Una vez te pregunté que sabías de mi. Estábamos discutiendo.
Qué mínimo que te diga lo que se de ti. Lo que sabía de él. Sus manos siempre estaban frías. Pálidas y gélidas sobre mi piel. Se aferraban con fuerza a mi espalda, apretaban y clavaban sus uñas, mientras ambos nos obligábamos a guardar silencio.
Sus manos frías rozaban mi pecho, acariciaban mi espalda y apretaban mis muslos, con los ojos cerrados, la boca abierta.
Un viernes, de 1979. Me separé de mis amigos para esperar a Regulus en nuestro escondite. Un despacho abandonada en el segundo piso, en una zona con poco movimiento de estudiantes. Todos los viernes desaparecía por unas horas, si tenía suerte toda la noche. Mis amigo ya no se preguntaban por qué.
Mientras esperaba me dio por jugar a levitar objetos de la habitación. Después tuve que recogerlos. Regulus llegó. Dio un par de pasos en la clase antes de cerrar la puerta con un hechizo, su presencia llenaba la habitación hasta resultar abusiva, asfixiante. Mi cuerpo se tensaba al tenerlo solo para mi, sentía la piel de mis brazos estremecerse, el bello erizarse, los dientes se apretaban, y la respiración se detenía unos segundos.
-Hola- saludaba siempre, crítico con la habitación desordenada, pero sin moverse a ayudar.
-Enseguida termino- le dije tratando de no mostrar lo turbado que me hacía sentir, lo mucho que anhelaba su compañía.
Regulus se apoyó contra el respaldo de la puerta y me vio trabajar sin decir una sola palabra, sin realizar un mal gesto. No tenía ninguna prisa, sabía que me tenía solo para él, y que yo poseía algo de él.
No tarde demasiado en acomodar la habitación con algo de magia, deteniéndome para verlo, como si de una pieza de marfil se tratará, una escultura de origen helénico. Intimidaba por lo bello que podía llegar a verse.
-¿Has terminado?- me preguntó al sentir mi mirada devota -Quería hablar contigo de una cosa-.
-Claro, dime-.
-¿Le has dicho a alguien sobre lo nuestro?- en el fondo de mi estómago el miedo me hizo sentir que no iba a poder contestar, pues una pregunta cómo aquella solo podía significar que alguien sabía.
-No, nadie sabe- mentí. Mentí porque si alguien sabía y era por culpa mía, no sólo iba a resultar gravemente traicionado, Regulus me podría llegar a odiar.
-Mentiroso...- fue su única respuesta, con una sonrisa irónica, y como si no acabará de alterar todo mi cuerpo con su inoportuna pregunta, como si su sola presencia no me turbara lo suficiente, se acercó a mí para besarme.
Dos meses más de esto, dos meses más de viernes secretos, conversaciones extrañas y besos suaves, como él. De sus manos frías, de su pelo rizado entre mis dedos, y de todos sus besos.
Dos meses más, solo dos, pero dos por suerte. Si no hubiéramos perdido tanto tiempo, tardado tanto en comprendernos, podríamos haber sido amigos desde primero. En vez de eso, durante el verano de 1972 mi madre había sido muy clara en evitar a los hijos de los sangre pura.
Había sido un verano muy tranquilo, con un aire frío soplando todos los días, para disgusto de los engañados por el sol, para disfrute de muchos otros, como yo.
La casa de mi familia era muy grande, con más de doce dormitorios, demasiados baños, y muchas escaleras. Había pertenecido a la familia Mellifer por más de catorce generaciones. Grandes magos italianos sangre pura, hasta mi abuela.
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SOUL LOVE [RegulusxOC]
Fanfiction- Historia de romance sobre Regulus Black y un OC, Canna Mellifer. - Romance gay, porque Regulus Black es muy y totalmente homosexual. - Ambientado en la época de los merodeadores, es decir entre los 70s y 80s, puede abarcar un poco de la ép...