Capítulo 6: ... para poder vivir un día más

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Tras lo sucedido en aquel callejón, la mente de Izuku no podía dejar de dar vueltas. Si ese era el nivel que necesitaba para sobrevivir, no estaba haciendo mucho escondiéndose en los callejones y hurgando en la basura. Algo tenía que cambiar si quería dejar de ser la presa, pero no sabía el qué. Tampoco tenía la energía suficiente como para ponerse a pensar en eso, pues su cuerpo aún exigía energía después de su encuentro con "la muerte", ya que desde entonces no se atrevía a acercarse a ningún puesto de comida rápida por el trauma.

Actualmente se encontraba en una zona de la ciudad un tanto macabra y oscura. Eran los llamados "barrios bajos de Musutafu". Uno de los lugares en los que la actividad criminal general de la ciudad se ocultaba de la luz del sol, maquinando sus operaciones y próximos golpes, y en donde se juntaban todo tipo de villanos con tal de buscarse la vida de la forma que no podían en la sociedad. Izuku había entrado a un "bar" con el objetivo de buscar alimento de buena calidad, ya que la actividad criminal de la ciudad se había visto reducida por el miedo que influía su llegada, y no ganaba suficiente alimento de vagabundos y drogadictos como para sustentar su cuerpo, por lo que llevó a cabo una estrategia que llevaba pensando desde que vio a aquellos criminales robando dinero; cada vez que se encontraba a un criminal en su zona de caza, antes de devorarlo por completo le saqueaba todas sus pertenencias, principalmente sus carteras, y con el dinero podría tratar de mezclarse entre los villanos para poder comprar algo de comida sin "llamar mucho la atención". Obviamente no contaba con ser el más joven en aquel lugar, y sus pintas de sin hogar y todo su set de heridas de la colección de violencia intrafamiliar tampoco ayudaban en nada para pasar desapercibido. Incluso si se había arrancado las uñas en forma de garras para evitar llamar la atención, básicamente era el centro de todas las miradas por donde pasaba, mientras sentía la curiosidad de muchos, la burla de otros y en especial la intención hostil de casi todos ellos. Necesitó todo su autocontrol para no ponerse a temblar de miedo, y toda su voluntad para mantener su rostro más estoico y serio con tal de no parecer una presa, y se aproximó a la barra con un objetivo en mente: conseguir comer algo.

El dependiente obviamente lo miró con una extrañez y mala cara considerables, ya que se pensaba que Izuku era un niño perdido o que se había escapado de su casa que no sabía en dónde se metía. Pero una mirada agudizada de Izuku le hizo retroceder levemente, entendiendo con esa mirada que si no lo atendía en ese momento lo mataría, a lo que con muchas dudas siguió con su papel de bar tender/informante clandestino.

Dependiente: -con ciertos nervios- ¿p-puedo ayudarle en algo, joven?

Ante su pregunta, Izuku sólo tomó la carta y señaló una imagen de un plato de katsudon, una comida que únicamente recordaba del tiempo en el que su vida todavía era feliz, con una mirada asesina que no aceptaba un "no" por respuesta.

Dependiente: "¿quién leches es este niño?" e-está bien. Marchando una orden de katsudon. Toma asiento, le llevarán su pedido a su mesa.

Izuku vaciló, pero asintió con calma y se dirigió a la mesa más alejada del resto de gente, aún con las miradas de todos encima. Se mantuvo todo lo relajado que pudiese forzar su cuerpo a estar para no verse como una presa, y por si en caso de que lo atacasen por la espalda, tensarse de golpe y contraatacar instintivamente. En teoría no deberían de hacerlo, ya que tras espiar la zona por unos días aprendió de una de las reglas no escritas; no se permitían peleas internas entre los villanos de la zona. Por supuesto, ninguna de las personas en aquel bar lo consideraban como un villano, y sólo lo veían como un niño pequeño y asustado que no conocía su lugar, por lo que el primer grupo de pandilleros no se tardó en plantarse enfrente de Izuku con posturas "amenazantes", lo que sorprendentemente calmó un poco más la actitud de Izuku. Después de todo lo que había vivido y los peligros que se había enfrentado, quien necesitase de una "pose amenazante" para transmitir intención hostil luego resultaba no ser tan peligroso. Aquella mujer aterradora no necesitaba una postura específica. Su mera presencia era prueba de su nivel. Estos idiotas se parecían más a los traficantes desesperados que cazaba en las calles en sus últimos momentos de vida, tratando de verse intimidantes para ahuyentarlo sin éxito alguno. De todas formas, nunca se podía estar seguro del todo, por lo que de todas formas mantuvo un ojo abierto en caso de que estos críos en verdad pudiesen matarlo en el sitio.

Izuku: Reglas de la NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora