24. KIHYUN

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Kihyun levantó la mirada hacia la oscuridad. Muy por encima de él, flotaba una pequeña franja gris de cielo vespertino. Seis pisos que escalar a oscuras con las manos resbaladizas por el sudor y los fuegos del infierno ardiendo debajo, con todo su peso en la cuerda y ninguna red para sujetarlo.

Sube, Kihyun. Las manos desnudas eran lo mejor para escalar, pero las paredes del incinerador estaban demasiado calientes para permitirlo, así que Jooheon y Minhyuk lo habían ayudado a sacar los guantes de Changkyun de los cubos de la lavandería.

Dudó brevemente. Changkyun le diría que se pusiera los guantes y ya, que hiciera lo que fuera necesario para realizar el trabajo. Y aun así, se sintió curiosamente culpable mientras deslizaba el flexible tejido negro sobre sus manos, como si hubiera entrado en su habitación sin permiso, hubiera leído sus cartas y se hubiera tumbado en su cama.

Los guantes no tenían costuras, y solo había unos diminutos cortes en las puntas de los dedos. Para los juegos de manos, comprendió, para poder mantener el contacto con las monedas o las cartas, o trabajar en una cerradura. Tocar sin tocar.

No tuvo tiempo para aclimatarse a la sensación aumentada de los guantes. Además, había escalado con las manos cubiertas muchas veces cuando los vientos de Ketterdam le habían entumecido los dedos. Flexionó los dedos de los pies en sus pequeñas sandalias de cuero, disfrutando de la sensación familiar de tenerlas en los pies, botando sobre sus abultadas suelas de goma, sin miedo y deseoso.

El calor no era nada, simple incomodidad. ¿El peso de veinte metros de cuerda enroscado alrededor de su cuerpo? Era el Espectro. Había sufrido cosas peores.

Se lanzó a la chimenea con pura confianza.

Cuando sus dedos entraron en contacto con la piedra, soltó un siseo. A pesar del cuero, podía sentir el denso calor de los ladrillos. Sin los guantes, la piel se le habría empezado a ampollar de inmediato, pero no había nada que hacer salvo sujetarse.

Subió; la mano y después el pie, y después otra vez la mano, buscando la siguiente grieta, la siguiente protuberancia en las paredes resbaladizas por el hollín.

El sudor le bajaba por la espalda. Habían empapado de agua la cuerda y su ropa, pero no parecía servir de mucho. Sentía todo el cuerpo caliente, bañado de sangre como si lo estuviera cocinando poco a poco en su propia piel.

Sus pies latían con el calor. Los notaba pesados, patosos, como si pertenecieran a otro. Trató de centrarse. Confiaba en su cuerpo. Conocía su propia fuerza y sabía exactamente lo que podía hacer.

Levantó otra mano, obligando a sus miembros a cooperar, buscando un ritmo, pero encontrando solo una incómoda síncopa que dejó sus músculos temblando cada vez que subía. Alcanzó el siguiente saliente y se aferró a él. Sube, Kihyun.

Su pie resbaló. Los dedos de sus pies perdieron el contacto con la pared, y el estómago le dio un vuelco cuando sintió el tirón de su peso y la cuerda. Se sujetó a la pared, aferrándose a las grietas, con los guantes de Changkyun alrededor de sus dedos húmedos. Otra vez su pie buscó agarre, pero solo se deslizaron sobre los ladrillos.

Entonces el otro pie también comenzó a resbalar. Tomó una bocanada de aire abrasador. Algo iba mal. Se arriesgó a mirar abajo. Muy al fondo vio el resplandor rojo de los carbones, pero fue lo que vio en sus pies lo que lo aturdió e hizo que su corazón galopara con pánico.

Había una cosa viscosa. Las suelas de sus zapatos, sus perfectos y amados zapatos, se estaban derritiendo.

No pasa nada, se dijo. Cambia el agarre. Pon el peso sobre los hombros. La goma se enfriará cuanto más subas. Te ayudará a sujetarte. Pero sentía los pies como si estuvieran ardiendo. Ver lo que estaba pasando de algún modo lo empeoraba, como si la goma se estuviera fusionando con su carne.

SEIS DE CUERVOS - MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora