Larga Vida A Los Novenos.

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POV'S AZAEL.

-Juro que extrañé la carne de aquí –Comenté cuando me sirvieron mi filete.

-Este es el mejor filete que existe en el mundo –Siguió Kira y asentí.

Era mi primera noche de vuelta en Durmstrang, sin embargo, apenas pisé de nuevo aquel lugar sentí una sensación extraña, mi instinto gitano se había alertado, pero hasta cierto punto me sentía paranoico.

-Soy yo, ¿O los hermanos Beaufort me ven como si quisieran matarme?

-Te ven como si quisieran matarte –Respondió mi mejor amiga -¿Les hiciste algo?

-No que yo recuerde.

-Hablando de hermanos ¿Qué tal la pasaste con los tuyos?

-La verdad fueron unas vacaciones algo interesantes.

La morena a mi lado se acomodó mejor y comencé a platicarle, así mismo ella también me contó de las suyas.

Luego de la cena, acompañé a Kira hasta el dormitorio de chicas y cuando llegué al mío había algo extraño en mi cama.

Me acerqué y con el ceño fruncido tomé al conejo desollado que estaba en medio de mi cama ensangrentada.

No sabía cómo sentirme al respecto, ya que hasta cierto punto se estaban burlando de mí pues a los novenos nos relacionaban con ese estúpido animal.

Enrollé las sábanas con todo y el animal, tomé mis cigarrillos y con cuidado salí de la escuela, me adentré en el bosque y en cuanto encontré una cueva, comencé a hacer una pequeña fogata.

Esperé un largo rato fumando, hasta que saqué mi reloj y vi el momento exacto en el que la manecilla marcó la media noche, encendí un fosforó y lo dejé caer en la fogata que contenía las sábanas y el animal.

-Feliz cumpleaños a mí –Susurré.

Cuando regresé a mi dormitorio saqué las manchas de sangre de mi colchón con el truco que Lovegood me había enseñado y luego volví a tender la cama, dormí un par de horas para luego tener un día relativamente normal de clases.

-Espero que hayan disfrutado sus vacaciones, porque a partir de ahora regresan al infierno –Espetó el profesor Hudson. Un hombre de mediana edad que había sobrevivido a la guerra, pero que tenía un carácter de mierda y prácticamente nos enseñaba a matar –Hoy iniciaremos con mi actividad favorita, una hermosa cacería, frente a ustedes tienen una mesa llena de artefactos que tomarán de acuerdo al número que saquen, así que pasen rápido por su jodido papel.

Uno a uno tomamos un pequeño papel y lo mirábamos para saber con qué contaríamos.

-Mierda –Susurré.

-Riddle –Me llamó –Número.

-Cero.

Una sonrisa malévola se pintó en su rostro –Suerte con tus manos –Cuando mis 14 compañeros restantes pasaron por sus armas, nos pidió alinearnos –Ahí afuera he liberado un venado, lo reconocerán porque está marcado con el escudo de la escuela, quién me traiga el animal no hará exámenes conmigo ustedes decidirán cuanto tiempo estar en el bosque.

Fue todo lo que dijo y nosotros nos adentramos al bosque.

En su clase no había reglas, no había equipos y cosas como la empatía y la piedad no existían.

Mientras caminaba sentí pisadas a mi alrededor, pero me rehusé a mirar a mis lados pues no quería evidenciarme.

Me acerqué al rio cercano y simulé tomar un poco de agua, pero abrí los ojos al ver que los gemelos Beaufort trataron de acercarse, tomé una piedra y me giré rápidamente hiriendo a uno de ellos.

La Quinta Shelby: Secretos y MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora