EPÍLOGO

97 12 1
                                    


   Cuando los Longboton fueron atacados Canna se fue a Londres en tan solo unas horas. Me dejó solo en su casa, pero me había enseñado a defenderme en la ciudad muggle.

   La gente me comenzaba a conocer por las tiendas, y yo empecé a entender el italiano, aún sin poder hablarlo. Los amigos de Canna me saludaban por la calle. Eran muy agradables, aunque no sabía que era lo que decían.

   Jamás había tenido que hacer ninguna de aquellas tareas yo solo. Canna no tenía elfos domésticos, y cuando estaba en la casa hacía mucho él, con magia.

   Regresó una semana después de partir. Se veía cansado y no quiso decirme cómo había ido. Seguí el caso por las noticias mágicas, me enteré del encarcelamiento de Barty y Bellatrix tras el crimen. Canna no dijo nada.

   Nunca me dijo nada. Tras explicarle que había sucedido, porqué me había alejado hasta desaparecer, no había dicho nada. No me tocaba, ni me permitía acercarme. No era su nada, ni me quería en su vida.

   Pero me empezó a presentar como su compañero de piso. Se apuntó a la universidad muggle, a estudiar algo de escribir. Pasaba mucho tiempo fuera de casa. A veces volvía oliendo diferente. Lo se porque le esperaba en forma animal.

   Olía a alcohol, a antro o a alguien más. No lo se. Pero cuando venía oliendo a alcohol me sonreía de una forma triste, y me pedía que fuera yo, y no un gato. Nos sentábamos a ver la tele en silencio. Si se quedaba dormido en el salón me sentaba a su lado y fingía que todo estaba bien entre nosotros, que seguíamos en el verano del 78'.

   Se alegraba de que estuviera vivo, pero me odiaba por ello. Quería acercarse a mi, pero se encerraba lejos. No entendía que quería, que podía hacer por él.

   Una noche no volvió hasta la mañana. Olía a fiesta. Tenía pintalabios rojo por el cuello, besos de mujer. No se veía contento.

   Pasó por el salón, donde yo estaba, y se acercó. Tenía la camisa abierta, y una cadena dorada caía por su pecho. Se acercó, yo estaba sentado en el sofá.

   Posó una mano en mi rodilla, con la otra sujeto mi rostro, y acercó su boca a la mía cerrando los ojos. Sus labios se movían despacio, tan suaves como siempre.

   Se separo sin decir nada, y se marchó por las escaleras sin explicarse. Mi boca sabía un poco a tequila, pero mi mente estaba borracha de amor.

   Impasible como siempre, no mencionó nada al día siguiente. En vez de eso se sentó en la cocina todo el día, y se dedicó a leer tiradas de tarot, no muy contento con las respuestas.

      -¿Podemos hablarlo?-    le interrumpí a la hora de la cena. Me miró pero siguió leyendo las cartas. 

      -¿Quello?-    respondió imperturbable.

      -Lo que pasa entre nosotros-    insistí. Dejó las cartas sobre la mesa y se quedó callado, pensando.

      -No-    me respondió al final. No podía entenderle. Me senté en otra de las sillas, de mimbre, e insistí    -Pero no sucede nada entre nosotros-.

      -Nos queremos. Tu me quieres tanto como yo a ti-    dije, me miró serio, sin inmutarse    -No entiendo porque no pueden ser las cosas como antes...-.

      -Porque moriste-    respondió. No me moví, viendo cómo volvía a barajear las cartas.

      -Pero estoy vivo-.

      -Pero yo ya te lloré. No voy a salir con un muerto. Además, cuando volviste, ya te tenía superadísimo-    me dijo parando de mover las cartas. Guardo la baraja y se levantó de la silla, estirándose    -Ya te lloré en un entierro, no te voy a llorar en dos-.

SOUL LOVE [RegulusxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora