No soy ferviente creyente de que la gente cambie. Creo que todos tenemos una forma de ser, y que actuamos según esto. Podemos ser más o menos bondadosos, tímidos o impulsivos.
Yo soy tímido, pero también muy impulsivo. Pero no hago cosas malas, ni me escondo, porque una cosa es tu forma de ser y otra tus acciones. Por ejemplo, Regulus hacía cosas malas y hablaba con gente igual de molesta que él. Gente que me insultaba por tener un padre muggle. Reía sus bromas y sonreía con verdadera maldad. Después me explicaba cómo hacer una poción en clase, sonreía si me salía bien. Tenía momentos como el del tren, aquellos en los que se acercaba a mi, parecía que quería decir algo y se quedaba bloqueado. Eso era molesto, pero porque no lo entendía.
-Esto de trabajar contigo no es tan malo- me dijo un día. Yo sonreí.
-Mejor que Crouch, ¿eh?- bromeé. Sonrió, y después siguió a lo suyo. Se sintió tan extraño, increíble. Me había sonreído y dirigido una mirada perezosa, no hostil.
Pero no me importaba que fuera amable cuando nadie nos veía, si después iba a comportarse como un idiota. Aquella misma tarde vino con Crouch a probar una maldición en algunos compañeros, entre ellos yo.
-Sucio mestizo- me dijo Crouch, mientras Regulus miraba con una sonrisa. Evité la maldición con un escudo, pero quedé más confundido que por la mañana.
-¿Cuál es tu problema?- grité. Vi que Crouch me veía molesto, pero yo le hablaba a Regulus, y él lo había entendido -Eres un idiota...-.
-Oye, sangre...- empezó a decir Crouch. En un arranque de rabia levanté mi barita hacia él. Jamás había lanzado una maldición de verdad, había gastado bromas, ¿pero maldecir?
-¡Tragababosas!- me sorprendí un poco a mi mismo por lo rápido que había sido. Crouch no terminó la frase y yo salí corriendo.
Cuando los exámenes terminaron me dedique a no hacer nada profesionalmente. Me sentaba con Emily al otro lado del lago, mientras hablábamos de la vida y comíamos cereales robados de las cocinas. Evitaba a mi novia.
-Definitivamente no sabes nada- me dijo molesta -Las películas de vaqueros no están en decadencia-.
-Si lo están, nadie quiere ver eso-.
-Yo quiero ver eso-.
-No eres el centro del mundo, Emily-.
-Bueno, al menos mi película favorita no es una cosa rara y desconocida-.
-Eh, Los Siete Samuráis es tremenda-.
-Y no la ha visto ni tu madre-.
-¡Que sí!- nos gustaba discutir por todo. Cine, política, música, colores... Pero muchas veces coincidíamos en opiniones. La única conversación que realmente creo que deba destacar, de todas las que llegamos a tener, fue una sobre Shopie, que comenzó con un tímido ¿la vas a dejar?
-Sí, después del verano. Espero que para entonces se haya olvidado de mi- eso esperaba. Emily meditó unos minutos su respuesta.
-No hacéis buena pareja, ella es muy sentimental para ti, y tu muy directo para ella-.
-¿Directo en buen sentido?-.
-Directo de directo, yo qué sé-.
A final de curso, aunque me había costado adaptarme, y no dejaba de tener algunos problemas con otros compañeros, consideré que primero había sido un buen año.
Había aprendido mucho, y tenía buenos amigos, una novia que me caía bien, y le caía bien a todos los profesores. Al montar en el tren de regreso me invadió una pena suave. Se había quedado corto el año. Me contenté pensando que en tres meses volvería, y que debía disfrutar de la libertad mientras se me permitiera.
En la estación me esperaba mi padre, con cara de estar muy impresionado con todas las personas mágicas, las maletas volando, y algunas últimas bromas mágicas que se veían en los vagones. Mi primer impulso al verle fue abrazarlo, pero aquello era un poco llorón.
-Papà- le llamé.
-Aquí estás Canna, que buen año has tenido. ¿Qué tal todo campeón?- ni abrazo, ni beso. Revolvió mi pelo y me quito la maleta de la mano -Dai-.
-Dai- respondí emocionado. Tenía tanto que contarles a todos. Comencé con algunas clases, lo que había aprendido. Había logrado aprender un hechizo de transformación avanzado en los primeros meses. Mi padre estaba impresionado conmigo, pero le podría contar que había hecho volar un hoja de papel y estaría igual de impresionado.
Cuando desvió el tema hacia lo mal que estaba el tráfico, comenté sobre el equipo de Quiddich.
-¿Y qué tal las brujitas?¿Alguna te hace ojitos?-.
-Oh, beh, sì-.
-Eres tan guapo como tú padre a tu edad, ¿eh?- bromeó. Me quedé callado mientras mi mirada subía a su calva -Oye, no seas maleducado- dijo riendo, soltó una mano del volante para darme un suave golpe en el brazo.
-No he dicho nada-.
-Ya sabes lo que dice tu madre, esas cosas esotéricas sobre el karma, quién se ríe recibe-.
-Pero no he dicho nada-.
-Mmmm... Entonces, ¿qué tal las brujitas?- repitió, no era mi primer tema de conversación, pero supongo que mi padre no me iba a preguntar por cosas que no conocía.
Hacía calor, y mi tortuga Juanita estaba tomando el sol en el jardín. La vi levantar la cabeza con el sonido del coche, pero continuó con su siesta.
-¡Canna!- salió de la casa mi hermana. Con el pelo recogido en pequeñas trenzas, que rebotaban al correr. Me dejé mimar un poco, lo iba necesitando.
Ella trae el
rock&roll dentro
y la poesía en
los labios.
No te sonríe,
te lanza balas,
y mueres tan
bonito, que no
distingues si caes,
o si te brotan
alas.
-Efrén Gutiérrez-
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SOUL LOVE [RegulusxOC]
Fanfiction- Historia de romance sobre Regulus Black y un OC, Canna Mellifer. - Romance gay, porque Regulus Black es muy y totalmente homosexual. - Ambientado en la época de los merodeadores, es decir entre los 70s y 80s, puede abarcar un poco de la ép...