SOUL LOVE [RegulusxOC]

24

   Regulus me saludó y se despidió de Crouch mientras paraba a hablar conmigo. Lo típico de todas las noches. ¿Qué tal?¿Tu hermana?¿Has hecho ya tal trabajo? Lo que fuera...

      -¿Podemos dar una vuelta rápida?-    le dije viendo que no dejaba de llegar gente. Le vi sorprendido, supongo que turbado con el hecho de que había cambiado sus planes para la noche. Pero sin esperar respuesta, subí por la escalera.

   Por suerte me siguió, porque yo iba inmerso en mis pensamientos. Cuando vi un pasillo vacío me detuve y le miré. Se paró y me observó molesto.

      -¿Qué mierda quieres, Canna?-    me dijo. Dude un poco, porque no estaba seguro de cómo decirle que no podía ser su amigo. Es más, no quería tener nada que ver con él.

      -Black-    comencé, me miró raro por decir su apellido    -¿De verdad somos amigos?-.

      -¿Por? Sí, ¿no?-    apretó los labios nervioso. Me sentí algo mal, pero no iba a decir ahora "oh, estupendo, buenas noches".

      -Yo soy un mestizo-    apartó la vista hacia el suelo mientras le hablaba    -Mi padre es muggle. Mis mejores amigos son hijos de muggles. Vivo en un pueblo muggle. Eres un Black-    no me respondió de inmediato, pero cuando lo hizo se me aceleró un poco el pulso.

      -¿Y?-    levantó la vista para mirarme, y su mirada de plata me hizo sentir algo extraño, que no quería sentir en aquel momento. Pensé que me arrepentiría de aquello. No porque fuera mi gran mejor amigo, pero iba a echar de menos algo de él.

      -Eh...-    murmuré, tenía que decir algo. Tragué saliva recomponiendo mi idea inicial    -Reg... Eres un Black-.

      -Lo se. Créeme que lo se-.

      -Bueno, pues eres un Black, y eres Slyterin, y ambos sabemos que simpatizante de... Bueno, de ese-.

      -Eso es complicado-    me interrumpió rápido. Su tono de voz era algo más incómodo, pero no era demasiado expresivo. Se apartó el pelo de la cara y me volvió a mirar    -No es que este de acuerdo con todo lo que hace, ¿vale? Pero tiene algunas cosas...-.

      -Ese es el puto problema, Black. No puedes medio apoyar a alguien así, y yo no me quiero asociar con esas ideas-.

      -Entonces no quieres que seamos amigos-.

      -Yo...-    sí quería, pero no solo amigos cómo ya éramos, de conversaciones casuales y pobres. Quería saber todo de él, conocer sus gustos y lo que más odiaba. Saber su color favorito, su último sueño. Quería conocer su alma de una forma que no puedo explicar, o nada.

      -Pues no lo acepto-    no le contesté, me acerqué a una de las paredes del pasillo y me apoye buscando claridad.

      -Escucha. Tu mismo eres lo suficientemente listo como para darte cuenta de que no es normal-.

      -Como me dejes de hablar dejó de cuidar a tu hermana-    le miré. Unos largos segundos en silencio. El mismo se dio cuenta de sus palabras y se arrepintió un poco, porque lo corrigió    -Bueno, tal vez no. Pero a ti sí-.

      -No me importa que Crouch me pegue un par de palizas, estoy acostumbrado-    dije sonriendo. Se acercó despacio y me enderecé, apoyando toda la espalda en la pared. Era mucho más alto que él.

      -Canna-    dijo frío. Yo sonreí más, nervioso. Se paró frente a mi, a una distancia casi íntima, pero lejana aún.

      -Va a ser el toque de queda-    dije.

      -Por favor-    no fue una súplica. Fue casi un orden, una explicación.

      -¿Eres un mortífago, Regulus Black?-.

      -Tengo 15-    me enseñó sus antebrazos limpios. No sabia qué significaba el antebrazo sin ninguna marca todavía, pero fingí que sí.

      -¿Y vas a serlo?-    no me contestó, aunque esperé su respuesta    -No somos amigos. No sé nada de ti, ¿qué sabes tú de mí?-.

      -Eso es mentira. Una sucia mentira-.

      -¿Qué se de ti?-    dije irónico. Se enfadó conmigo, le vi apretar los puños y pensé que me iba a golpear.

      -Sabes... Sabes que me gusta el Quiddich. Y sabes a qué hora llego a la biblioteca, y al comedor, porque te he visto fijarte en mi. Sabes que mi hermano se enfadó conmigo cuando entré en Slyterin. Y que me gustan... joder, que me gustan los chicos. Sabes cómo tomó apuntes, mi letra, como remuevo el caldero y como soy dirigiendo un grupo. Sabes de que clases salgo dormido. Sabes muchas cosas Canna-.

   Jamás lo había visto de aquella forma, no se me había ocurrido pensar en ello de esa manera.

      -¿Y que sabes de mi?-    susurré, sin ninguna rabia, disfrutando esa pequeña lección que me estaba dando. Regulus no me respondió y me mantuvo la mirada.

      -Muchas cosas-    entrecerró los ojos. Yo sonreí apenado, viendo la luna en el cielo tras él, más allá de las ventanas. Volví a ver sus ojos, me dio un vuelco el estómago. Tenía que cortar aquella relación por motivos más allá de políticos.

      -Lo superaremos-    aseguré dispuesto a irme. Que aquellas fueran nuestras últimas palabras. Regulus me detuvo furioso. Me agarró del cuello de la camisa con fuerza, empujándome contra la pared. Tenía más fuerza de la que aparentaba su enclenque cuerpo.

      -Eres muy odioso-    me dijo enfadado. Sonreí con pena. Me gustaba mucho, pero no lo suficiente como para quedarme en aquella situación.

      -Esta bien-    le dije    -No eres mal tipo, Regulus-.

      -Te odio muchísimo-.

      -Así debe ser-.

      -Que te calles imbécil, que no te soporto-    se puso de puntillas y tiro de mi camisa hacia él. Supongo que debí verlo venir, pero no lo pensé. Creí que me iba a pegar, no a besar.

   Cerré los ojos disfrutando el mejor beso de mi vida. El peso, la fuerza, le abracé con mis brazos para que no se alejará, no lo hizo. Me besó con tanto sentimiento que pensé que nunca en toda mi vida iba a volver a besar a una chica y poder fingir que me gustaba. Aunque esto lo pensé más entrada la noche.

   Cuando me tuve que separar para tomar aire, me sentí horrible por romper el beso. Me miraba en silencio. Nos quedamos quietos unos segundos, puede que aterrados o llenos de emoción, no estoy seguro. Cuando le solté, él me soltó la camisa, completamente arrugada.

   Se limpio la boca con la mano y se marchó caminando por donde habíamos venido. Yo no me moví.

   No sabia porqué, y no debía ser así, pero estaba seguro de que Regulus no me iba a volver a hablar en mucho tiempo.

Es un regalo,

¿sabes?,

sentir tanto

aunque sea duro

significa que estás viva.

Con cada lamento

tu alma renace

en el dolor más viva

de lo que nunca estuvo.