23. HOSEOK

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Hoseok siguió a Changkyun por las escaleras. Un escarpado tramo tras otro de piedra y luz de gas temblorosa. Lo observó con atención. Iba a buen ritmo, pero le dolía andar. ¿Por qué había insistido en ser él quien subiera? No podía ser cuestión de tiempo, así que a lo mejor era lo que siempre había pretendido.

A lo mejor quería ocultarle algo de información a Hyungwon. O quizá tan solo quería que nadie tuviera la sensación de saberlo todo. Se detuvieron en cada rellano, escuchando por si había patrulleros. La prisión estaba llena de sonidos, y era difícil no saltar por cada uno de ellos: voces que bajaban flotando por la escalera, el ruido metálico de las puertas abriéndose y cerrándose.

Hoseok pensó en el violento caos de la Puerta del Infierno, los sobornos cambiando de mano, la sangre tiñendo la arena, un mundo distinto y distante de ese lugar estéril. Desde luego podía contarse con los fjerdanos para que mantuvieran las cosas en orden.

De camino al cuarto tramo, de pronto sonaron voces y pisadas en la escalera. Con rapidez, Hoseok y Changkyun retrocedieron hasta el rellano del tercer piso y se colaron por la puerta que daba a las celdas. El prisionero en la más cercana comenzó a gritar, y Hoseok levantó la mano con rapidez y le cerró las vías respiratorias. Él le miró con los ojos como platos, arañándose el cuello. Hoseok le bajó el pulso, dejándolo inconsciente mientras relajaba la presión sobre su laringe para permitirle respirar. Lo necesitaban en silencio, no muerto.

Los ruidos crecieron mientras los guardias bajaban las escaleras, y un ruidoso fjerdano reverberaba por las paredes. Hoseok contuvo el aliento observando la puerta, con las manos listas. Changkyun no tenía ningún arma, pero se había puesto en posición de lucha, esperando a ver si la puerta se abría. Sin embargo, los guardias continuaron más allá del rellano, hasta el siguiente piso.

Cuando los sonidos se desvanecieron, Changkyun le hizo una señal y salieron por la puerta, la cerraron tras ellos con tanto silencio como pudieron y continuaron su ascenso.

Sonaron siete campanadas mientras llegaban al piso superior. Había pasado una hora desde que habían dejado inconscientes a los prisioneros en el área de contención.

Tenían cuarenta y cinco minutos para buscar las celdas de alta seguridad, encontrarse de nuevo en el rellano y volver al sótano. Changkyun le hizo un gesto para que fuera por el corredor de la izquierda mientras él iba por la derecha.

La puerta crujió sonoramente mientras Hoseok entraba. Las lámparas estaban espaciadas allí, y las sombras entre ellas parecían lo bastante oscuras para caer en ellas.

Se dijo que debía estar agradecido por el refugio, pero no podía negar que era espeluznante. Las celdas también eran diferentes, con puertas de acero macizo en vez de barrotes de hierro. Había un agujero para ver en cada una de ellas al nivel de los ojos. Bueno, de los ojos fjerdanos. Hoseok era alto, pero tuvo que ponerse de puntillas de todos modos para mirar por ellos.

La mayoría de los prisioneros estaban durmiendo o descansando, enroscados en las esquinas o boca arriba con un brazo sobre los ojos para bloquear la débil luz de las lámparas que se colaba por el agujero. Otros estaban sentados contra las paredes, mirando con apatía a la nada. De vez en cuando encontró a alguno paseándose y tuvo que alejarse con rapidez. Ninguno era shu.

¿Ajor? —dijo uno tras Hoseok en fjerdano. Lo ignoró y siguió avanzando, con el corazón latiendo con fuerza.

¿Y si Chaeyoung Son de verdad estaba en esas celdas? Sabía que era probable, pero aun así... podía matarla en su celda, sumirla en un sueño profundo e indoloro y simplemente pararle el corazón.

Le diría a Changkyun que no la había encontrado. ¿Y si la localizaba Changkyun? Tal vez tuviera que esperar a salir de la Corte de Hielo para encontrar una solución, pero al menos podía contar con que Hyungwon le ayudara. Qué alianza tan extraña y nefasta habían forjado.

SEIS DE CUERVOS - MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora