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   Unos meses después recibí una carta de Regulus. No me lo esperaba. Estaba en mi casa, Shopie y Alphie se habían quedado a dormir, Ethan había bajado a por el desayuno. Subió con una única carta dirigida a mi, sin remitente.

   Pensé que era de mis padres, aunque era raro que me escribieran en vez de llamar. Era de Regulus. Salté del sofá y corrí a la habitación para leerla tranquilo. Solo media hoja, que pude llegar a releer todos los días por semanas. Me pedía disculpas y me aseguraba que iba a demostrar que no era un cobarde. Me quería, me quería de verdad. Me daba las gracias por ayudarle tanto. Volvería a saber de él en unos meses. Me amaba, mi Reg.

   Pensé que era una broma, pero con un hechizo confirme que era suya. Nunca fui tan feliz, durante mi tiempo en la Orden, como aquellos meses esperando recibir noticias de su parte.

   Me mandaron a misiones de verdad, en las que tuve que defenderme y herir a otros, aunque nunca me atreví a llegar a más. Alastor Moody me reprochaba bastante seguido que me iban a terminar matando si solo aturdía, y yo le prometía que si era necesario me defendería con toda mi magia, pero era mentira. No soy capaz de hacer daño real, me falta sangre fría, en eso Regulus siempre tuvo razón.

   Iba a las misiones con una bruja maravillosa, Alice Longbotton, de las mejores que ha conocido Inglaterra. A veces no entendía todo lo que me decía, porque hablaba muy rápido.

   Una tarde, mientras volvíamos de una redada, me empezó a preguntar por mi vida. No se porque le conté tanto, pero me abrí con ella. Incluso le conté que era gay, jamás se me hubiera ocurrido. Ella me contó cosas también, era una mujer apasionante. Se había casado hacia menos de dos años, con Frank Longbotton. Ambos habían sido Delegados un año antes de que yo entrará a Hogwarts, pero no les llegué a conocer. Era hija de muggles, su padre era bombero, y siempre pensó en seguir sus pasos. Cuando se enteró de que era un bruja supo que iba a ser excelente ayudando a los demás. Por eso era Auror.

   Me contó sobre su familia, a la que había alejado para proteger durante la guerra. También sobre Frank. Me confesó que siempre que iban a hacer cualquier redada tenía miedo de encontrarse con una amiga de Hogwarts, que sabía que estaba dentro del otro bando. No me dijo quién, pero me sentí muy identificado.

   Me presentó a su marido, que bromeó con que Alice hablaba mucho de mi. Algunas noches fui a cenar a su casa. No se por qué les caía tan bien, o por qué yo me sentía tan cómodo hablando con ellos. Alice tenía un hermano de mi edad, gay, pero muggle. Quería presentarnos porque no quería que estuviera solo. Yo no quería conocer a nadie porque seguía esperando a Regulus.


   Diariamente se sucedían ataques a muggles, secuestros, y ejecuciones. El día que no entrábamos a detener alguna actividad ilegal por parte de los mortífagos, entrábamos a sacar cuerpos. Pero era gente que no conocía. No sé cómo explicarlo, era horrible, pero no existía la posibilidad de encontrarme a mi familia. Eso a Shopie no le sucedía, y vivía escuchando compulsivamente los nombre que se anunciaban todos los días por la radio, de desaparecidos y fallecidos.

   Durante estos meses me enfrenté a Snape una vez, creo que lo he contado antes. Le tenía acorralado, solo tenía que esperar a que Alice terminará y Shopie llegará. Quedaría detenido. Snape estaba en el suelo, respirando con dificultad, al borde de un ataque de ansiedad. Era odioso, pero yo no tenía nada en su contra. Supongo que me estaba comenzando a rayar por la idea de que Regulus podía estar en esa misma situación, y le dejé ir.


   Dos semanas después el profeta anunció el obituario de Regulus Black, entre mucho otros. Shopie lo estaba leyendo en el salón, mientras yo preparaba la comida para nosotros y Ethan, que llegaría después. Lo gritó desde la sala, sorprendida.

   Me quedé en silencio unos segundos, mirando con el ceño fruncido la pasta hirviendo frente a mi. No era cierto, pensé, sería un error. Si alguien de la Orden hubiera matado a Regulus nos hubiéramos enterado antes, no por el Profeta. Terminé de servir la comida tranquilo, pensando en lo divertido que le iba a parecer a Regulus ver que le daban por muerto. Posiblemente estuviera tan encerrado en su casa, no haciendo nada, que le daban por desaparecido.

   Tal vez se había fugado de casa finalmente, transformado en un gato, y en unos días llamaría a mi puerta para esconderse. Estuve muy callado durante la comida. Cuando Ethan llegó le serví un plato y me agradeció. Shopie le dijo que había leído en el periódico que Regulus estaba muerto. Ethan bufó y levantó su cerveza mientras decía que deberíamos salir y celebrarlo. Le miré muy mal, y se disculpó.

   Aquella noche, solo en casa, esperaba sentado en el salón que la puerta sonará. Con la tele apagada y las luces encendidas. Me atreví a leer la noticia con más calma, no dejaba de ser bizarro que le dieran por muerto.

   Según el Profeta, el heredero de la familia Black, amado hijo y amigo, había desaparecido tres meses atrás, en inciertas circunstancias. Lo leí varias veces, en alto y en mi cabeza. Se me fue nublando la vista, mientras se me escapaba un grito ahogado que dolió como cristales rotos clavándose en la garganta. No se si lloré, porque no sentía. Juraría que morí allí.

   Volví a leer el anuncio. Amado hijo y amigo. Regulus había desaparecido por meses, no solo de mi vida, sino de la suya. Dado por muerto. Prometo que morí. La última carta de Regulus había sido de aquella fecha. En la que prometía que iba a demostrar que era valiente.

   Dejé que las rodillas tocaran el suelo en un grito. No sabía como expresar tanto. Grité tú nombre una y otra vez, hasta que no pude gritar más. Me quedé sin aire, sin vida. La angustia abrazaba mi pecho hasta hacer desaparecer mis pulmones, y no me quedaba otra que volver a gritar tu nombre para poder respirar.

   Me tiré al suelo con el pecho oprimido, sin ver nada entre lágrimas, solo. Estaba solo sin ti, porque no conocía a nadie más que pudiera estar a mi lado. Arañe con las uñas la baldosas frías del suelo. Temblaba porque no estabas. Por qué te ibas y me dejabas aquí, yo no quería vivir sin ti. Era tonto. Cómo iba a ser feliz si no estabas. Cómo me iba a perdonar que no estuvieras.

   Lo siento. Lo siento mucho. Todos nuestros sueño rotos y planes sin acabar. Qué puedo hacer ahora. Siento cada latido de mi corazón sonando dentro de mi cabeza. No quiero vivir de nuestro recuerdos, quiero vivir de ti. De que me sirve amarte si ya no puedo hacerlo más.

   La muerte no puede borrar lo mucho que te amó, ni el dolor que siento me termina de acercar a ti. Me duele el cuerpo, me duele el alma. Te quiero. Te quiero mucho. Te quiero aquí. No concibo una vida en la que no existas. Una vida sin ti.









SOUL LOVE [RegulusxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora