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   Debo decir que mi relación con Regulus mejoró mucho cuando comencé a salir oficialmente con Patty. Es raro, lo se, considerando como pocos años después terminaríamos escondidos entre los rincones oscuros de todo Hogwarts con la única intención de poder estar juntos unos pocos minutos, para calmar aquella dolorosa sensación que arde en el pecho de los que no pueden mirarse en público.

    A Patty no le gustaba yo, ni lo que sabía, ni mis gustos. No le gustaba leer o el cine, pero disfrutaba mucho la música. Por otra parte, le gustaba quedar para besarnos, y a mí también, había algo emocionante en esconderse. Algunos chicos me tenían envidia o me felicitaban, como si hubiera conseguido realizar algo increíble. Supongo que lo había hecho, pero no era ni la mitad de interesante una vez que sucedía. En las historias la gente se desvive literalmente por un beso. Yo no creía ser capaz de hacer eso jamás. Sería demasiado estúpido para tan poca cosa.

   Cuando llegó Navidad y nos íbamos a ir a casa, Shopie se me acercó con cara de pena. Me dijo que me había perdonado, y que si podíamos seguir siendo amigos. Acepté sin dudar.

   Con la reconciliación, Ethan oficialmente llegó a nuestras vidas. Me saludó, tras meses de no hablarnos, con una pregunta sobre Patty, un pregunta que debía ser graciosa, pero me pareció de mal gusto.

      -¿Y a que saben sus brackets?-   el chico tenía que ser idiota. No tenía duda de que aquel muchacho tenía un nivel IQ inferior a la media. Pero sonreí sin contestar, y seguí a lo mío.


   Nevaba cuando llegué a mi casa. Todo lo que cubría el blanco parecía cobrar un especie de belleza inusual. Me advirtieron que tuviera cuidado con los témpanos de hielo colgando de los tejados. Les observé maravillado, pues el sol del atardecer reflejaba y anunciaba a toda la calle el fin de su trabajo con un extraño halo naranja.

   Mi ropa de nieve ya estaba lista sobre mi cama, solo me tenía que cambiar y podría correr a la plaza en busca del resto de chicos. Había escrito a Marco la semana anterior para avisar de mi regreso, debían saber que llegaba hoy.

      -¡Canna!-   escuché aún sin camisa puesta. Corrí a la ventana, cubierta de escarcha, la abrí de un tirón. Allí estaban todos mis amigos del pueblo, sonriendo, escondidos tras anoraks gigantes    -¿Bajas!-    me gritó Marco.

      -¡Bajó!-    cerré la ventana y corrí a la cama. Sentía mis mejillas arder un poco, tal vez por la vergüenza de que me vieran sin camiseta.

   Pensé que mi navidad pasaría como las otras, escondido en casa con la luna, corriendo sobre la nieve con el sol, pero mi tío Crisantemo vino con su esposa a pasar las fiestas. Mi madre no parecía contenta con la idea. 

   Durante la comida antes de noche vieja las cosas se salieron de control. Mi madre levantó la barita contra mi tío, gritando que era un ingrato y un temerario.

   Mi tío respondió que ella era una cobarde por no tomar el lugar que le correspondía en la guerra, luchar por todo lo que habían logrado en la defensa de los derechos de los hijos de muggles. Era una cobarde y una aprovechada, y si pensaba que iba a poder seguir mucho más tiempo sin posicionarse en un bando terminaría condenando a todos. Terminaría viéndonos a mi hermana y a mi muertos por su culpa. Mi madre bajó la varita y le abofeteó.

   Sobra decir que no se quedaron para la cena.


   Cuando regresé a Hogwarts todavía pensaba diariamente en el incidente de mi tío y mi madre, los gritos sobre la guerra. No era tonto, conocía todo lo que se decía en El Profeta sobre la guerra mágica, pero nunca lo había discutido con nadie en casa, en mi vida no-mágica.

SOUL LOVE [RegulusxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora