32

59 8 0
                                    


   No lo hicimos. Aquél no era el momento. Aquella no era la situación. Sobre todo, no era la conversación adecuada para terminar así. Tampoco creo que Regulus quisiera hacerlo.

   El tema había salido. Llevábamos muchos meses de novios, nos gustamos. Yo al menos le quería de verdad. Pero no sabía cómo empezar. Debía ser diferente a las chicas, pero tampoco sabía, porque nunca estuve con una chica.

   Él había movido la primera pieza, y había sacado una reina. Yo debía mover un peón como mínimo. A finales de febrero, cuando la marca ya se me hacía un algo que solo Regulus tenía, sin significado ni dolor, fumamos un cigarro que había comprado a Lupin, y traté de preguntar.

      -Esto...-    no sabía que iba a preguntar. Regulus me miraba en silencio. Estaba sentado encima de mi, nos habíamos estado besando, y ahora me veía molesto por mantener aquella posición incómoda al hablar.

      -¿Te tienes que ir?-    me preguntó confundido.

      -No... Eh... Joder, no sé- me reí. Regulus no ser rio conmigo. Me miró confundido y sonreí.

      -¿Qué?-.

      -Que yo... No se. Sabes esa cosa, cuando te gusta mucho algo... como una galleta y te la quieres comer, pero nunca has probado una galleta, y no sabes tampoco si la galleta quiere que te la comas. Tampoco sabes comer galletas, pero supones que puedes aprender, aunque no sabes si estás listo para hacerlo, y no puedes pedir ayuda, porque todo el mundo sabe comer galletas, y no saben que a ti te gustan otro tipo de galletas-.

      -¿Tienes hambre?-    me preguntó. Insistí en que me respondiera y se levantó de mis piernas para sentarse a mi lado. Se veía fastidiado por mi interrupción, pero creo que se lo estaba tomando en serio. Me preguntó qué quería decir con galleta.

   Sonreí y negué con la cabeza. No quería decir nada, nada en específico. Regulus reflexionó en silencio, mucho tiempo, y me quise levantar e ir, pero no lo hice. Al final me miró y sonrió, posando una mano en mi rodilla.

      -Canna, yo tampoco se comer galletas-    me susurró. Sonreía algo divertido, con unos amables hoyuelos a los lados de su cara.

      -Pero quieres-.

      -No, yo te quiero a ti-    aparté la mirada seguro de que me había comenzado a ruborizar. Regulus se reía ahora. Era la persona más hermosa que nunca he visto, pero cuando se divertía, se veía celestial. Nunca se lo dije.

   Creo que aquello fue mover un peón. Regulus no volvió a decir nada del tema, pero me dio a entender que él estaba listo. Listo para qué, me preguntaba yo. Listo. Yo necesitaba saber que iba a suceder, pero vivía sin referentes.


   Cuando llegó la primavera y el calor empezó a invadir las frías estancias del castillo, nos volvimos algo despreocupados de que nos descubrieran.

   Mis amigos buscaban desesperadamente la mínima prueba de con quién estaba saliendo, pero buscaban una chica. Salvo Emily, a la que le tuve que decir lo que sucedía.

   La primera vez que le dije a Emily que Regulus y yo estábamos juntos se rio conmigo pensando que era una broma tonta. Después se rio de mi. Me golpeó furiosa, y me dijo que era un tonto. Después me abrazó y me pidió disculpas. Intentó varias veces convencerme de que Regulus me estaba utilizando, con sus mejores intenciones.

   Emily me hizo muchas preguntas, y fui sincero en todas. No estaba sorprendida de que Regulus fuera gay, me dijo que ella estaba segura de que a todos nos gustaban un poco los chicos y las chicas. Quise negarlo, pero tampoco me apetecía que me empezara a preguntar por las veces que había besado a alguna compañera. El resto del grupo siguió investigando que chica podía ser.

   Regulus me contó que Barty también sospechaba de él. Le había preguntado si se estaba viendo con una sangre sucia. Dijo que estaba seguro de que Barty también sospechaba que podía ser un chico, pero no lo iba a preguntar nunca. Me contó algo muy curioso, Crouch y Rosier habían estado juntos los últimos años. No sabía si como novios o algo menos formal, pero Regulus les había visto.

      -¿Pero sabes lo peor?-    me preguntó.

      -¿Qué?-    dije esperando algún detalle morboso por el que no volvería a dormir tranquilo.

      -En Slyterin todos somos un poco primos-    nos miramos unos segundos antes de reír. Después le besé y me metió mano. Por su parte, solo Pandora sabía de lo nuestro.

   Ella era muy buena. La mujer más lista que he conocido jamás. Al terminar la escuela se escapó a Países Bajos y se casó. Se fugó con Xenophilius.

   Se mudaron lejos de la guerra y de la comunidad mágica. Adoptaron ambos el apellido Lovegood, y se mezclaron entre los restos de la movida pacifista de los 60 que quedaba en los 80. Pandora se dedicó a crear hechizos, una de las magias más difíciles que existen. La última vez que nos vimos fue en el entierro de los Longboton. Estaba embarazada. Me enteré de su muerte tarde, no pude ir al entierro.


   Pandora y Regulus siempre estaban trabajando en algo, que no le decían a nadie hasta terminar, y a mí esto me ponía nervioso.

   Trabajaban en algo desde septiembre, que no me querían decir, y por lo que sin embargo tuve que robar muchos ingredientes de la despensa de Slughorn. Más de una vez terminé castigado por su culpa.

   Una tarde me dijo que durante las siguientes tres semanas iba a tener que esconder en su boca una hoja de una planta mágica. Quince días que nos dedicamos a escuchar música y leer. Yo a hablar sin parar y él a escuchar, no me aburrí.

   A principios de abril, cuando iban a empezar los exámenes y pasaban los 15 días, entré en la sala donde había quedado con Regulus esperando otra tarde de alternar Queen con ABBA y Adriano Celentano con los Beatles.

   Cerré la puerta y Regulus se levantó de dónde estaba para acercarse. Se acercó a paso rápido, pero me dio tiempo a dejar caer mi cartera al suelo confuso. Paso sus brazos por mis hombros, obligando a que me agachara un poco con el abrazo. Sus labios eran muy suaves y sabían dulce.

   Me deje caer contra la puerta de espaldas, abrazando su cintura. Se me escapó una sonrisa que hizo chocar nuestros dientes, pero Regulus no de alejó ni un paso.

   Entendí que ya había terminado de guardar la hoja en su boca, y que ya podía preparar la poción junto a Pandora. Me lo confirmó después.




Ella no es arte por cómo se ve,

sino por todo aquello que tiene en

el alma.

-Joel Montero









SOUL LOVE [RegulusxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora