Antes de que Kihyun pudiera poner un pie en la cuerda floja o incluso en una de entrenamiento, su padre le había enseñado a caer; a protegerse la cabeza y minimizar el impacto sin enfrentarse a su propio impulso.
Cuando el estallido del puerto lo levantó en el aire, él se hizo un ovillo. Cayó con fuerza, pero se incorporó en cuestión de segundos y se pegó al lateral de una caja, con las orejas pitando y la nariz llena del penetrante olor de la pólvora. Kihyun lanzó una sola mirada a Changkyun y a los demás y después hizo lo que se le daba mejor: se desvaneció. Subió por las cajas de carga, escalándolas como un insecto ligero, encontrando muescas y agarres con las suelas de goma de sus pies.
La vista desde arriba era perturbadora. Los Despojos estaban superados en número, y había hombres abriéndose camino desde los flancos izquierdo y derecho. Changkyun había tenido razón al mantener en secreto el verdadero lugar de salida. Alguien había hablado. Kihyun había tratado de vigilar al equipo, pero alguien más podría haber estado husmeando. El propio Changkyun lo había dicho: todos los lugares en Ketterdam tenían goteras, incluidos el Listón y el Club Cuervo.
Alguien estaba disparando desde los mástiles del nuevo Ferolind. Con suerte, eso significaba que Minhyuk había llegado a la goleta, y tan solo tenía que conseguirles a los demás el tiempo suficiente para que también llegaran.
Corrió con ligereza sobre las cajas, abriéndose camino por la hilera y buscando a sus objetivos debajo. Era muy fácil; ninguno esperaba que la amenaza viniera desde arriba.
Se deslizó hasta el suelo detrás de dos hombres que disparaban a Hoseok y pronunció una plegaria silenciosa mientras le cortaba la garganta a uno y después al otro. Cuando el segundo hombre cayó, se agachó junto a él y le subió la manga derecha. Había un tatuaje de una mano, con los dos primeros dedos cortados por el nudillo. Puntas Negras. ¿Era aquello la venganza por el enfrentamiento de Changkyun con Geels, o algo más? No deberían haber podido reunir a tanta gente.
Avanzó hasta el siguiente pasillo de cajas, siguiendo un mapa mental de las posiciones de los otros atacantes. Primero eliminó a una chica con un enorme rifle difícil de manejar y después ensartó al hombre que tendría que haberle cubierto el flanco. Su tatuaje mostraba cinco pájaros en formación de cuña: Gaviotas Cuchilla. ¿A cuántas bandas se enfrentaban?
La siguiente esquina se encontraba vacía. Respiró hondo, se agachó y se apresuró a doblar la esquina. Aquella noche sus Santos se portaron bien: había dos hombres disparando en el muelle de espaldas a sí. Los despachó con golpes rápidos de las dagas. Seis cuerpos, seis vidas tomadas. Iba a tener que hacer mucha penitencia, pero había ayudado a inclinar la balanza un poco a favor de los Despojos. Ahora necesitaba llegar a la goleta.
Limpió los cuchillos en sus bombachos de cuero y los volvió a meter en sus vainas. A continuación, retrocedió y corrió hasta el contenedor de cargamento más cercano. Mientras sus dedos agarraban el borde, sintió un dolor penetrante bajo el brazo.
Se giró a tiempo de ver la fea cara de Oomen partida por una mueca de determinación. Toda la información que había reunido sobre los Puntas Negras volvió a él en una ráfaga enfermiza: Oomen, el agente de Geels, el que podía aplastar cráneos con las manos desnudas.
Tiró de Kihyun hacia abajo y le agarró la parte delantera del chaleco, retorciendo bruscamente el cuchillo de su costado. Luchó por no desmayarse.
Mientras su capucha caía hacia atrás, Oomem exclamó:
—¡Ghezen! Tengo al Espectro de Im.
—Deberías haber apuntado... más arriba —jadeó Kihyun—. No me has dado en el corazón.
ESTÁS LEYENDO
SEIS DE CUERVOS - MONSTA X
General FictionKetterdam es un bullicioso país, foco de comercio internacional donde cualquier cosa se puede conseguir por el precio adecuado. Y es precisamente donde Changkyun Im, el criminal más vivaz del Club Cuervo, encuentra al equipo perfecto para realizar u...