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   Nunca he pensando en matar. Aturdir, herir de gravedad, insultar... Eso sí, pero jamás matar. No creía que necesitara matar en el ejército, es decir, nosotros éramos los buenos.

   Regulus no volvió a hablar nunca de lo que había hecho. Yo nunca más quise saber. Ni sus misiones, ni como las cumplían, ni quién.

   No cortamos. Creo que jamás le había necesitado tanto como aquél año. No me soportaba a mi mismo, la idea de que me quisiera se me hacía muy hermosa. Algo vanidosa de mi parte. No se si él me quería, creo que también me necesitaba.

   La primera vez que lloré delante de alguien como adulto fue ante él, mientras le hablaba de mi familia. Había cometido un error por mi parte, y no creía que me fueran a perdonar. Era igual que ellos al no querer ceder, o eran ellos peores que yo, no lo se.

   Regulus me escuchó sin comentar su situación, sin comparar. Me aseguró que mis padres me querían.

   No deje mi plan de entrar en el ejército, aunque ahora dependía más de lo que hicieran mis amigos. No era mi país, no era mi guerra. Eran mis mejores amigos.

   Tarde un tiempo en volver a sentir ganas de besarme con Regulus. Según íbamos abandonando el drama, volvían las conversaciones triviales y divertidas. La primera vez que le volví a ver reír con un broma me entraron una terribles ganas de besarlo.

   Algunas noches me asaltaba la culpa de estar juntos. Era un asesino, casi terrorista, y un cobarde por no huir. Pero luego me convencía de que él no era así realmente.

   Cuando llegó Navidad me dijo que planeaba quedarse. Yo también porque aún no había terminado de resolver mis diferencias con mis padres. Mi hermana se quedó conmigo también.

   Nadie de Gryffindor se quedó, todos iban con sus familias a celebrar las fiestas. La gente, preocupada con la guerra, temía que aquellas fueran sus últimas navidades juntos. Un temor muy justificable, menos para los mortifagos y los extranjeros, supongo.

   El día de año nuevo, al pasar la media noche y comenzar 1978, me despedí de mi hermana, dejándola en la puerta de las mazmorras. Un gato elegante y gris había pasado toda la noche con nosotros, y caminaba a mi lado en dirección a la torre de Gryffindor. Yo iba hablando con él, esperando que me entendiera perfectamente.

   Recuerdo que era un día raro, porque no dejaba de recordar a mi familia. Había soñado con mi abuela, de antes de morir y la demencia, de cuando era niño. Estaba decaído, pero contento.

   Abrí la puerta del retrato y Regulus entró conmigo, subiendo las escaleras a mi dormitorio con la mayor tranquilidad. No se lo que iba pensando. Tal vez él lo había planeado. Tal vez todo sucedió porque así debía ser.

   Nos estuvimos besando mucho tiempo, en mi cama. Era mucho mejor que en un escritorio o en el suelo de piedra. Apoyó mi cabeza contra la almohada y se tumbó encima.

   Todo fue muy automático, muy fácil. Era incómodo a veces, pero la mayor parte del tiempo sentía que sabía lo que hacía. A mi me pareció que fue muy orgánico, la evolución perfecta a tanto tiempo. Una noche especial.

   No descarto la posibilidad de que Regulus lo hubiera planeado, pero no lo sentí planeado, y eso me gustó más.

   A la mañana siguiente estábamos solos en el dormitorio. Él sobre mi brazo, apoyando la cabeza. Sentía un pequeño cosquilleo. Me moví intentando no despertarlo y le desperté. Me miró y sonrió como un ángel.

   Me deje caer contra la almohada aguantando la risa. Me preguntó que me pasaba y le dije que me entró la vergüenza de repente. Se rio de mi. Yo estaba avergonzado de solo verle, era muy guapo.

   Baje a las cocinas y subí el desayuno para ambos. Salvo para la comida, que compartí con mi hermana, estuvimos todo el día juntos.


   Cuando los alumnos volvieron, al terminar las vacaciones, llevaba escrito la mitad del guion de mi película. La que planeaba hacer al terminar la guerra. No se lo había enseñado a nadie. Era mi pequeño secreto. Estaba muy orgulloso de todo lo que había escrito, pero no quería que mis amigos se reconocieran entre los personajes.

   Alphie estaba estudiando muy duro para ser médico mágico al terminar los próximos meses. Empecé a estudiar con él para no quedarme atrás. Tal vez no pensaba trabajar en el mundo de los magos, pero quería que mis padres estuvieran orgullosos de mi.

   Emily nos evitaba, no a mi directamente. Pero al evitar a Ethan, que se había convertido en un buen amigo, no se juntaba mucho conmigo. A veces culpaba a Ethan por esto, otras a ella. Me daba mucha rabia.

   Solo confiaba de verdad en Regulus. Una cuchilla de doble filo. Pasábamos mucho tiempo juntos. Con él convertido en gato, me acompañaba a todas partes. Mucha gente pensaba que era mi mascota.

   Todos los viernes quedábamos en el despacho. Llegaba yo primero, después él daba un par de pasos en la clase antes de cerrar la puerta con un hechizo. Su presencia llenaba la habitación hasta resultar abusiva, asfixiante. Mi cuerpo se tensaba al tenerlo solo para mi, sentía la piel de mis brazos estremecerse, el bello erizarse, los dientes se apretaban, y la respiración se detenía unos segundos.

   Me tenía, y yo poseía algo de él. Estábamos solos, en cierto sentido. Sentía que sabía más de mi que nadie.

Normalmente ponía algo de música de fondo, y hablábamos hasta que las ganas se hacían insoportable.

   Dos meses más de esto, dos meses más de viernes secretos, conversaciones extrañas y besos suaves, como él. De sus manos frías, de su pelo rizado entre mis dedos, y de todos sus besos.

   Dos meses más, solo dos, pero dos por suerte. El tiempo se resbalaba entre mis dedos, volviéndose un objeto tangible y pesado, pero incontrolable.

   Creo que Regulus también se empezaba a desesperar por el tiempo que pasaba, porque cada vez nos volvíamos más desesperados. Hambrientos.

   Teníamos miedo.




Los que son amados no pueden morir,

porque el amor significa la inmortalidad.

Emily Dickinson







SOUL LOVE [RegulusxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora