sociedad sin capacidad alguna de volver a la vida que tenía antes, también añoraría los platos caseros de su madre. No lo hacía, porque lo que cocinaba ella lo podía cocinar literalmente cualquier otra persona, pero suponía que él era la excepción por la relación que tenía con su madre, y que el resto de personas mantendrían los recuerdos de los platos de su madre como los últimos momentos bonitos que podían recordar antes de llegar al punto de no retorno.

Entró con Zetsu para no disturbar a las personas que estaban allí, más que nada porque no quería llamar la atención sobre sí mismo, y tampoco era plan de arruinar la "tranquilidad" que había en el bar. El dependiente lo notó de todas formas. Bueno, más bien vio la puerta abrirse y miró directamente en su dirección. Zetsu no lo hacía invisible como tal, simplemente lo hacía mucho más difícil de notar en el ambiente. Incluso el propio dependiente lo miró dos o tres veces antes de darse cuenta de que era Hunter, y sólo fue cuando llegó a la barra.

Dependiente: saludos, joven. ¿Lo de siempre?

Izuku asintió, y el dependiente asintió en respuesta. Algo que le agradaba de aquel hombre era que no alargaba las interacciones innecesarias buscando crear conversación. Hasta su sastre hacía eso, probablemente porque quería no parecer tanto una pesadez para que no lo tomase como una molestia, haciéndose ver en el proceso como una molestia, lo que era irónico cuanto menos. Si lo que quería era garantizar que siguiese a su lado solicitando sus servicios, debería de callarse la boca y demostrar su eficacia en vez de tratar de buscar tener conversaciones estúpidas y sin sentido, y eso aquel dependiente lo entendía perfectamente. Sin dudas el anciano era experimentado en su campo y sabía lo que hacía.

Se sentó en su sitio predilecto y esperó metido en sus pensamientos hasta que su comida estuvo lista. Todavía no lo habían notado mucho en el local, y los pocos que lo hicieron tuvieron la suficiente cabeza como para no montar una escena y fingir que no lo habían visto, aunque el color de sus caras les había abandonado notablemente. Con suerte podría tener un aperitivo más calmadamente que otras ocasiones.

Izuku: Reglas de la NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora