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   Al día siguiente, mi hermana de acercó durante la cena, mientras terminaba el postre, y me pidió que la acompañará a su sala común, a las mazmorras, y que luego volviera solo. La miré en silencio, pensando en la paliza que me esperaba si hacía eso.

      -No-    dije sencillo    -No voy a ir a las mazmorras-.

      -Pero no quiero ir sola, y las otras chicas son una perras-.

      -No es mi culpa, podrías ser Ravenclawn... Si hubieras querido-.

      -Venga. Solo por unos días... Hasta que se acostumbren a mi-.

      -Bueno, me defenderé...-    cedí. En mi mesa, mis compañeros me miraron en silencio, viendo cómo iba directo a mi tumba por propia voluntad. Mi hermana sonreía y hablaba sin parar, aunque los nervios no me permitían prestar mucha atención a su historia.

   Bajamos las escaleras, rodeados de alumnos de Slyterin que me miraban molestos. Mulciber, uno de los grandotes de sexto, bastante hijueputa, se chocó conmigo mientras pasaba.

      -Maldito mestizo maricón...-    dijo detrás de él Snape. Mi hermana de quedó callada, por mucho tiempo, y la miré confundido. Sonreí, no iba a explicar porque me llamaban marica, y mucho menos confesar que lo era.

   La dejé en la puerta, me dio un simpático beso en la mejilla y se marchó. Entonces cerré los ojos esperando que Crouch, que venía siguiéndonos todo el camino, diera el primer golpe.

      -¿Vas a dormir aquí toda la noche?-    le escuché decir, y entró en su sala común sin decirme nada más. Me ofendió muchísimo, y no se explicar por qué. Pero aquella forma de ignorarme me pareció insultante, después de tantos años y tanta historia entre los dos. Inadmisible.

   Me crucé con varias personas que decidieron expresar sus sentimientos hacia mi intentando tirarme por la escalera, pero nada grave. Subí todo el camino a mi sala común, y cuando pasé por la entrada del retrato, Emily saltó de dónde estaba sentada para verme.

      -¿Estás bien?-    dijo preocupada, agarrando mi cara con bastante fuerza. Me hizo más daño ella que cualquier maldición.

      -Molto bene-    respondí alejándola    -¿Te puedes creer que nadie me ha maldecido? Es casi insultante-    bromeé mientras me acercaba a nuestro grupo.

   Emily tenía un hermano mayor que jugaba en un equipo de Quiddich alemán. Me contó a la mañana siguiente que su hermano quería que se marchará con él, lejos de la guerra. Ella se negaba, quería terminar los estudios y entrar en el ministerio, reconstruir todo tras la guerra.

   Mis amigos tenían bastante claro lo que querían hacer, su camino a seguir. Alphie era muy bueno en pociones, y quería entrar en San Estmund para trabajar en la creación de pociones. Shopie pensaba entrar en el ministerio, en algún puesto menor, tal vez en correos o algo similar. Ethan quería ser periodista, porque le gustaba hablar. En eso le tengo que dar la razón. 

   Teníamos 15 años, y yo era el único que no me había parado a pensar que quería hacer con mi vida. No me hizo falta jamás, es decir, soy el principal heredero de la familia Mellifer, me espera la vida padre en Italia.

   Pero no tenía un camino, nada relacionado con la magia me apasionaba. Todo se me daba bien, pero nada me parecía lo suficiente especial para dedicarle toda mi vida. Lo único que me gustaba de verdad, y que he disfrutado siempre, es el cine. Leer, escribir... Me gusta contar historias, mucho más que transformar ratas en copas de plata.

      -Tal vez puedas ser escritor-    me dijo Emily, en broma, cuando le conté mis problemas.

      -Trata de ser sería, en verdad me preocupa-.

      -¿Sabes que hay gente que se muere de hambre?-    con esa frase me dejó a la espera de la iluminación divina por mi cuenta. Claro que sabía que otra gente tenía problemas más serios que lo que iban a hacer por el resto de su vida. Estábamos en una guerra mágica, el profeta estaba lleno de ataques y nombres de fallecidos. Todas las mañanas veía a la gente agruparse entorno a los periódicos, esperando no leer el nombre de ninguno de sus seres queridos. Cada carta podía ser la última. Cada lechuza cortaba la respiración. Hogwarts era segura, pero la vida real esperaba afuera.

   Entonces tomé una decisión, algo estúpida de mi parte, pero decidí que al terminar Hogwarts entraría en alguno de los grupos de resistencia contra el-que-no-debe-ser-nombrado. Lo tenía muy claro, lucharía por mis amigos. Ethan enseguida secundo mi idea, y dijo que el entraría también, por su país o algo así. Alphie y Shopie sabían que no tenían de otra si esperaban un futuro en el mundo mágico, y creo que Emily se apuntó por presión social.

   No firmamos nada, nadie nos escuchó fuera de la habitación, pero aquella tonta tarde tomamos una horrible decisión que llevamos todos hasta el final.




Me encantaría vivir en otra

época. Con más cartas y

menos prisas; empapada de

música, pudor y la infinita

belleza de lo sencillo.

-Elena Poe-   







SOUL LOVE [RegulusxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora