EPÍLOGO

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   Le vi retroceder unos pasos, mientras me veía como si fuera una clase de ser espectral. Incrédulo. Tenía que decir algo, explicarme, disculparme. Se veía tan hermoso como siempre. Se había cortado el pelo, pero era él, con sus ojos marrones que brillaban cuando hablaba. Era él, tan lleno de vida como el primer día, fuerte y alto como un pino, y tan avergonzado de esto que se encogía ligeramente sobre si mismo.

   Era él con sus camisas remangadas que le copiaba a los actores de las revistas. Con sus nervios ante los saludos, sus largos silencios cargados de cariño, y las miles de curiosidades curiosas que a nadie le importaban demasiado. Respiré profundo, comencé a hablar.

      -Ha pasado bastante tiempo...-    dije con una sonrisa algo nerviosa. Pase mis manos por mi pantalón nervioso, y le volví a mirar    -Lo siento mucho, mucho, mucho. Pero... Bueno, no podía simplemente aparecer. He estado haciendo una cosa muy importante, con Pandora, para detener a Voldemort, y era sumamente importante-    me acerqué a Canna, tomando sus manos entre las mías    -Vine aquí, para esperarte, pues no me podía simplemente quedar en Londres, ¿sabes? Todo a terminado, estamos los dos aquí...-.

      -Hijo de puta-    respondió soltándose. Me miraba, pero tenía los puños apretados, y temblaba sutilmente. Se alejó unos pasos más, apretando los dientes    -Estas vivo-.

      -Escucha, lo siento, pero era muy importante que desapareciera por un tiempo tras lo que había hecho-    le sonreía, porque estaba muy feliz de verlo. Pero Canna no dejaba de temblar   -En la carta...-.

      -¡Qué carta, Regulus?¡Eso no era un puta carta, era una nota de despedida!¡Pensé que te habías suicidado!-    cerró los ojos con fuerza, pasando una mano por su cara. Aquello no estaba hiendo como había imaginado.

      -Tenía una misión, te prometo que te lo explicare todo...-.

      -¡Qué puta misión vas a tener?¡Por qué no me dijiste desde el principio que tenías nada!¡Que estabas vivo!¡Un año!¡Un año pensando que estabas...!-    se quedó en silencio. Me miraba respirando con mucha fuerza, y yo no sabía que hacer, que decir.

      -Pero en la carta...- susurré.

      -En la carta, la puta carta, mira...-    del bolsillo de su chaqueta sacó un papel arrugado y doblado, que fue abriendo hasta que reconocí en él la carta que le había escrito hacía tanto tiempo. Le miré abrirla, y la tiró contra el suelo, en mi dirección.

   Recogí del suelo la nota. La miré unos segundos releyendo por encima el contenido. La guardaba. No solo la guardaba, sino que la llevaba consigo. No podía decirme que no me quería si llevaba consigo las cartas que le mandé. Canna bufó y se acercó a mí, quitándome mi carta de un tirón, leyendo el final.

      -Te quiero de verdad, te amo-    leyó    -¡Qué amor?¡Lo único que hay aquí es abandono!-    me empujó, golpeándome con el papel    -¡Una puta carta de despedida y un obituario en el periódico!¡Lo única que he sabido de ti!-.

      -Lo siento-    susurré. Se quedó callado, mirándome. Estaba muy cerca, su mano, arrugando el papel, contra mi pecho. Sus labios temblaban ligeramente desconcertados. Lloraba. No pude hacer menos que llorar con él.

      -Regulus Arturus Black... Stupido figlio di puttana, fottuto bastardo! Bugiardo, bugiardo! Perché sei qui adesso? Mi stai usando, lo sai? Cosa c'è che non va? Non porti ossigeno al cervello?! Non credi?! Cosa c'è che non va? Merda nella tua testa? Figlio di puttana!-    me gritaba en italiano, y no pude entender todo lo que me decía. Estaba enfadado, pero yo estaba allí.

      -Estoy aquí-.

      -Estabas mejor muerto-.

   Se alejó por el camino. Me transformé de vuelta a un gato, porque no podía lidiar con todo lo que estaba sintiendo. Se marchó. Si quiera se giró una vez. Yo no tenía a donde ir, no sabía que hacer. Así que me volví a su casa, me tumbe en la hierba del jardín, y esperé.


   Canna volvió por la noche, tarde. Olía raro, a cerveza. Pasó por el jardín y entró en la casa. Maullé para que me notará, pero no hizo nada. No se que había esperado, pero no aquello. Ojalá lo hubiera pensado todo mejor.

   Entonces la puerta se abrió. La dejó abierta. Pero no salió, tampoco me dijo nada. Me atreví a entrar a su casa, porque supuse que me dejaba la puerta abierta a mi.

   Él estaba sentado en el salón, mirando en mi dirección. Entrecerró los ojos, murmuró algo para si mismo que no logré entender, y se marchó por las escaleras hacia el piso superior.

   No estaba seguro de que hacer, pero dejé mi forma animal y cerré la puerta a mis espaldas. No le iba a seguir arriba. Me senté donde había estado él poco antes. Llevaba mucho tiempo sin entrar en un casa, al menos no siendo un humano.

   Olía a él. A mar. Todo el pueblo en realidad. Pero dentro de la casa de los Mellifer se podía ver la historia de su vida. Brujos de mar.


   Canna no me dirigía nada más que largas miradas y silencio. Si tenía que decir algo, siempre hablaba en italiano. Estaba furioso conmigo, pero no lograba entenderle. Tal vez no quería que estuviera vivo.

   Pero me abrió una habitación de su inmensa casa, y me entregó unas mudas de ropa suya, que me quedaba bastante grande. Más adelante, me compró ropa de mi talla. Me traía parte de la comida que él cocinaba, y no se alejaba de mí. Simplemente no me hablaba.

   Tampoco intenté forzar la situación. Es cierto que había ido tras Canna en busca de refugio, pero nunca quise obligarle a ayudarme.

   Un día llego una amiga suya a la casa, la pelinegra tan guapa. Rompió su silencio para decirme que me mantuviera en mi dormitorio o como gato, por un par de semanas.

   La chica, Shopie, le estuvo contando cómo progresaba la situación en Londres tras el final de la guerra. Dijo que todo iba bien.

   Yo estaba tumbado en el suelo, como un gato, y escuchaba. Le preguntaba cosas a Canna, él sonreía y no dejaba de hablar con ella. Se contaron todo, menos que yo estaba allí.

      -¿Has estado bien tú solo?-    Canna me miró, nervioso con la pregunta. No podía entender a que se refería su amiga.

      -No quiero hablar de eso ahora-    dijo entre dientes. Shopie golpeó la mesa con la mano e insistió en saber si había estado bien.

      -No se te ocurrirá hacer algo estúpido ahora que no estoy contigo-    dijo. Canna cerro los ojos avergonzado, podía ver cómo no quería que escuchará aquella conversación. Pero Canna siempre había sido muy independiente, incluso cuando vivíamos juntos no necesitaba nunca nada de nadie, la chica no debía saber lo que decía.

   Sonrió a Sophie y le pidió hablar de esto en otro momento, pues estaba muy feliz de verla. Su amiga lo aceptó con un suspiró, dejándome con la duda.

   Ella se marchó a las dos semanas, y entonces Canna se sentó en el salón, varios lugares separado de mi.

      -Me puedes dar tu explicación-    me dijo mirando la tele. Le miré. Estaba de brazos cruzados, y esperaba mi respuesta. Tome aire profundamente. Me senté apoyando mi peso sobre las rodillas, y conté todo lo que había querido explicar.




If ever there is a tomorrow when we're not together...

there is something you must always remember.

You are braver than you belive,

stronger than you think.

But the most important thing is,

even if we're apart...

I'll alaways be

with you.







SOUL LOVE [RegulusxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora