39. HOSEOK

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Emergieron de la oscuridad empapados, llenos de moratones y jadeando bajo la brillante luz de la luna.

Hoseok sentía como si le hubieran aporreado todo el cuerpo. Los restos del baleen eran unos pegotes viscosos en las comisuras de su boca. Sus ropas habían quedado raídas hasta casi la nada, y de no haber estado tan desesperado y atolondradamente feliz por estar vivo y respirando, tal vez se habría preocupado por el hecho de encontrarse descalzo y casi desnudo en la garganta de un río del norte, todavía a casi dos kilómetros y medio del puerto y la seguridad.

En la distancia, podía oír las campanas de la Corte de Hielo sonando. Hyunwoo estaba tosiendo agua, y Hyungwon arrastraba a un Changkyun inconsciente e inmóvil fuera de la zona poco profunda.

—Por todos los Santos, ¿está respirando? —preguntó Hoseok.

Hyungwon lo puso boca arriba sin suavidad y comenzó a presionarle el pecho con más fuerza de la que era estrictamente necesaria.

—Tendría. Que. Dejar. Que. Murieras —murmuró mientras presionaba.

Hoseok se arrastró por las rocas y se arrodilló junto a él.

—Deja que te ayude antes de que le rompas el esternón. ¿Tiene pulso? —Presionó los dedos en su garganta—. Lo tiene, pero se está desvaneciendo. Ábrele la camisa.

Hyungwon ayudó a quitarle el uniforme de drüskelle. Hoseok puso una mano sobre el pálido pecho de Changkyun, concentrándose en su corazón y obligándolo a contraerse. Usó la otra para apretarle la nariz y abrirle la boca mientras trataba de meter aire en sus pulmones. Un Corporalnik más hábil podría haber extraído el agua él solo, pero no tenía tiempo para preocuparse por su falta de entrenamiento.

—¿Vivirá? —preguntó Hyunwoo.

No lo sé. Presionó los labios contra los de Changkyun, ajustando las espiraciones con los latidos que provocaba en su corazón. Venga, podrido rufián del Barril. Has salido luchando de cosas peores.

Sintió el cambio cuando el corazón de Changkyun adoptó su propio ritmo. Entonces el muchacho tosió, le dio un espasmo en el pecho, y escupió agua por la boca. Se lo quitó de encima tomando bocanadas de aire.

—Quítate de encima —jadeó Changkyun, limpiándose la boca con la mano enguantada. Tenía los ojos desenfocados y parecía que su mirada atravesara a Hoseok—. No me toques.

—Estás aturdido, demjin —dijo Hyungwon—. Casi te ahogas. Tendrías que haberte ahogado.

Changkyun volvió a toser y todo su cuerpo se estremeció.

—Ahogado —repitió.

Hoseok asintió lentamente con la cabeza.

—La Corte de Hielo, ¿recuerdas? ¿El atraco imposible? ¿Muerte casi segura? ¿Tres millones de kruge esperándote en Ketterdam?

Changkyun pestañeó y sus ojos se aclararon.

—Cuatro millones.

—Pensaba que eso te ayudaría.

Él se frotó la cara con las manos, con unas toses húmedas todavía sacudiéndole el pecho.

—Lo hemos conseguido —dijo maravillado—. Djel hace milagros.

—Tú no te mereces milagros —replicó Hyungwon, con el ceño fruncido—. Has profanado el fresno sagrado.

Changkyun se puso en pie, se tambaleó un poco y tomó otro aliento tembloroso.

—Es un símbolo, Chae. Si tu dios es tan delicado, tal vez deberías buscarte uno nuevo. Vámonos de aquí.

Hoseok levantó las manos.

SEIS DE CUERVOS - MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora