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   A dos semanas del verano de 76', Emily se lanzó a los brazos de Ethan durante una tarde en el lago. Según me contó, estuvieron cuarenta minutos juntos, y el chico debía besar muy bien. Una información que prefería no saber. Cuando llegaron las vacaciones me sorprendió ver como Emily me abandonaba por Ethan. Shopie me decía que aquello era la normal, que cuando te gusta alguien tiendes a esforzarte a pasar tiempo con aquella persona. Las tiraba como cuchillos.

   No volví a besar a Regulus, tampoco se dio la oportunidad. Lo que sí sucedió fue que Sirius me pidió que le hablara de él a Remus. Le dije que no podía hacer eso, porque no sabía lo que había pasado y no iba a preguntar. Sirius se enfadó conmigo, me dijo algo sobre qué era la que yo quería de Remus.    -Nada, pero no voy a hacerle daño-    dije. Jamás me sentí tan gryffindor.

   Juanita había despertado completamente. Le había comprado un arnés, y con un correa la llevaba a pasear por la zona del lago todas las tardes. Seguía disfrutando morder a la gente, sobre todo a los gays como yo. Volvimos juntos a Abbateggio. Todos mis amigos de casa vinieron a ver a Juanita, la muy guarra.

   Marco me vino a ver a mi. Juanita lo notó, porque es al único que mordió. La muy bruta logró hacer daño, y había mucha sangre. Le dije a Marco que me siguiera arriba, que le limpiaba la herida en el baño.

   Se sentó en la taza, yo saqué el rudimentario botiquín. Como no quería que la herida le quedase demasiado tiempo, le apliqué una crema verde, con olor a canela, que mi madre había cocinado una tarde. Era mágica, pero a Marco le dije que era el último grito en Londres. Alucinó un poco.

   Se le olvidó rápido lo de la poción, porque cuando nos levantamos para salir me di cuenta de que estábamos muy cerca. El baño de mi casa jamás había sido tan pequeño. Por inercia me quise alejar un poco, y tropecé con el piso de la ducha. Me agarré con todas mis fuerzas a mi amigo en un intentó de no romperme el cuello, y él hizo lo mismo, agarrando con fuerza entorno a mis hombros, con algo de miedo. Se me aceleró el corazón mucho, y cuando me vi a salvo, sin golpe y en pie, se me aceleró más al ver lo cerca que termine de él.

      -¿Estás bien?-    dijo preocupado. Yo asentí callado, muerto de vergüenza porque nunca me salía nada bien. Marco sonrió y me soltó. Algo decepcionado, me solté de sus brazos también. No se porque quería con tanta fuerza besarle. Besarle como había besado a Regulus aquél día en la escalera.

      -¿Nos vamos?-    pregunté, y en verdad esperaba que dijera que no, o algo parecido. Creo que Marco lo entendió todo, o tal vez sentía lo mismo que yo. Cerró la puerta del baño de una patada, detalle que yo había olvidado, y entonces se volvió a agarrar a mi.

   Terminó con el espacio entre nosotros con una sonrisa, juntando nuestros labios y cerrando los ojos. Yo no les cerré, para poder disfrutar cada minuto se aquél besó. Era algo tan tranquilizador, tan bello... Me hizo sentir tan en paz conmigo mismo, tan en casa, a gusto.

   No lo hablamos en ningún momento, por lo que no se si decir que éramos novios es lo correcto. Pero nos escapábamos juntos de los demás, con la bici o andando, para poder estar solos. Íbamos al cine juntos, o a bailar a las fiestas de los pueblos vecinos con todos. Tenía de escusa que me estaba preparando para entrar en el equipo de quiddich, aunque a mis amigos les dije que era un equipo de baloncesto. Salía a correr todas las mañanas de madrugada, y después me juntaba con Marco e iba a hacerme compañía mientras entrenaba en el parque. Creo que le gustaba verme entrenar, no lo se.

   Lo que más me gustaba era ir juntos a la ría, a nadar, hasta que el agua fría me calaba el cuerpo y dejaba de sentir los dedos de los píes. Entonces salía y me sentaba a su lado, a tomar el sol. El se juntaba a mi porque tenía calor, y yo estaba helado. Nos quedábamos tumbados en el silencio más dulcificante del verano, lejos de todos los pueblos y de la gente indiscreta. Apoyaba su cara en mi pecho, y escuchaba mi respiración, mientras le pasaba una mano por detrás del cuello. Cuando ya volvía a tener calor me levantaba, besaba suavemente sus mejillas y dejaba que decidiera que hacer.

   Jamás nos besamos delante de nadie, y la mayor parte del tiempo nos manteníamos a un metro de distancia, de forma consciente. Pero era divertido saber que después de todo, después de fingir que éramos grandes amigos, éramos algo más.

   Al mismo tiempo, Jimena, una chica peruana que había venido al pueblo y no me conocía de antes, empezó a ligar conmigo. Una tarde, mientras me reía de lo gay que éramos con Marco, me dijo que tal vez debía aceptar salir con ella.    -Para aparentar-    comprendí que para él no debíamos de estar saliendo. Le dije que no lo iba a hacer, porque no veía bien mentir a la chica.

   El día de mi cumpleaños número quince, hicieron una reunión con mucho vino y algo de vodka. Mi regalo fue una gran fiesta sorpresa entre mis amigos.    -¡Disfruta!-    me gritaron mientras me abrían una botella. Fue muy divertido, sobre todo el principio, porque no recuerdo la mitad. En cierto momento me animaron a ir a ligar con Jimena, y lo hice. Debimos de estar besándonos por casi dos horas. No recuerdo mucho de aquello.

   Se que vomité en la calle, volví a ser yo mismo. Marco estaba a mi lado, me sujetaba el pelo.

      -¿Tu no has bebido?-    le pregunté confundido. Negó con una sonrisa y me guiño un ojo.

      -Alguien debe controlar que no se mate nadie-.

      -Quiero besarte como nunca...-    dije dejándome caer contra el suelo. Era consciente de lo repugnante de mi situación, pero jamás había sido tan sincero al decir algo así.

      -No aquí. No ahora-    me respondió encogiéndose de hombros. Volvimos a la fiesta, que era en el cobertizo del padre de un amigo.


   Marco me ayudó mucho a entenderme mejor y lo que quería, y me gustaría decir que nuestra relación era intemporal y siempre pudimos recurrir al otro para cualquier cosa, siendo amigos, por encima de amantes. Pero eso solo sucede en el cine.

   En septiembre, cuando iba a comenzar el curso, me despedí de él. No dijimos nada sobre lo nuestro, simplemente me pidió que volviera al año siguiente. Le pregunté si me iba a esperar tanto tiempo, se encogió de hombros. No sabía lo que podía pasar. Algo decepcionado por su respuesta, volví a casa.

   Cuando salíamos para la estación vi las maletas de mi hermana, pregunté a dónde iba, entonces me di cuanta de que ya tenía edad suficiente para comenzar Hogwarts. Había estado tan ocupado con mis amigos que no me había dado cuenta del insignificante detalle de que ya no era el único Mellifer en Hogwarts. 




"Amo mi soledad.


Pero anhelo algún día encontrar

una buena compañía".







SOUL LOVE [RegulusxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora