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   Solo éramos tres chicos en Gryffindor aquel año. Cristofer, un chico rubio, de cara redonda, que parecía a punto de romper a llorar; y Carlos, más simple que un ladrillo, en poco tiempo comprendí que no le importaba nada, ni nadie.

   Durante mi primera noche en el castillo escribí una carta a mis padres, Buenas noticias, voy a vestir de rojo, bromeé en el primer párrafo. Cristofer lloraba contra su almohada, Carlos roncaba. No me gustaban, no quería ser su amigo, aunque lo intentaría.

   Los primeros días de clase no fueron demasiado interesantes, magia introductoria, cosas que a día de hoy no me parece importante describir. Durante mi tercera semana en Hogwarts, mientras salía de clase de pociones hablando con Emily choqué con Regulus por segunda vez.

      -Ten cuidado-    dijo, la miré unos segundos sin saber si debía disculparme o no. Iba acompañada de un chico muy alto, Bartolomius Crouch Junior, pero yo aún no conocía su nombre.

      -Perdón-    dije viendo hacia otro lado, algo avergonzado    -Emily, esta es Regulus-    le dije a mi amiga.

      -¿Esta?¿Cómo que esta?-    preguntó muy molesta. Yo la miré de nuevo, pensando en si la palabra esta era ofensiva en ingles. Entonces vi que no llevaba el mismo uniforme que mi amiga, vestía como yo, como los chicos.

   Hice memoria, nadie más que yo se había referido a Regulus como una chica, aunque nadie me había corregido tampoco. Pero era muy guapo como para ser un chico, me gustaba, no podía ser un chico.

      -Yo... Tu... ¿No eres...?-    cómo podía expresar toda aquella vergüenza, la confusión, el horror de todo aquello. No es que me gustará, pero si que le consideraba la chica más guapa de nuestro curso, aunque muy mala persona.

      -No soy una chica-    dijo furioso, tan avergonzado como yo.

      -Pero eres muy guapa-    se me escapó en voz alta. No quería decirlo, jamás lo hubiera dicho en alto. Emily a mis espaldas se sujeto en mi hombro mientras reía, y yo me alejé de Regulus unos pasos. Su amigo, el chico alto, sonrió aguantando una risa.

      -Eres idiota-    dijo, juraría que sacó su varita para maldecirme, pero no esperé a comprobarlo, salí corriendo tirando de Emily. Aquello había resultado horriblemente mal.

   Fue una broma durante días, lo guapa que me parecía Regulus. Emily se lo contó a nuestros compañeros de casa entre risas, yo me reí también. La gente divertida se ríe de una buena broma, pero no me hizo gracia.

   Tras aquello, entré en la lista negra de Regulus Black, una lista en la que no le deseo a nadie estar. De la nada era una celebridad en la casa verde. Todos sabían mi ascendencia no mágica. Pase de escuchar algún enano o maldito Gryffindor, a insultos que no pienso dejar por escrito en ningún texto.

   Yo era un niño de diez años, mi única amiga era una chica bastante sarcástica, que no se tomaba en serio lo que le decía. Me angustié mucho.

   La siguiente vez que escuche a Cristofer llorar por la noche, llore con él desde mi cama. Había sido un accidente, yo no quería insultar a nadie, ni siquiera a un Slyterin llorón como Regulus.

   Recuerdo que escribí una carta a mi madre, una tarde de finales de octubre, antes de Halloween. Aquella mañana un chico muy tranquilo de Slyterin, Evan Rosier, de tercero, se había acercado a mí en los pasillos.

      -¿Tu eres el marica al que le parece muy guapo Regulus?-    me dijo cómo si preguntara la hora. Negué con la cabeza    -Sí eres tú. ¿No te gustan lo suficiente los chicos de Gryffindor que tienes que molestar a los nuestros?-.

      -No me gustan los chicos-    dije tratando de sonar seguro. No añadí nada más, dolía demasiado. Sentí como mis ojos me traicionaban al mirar hacia el suelo. Tuve que procesar el insulto, nadie nunca me había llamado así, solo lo había escuchado una vez en la televisión.

      -Marica y sangre sucia, matate directamente-    se marchó con esas últimas palabras. Mi cuerpo se contrajo ligeramente, como si intentara esconderse dentro de si mismo. Solté el aire, no fui capaz de recuperarlo.

   Camine a un paso más rápido del que debía hasta la sala común, resbalando un poco por los pasillos. Todos estaban en clase, por lo que no sucedía nada por sentarse en las mesas de café frente a la chimenea. Saque un pergamino y escribí que quería volver a casa, aguantando las ganas de llorar. Que necesitaba volver a casa.

   Supliqué varias veces a mi madre que me dejara volver. Estudiaría en un instituto muggle, iría a la universidad, no me importaba la magia. No quería saber nada de los magos.

   Tire la carta al fuego, no podía explicarlo en casa, explicarle a mamá que se reían de mi porque había confundido a un chico muy guapo con una chica. Me fui a dormir, o a tumbarme con los ojos cerrados en mi cama, como si estuviera enfermo, para que me dejaran en paz.

   Odiaba a todos los Slyterin de todos los cursos, ninguno merecía ser absuelto. Pero sobre todo a Regulus, le odiaba con tanta fuerza, por malinterpretar de aquella forma mis palabras. Mejor para mí que no fuera una chica, porque iba a partirle la cara a puño limpio.

   Lo buscaría entre clases, tal vez tras historia de la magia, que saldría dormido. Empujaría atrás a sus amigos, a él contra la pared. ¿Qué haces?  Preguntaría.    Eres un puto mentiroso,    le golpearía en la cara, en la nariz, para hacer sangre, como me enseñó mi padre.

   No me haría daño, pero él si.    ¿Te parece gracioso ahora?¿Eh?    Sus amigos vendrían a por mí, me dejaría pegar, les demostraría que no me dan miedo.    Al menos yo no necesito amiguitos que me defiendan, eh guapa.    Cambiaría el significado de mis palabras.    Solo te insultaba, porque pareces una niñita, si alguno de los dos es marica eres tú.    Pero no me gustaba decir esa palabra, no me parecía mal ser gay, tenía sentido a veces. No, no diría marica.    Si algunos de los dos es raro aquí eres tú, puto Black.    Regulus lloraría por el dolor, Crouch me lanzaría alguna maldición dolorosa. Entonces Flich saldría. Tal vez me expulsarán de Hogwarts. Salía ganando. Podría incluso devolverle la maldición a Crouch.

   Obviamente no lo hice, no golpee a Regulus. Pero me quedé con la ganas de empujarlo contra la pared y decirle unas cuantas cosas.




Vivamus, 

moriendum est.

(Déjanos vivir, ya que debemos morir.)









SOUL LOVE [RegulusxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora