Capítulo 20: mi cuerpo, mi fuerza, mi voluntad... y mi destino

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Tras varias horas de explicaciones a Grim Reaper de por qué había desaparecido de las calles misteriosamente durante una semana (que no se imaginaba que se hubiese preocupado, más bien creía que ella había invertido demasiado tiempo en él como para que se muriese sin siquiera enterarse), Izuku se encontraba robando por los basureros, como usualmente hacía a estas horas del día. Especialmente después de su viaje al otro mundo alterno o lo que sea, ya que desde entonces tenía que buscar nuevas ropas después de cómo quedaron las suyas durante su batalla y tras una semana conviviendo con los idiotas del equipo de su yo alterno (no los llamaba ingenuos, porque ni siquiera les importaba lo que él hiciese, sino idiotas por la indiferencia que le tenían aún después de haber estado a punto de matarlos haciendo sus bromas como si nada), sus harapos parecían que se iban a desintegrar a la más mínima ventolera. Claro, la ropa era lo último que se preocupaba, ya que no es que le fuese muy útil aparte de poder almacenar cosas como dinero en sus bolsillos. Pero incluso en eso lo consideraba un acto de debilidad, ya que, si dependía de objetos externos a su cuerpo, una vez se los quitasen moriría de inmediato. Y la idea no le gustaba mucho que digamos.

Además, su orgullo no soportaba la idea de depender de armas porque no pudiese matar a alguien por sí mismo. Sabía de Gura que las armas podían aumentar exponencialmente la peligrosidad en aquellos lo suficientemente hábiles como para poder manejarlas con tal de compensar su debilidad física, pero si se pusiese a usar armas o cualquier otro objeto externo, dejaría de creer ser tan fuerte, y su voluntad disminuiría exponencialmente. O eso quería creer, porque todo este dilema surgió a raíz de su contacto con aquel ente cósmico del otro universo. La idea de ser tan débil que tenía que depender de entidades externas para sobrevivir había lastimado su ego más de lo que se imaginaría en un principio. De hecho, el que lo hubiese lastimado tanto sólo aumentaba su complejo, pues si tanto quería ser fuerte, no podía simplemente permitirse sufrir tanto emocionalmente por ideas en su mente auto torturadoras.

Pero a cuanto más comía y más lo pensaba (porque nunca se ponía a pensar con el estómago vacío para no gastar energía "inútilmente"), se daba cuenta de que eso aplicaba para su forma de existir. Su cuerpo humano era tan débil que necesitaba energía externa para funcionar. Siempre quitaba vidas, siempre absorbía energía, siempre se nutría, porque si no lo hacía moría. En ese sentido, técnicamente es débil, pues para sustentarse se aprovechaba de los débiles, en vez de auto abastecerse tal y como lo hacía Grim Reaper, ya que nunca la había visto comer, y no creía que necesitase algún tipo de nutrición más allá de su voluntad para existir en este mundo, según la explicación que le dio hace años sobre sus capacidades. Por eso era un modelo a seguir, porque era el listón que tanto ansiaba por superar para ser verdaderamente fuerte físicamente. No lo era tanto emocionalmente, pero eso era para ella.

Él sería mejor que eso. Pero no estaba ni cerca, aún después de once años en las calles. Por eso se sentía tan débil. Porque lo era. Porque dependía de ella para mejorar. Porque entrenaba con Gura. Porque pensaba en la posibilidad de usar armas. Porque no le gustaba ser auto insuficiente. Porque pensaba tanto en su debilidad, como si lo hubiese ofendido. Como si esos pensamientos no fuesen el escalón que necesitaba para impulsarse más alto. Lo que no sabía mientras rebuscaba en la basura en busca de ropa nueva, era que iba a aclarar esas dudas antes de lo que se imaginaba.

???: ¡oye tú! ¡Deja de hurgar ahí! ¡Me vas a pegar algo, maldito pobre!

La voz alertó al instante a Izuku, incluso si sus palabras eran las típicas que escuchaba de los vagabundos que se encontraba en los callejones. Sin embargo, un detalle no muy sutil captó la atención de Izuku: no había sentido ninguna presencia humana en aquel callejón. Sí, había agudizado su olfato y dado cuenta de que había dos gatos, cuatro ratas y una ardilla, pero ninguna persona en su mismo callejón, o en varios metros a la redonda. Por no mencionar de lo familiar que se le hizo esa voz, por lo que rápidamente se volteó en dirección de la fuente del sonido, y algo muy extraño fue que no había nadie más allí. Sólo aquella ardilla que había visto antes en un cubo de basura, pero ningún rastro de humanos, lo que lo desconcertó aún más.

Izuku: Reglas de la NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora