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Fue una cuestión de segundos para que Sunoo se sintiera desfallecer al encontrarse siendo sujetado por los fuertes brazos de Park y siendo atraído a su pecho. Sus brazos rodeaban su cuello como pretexto para sostenerse, pero la realidad era que se trataba de algo intencional, sentir la suave piel tibia de su cuello y los mechones de cabello apenas cayendo en su nuca, era realmente atractivo.

Estaba tan cerca de él que podía sentir su respiración sobre su cuerpo, sentía como su pecho subía y bajaba entre cada respiro y el como su corazón retumbaba contra su pecho. Lamentablemente ese corazón sonaba tan calmado, tan relajado y desinteresado, demostrando que la escena no le causaba algún tipo de reacción.

Por el contrario de Sunoo, a quien le retumbaba el corazón como loco y juraba que podría escucharse desde fuera como un tambor. Sus mejillas se sentían tan calientes y de pronto volvió a sentir aquello que llaman como mariposas en el estómago y entonces deseo tomar un gran trago de agua para ahogarlas. Sentir lo que sentía le parecía ridículo e imposible, un chico como él no debía amar a nadie, pues nadie lo aceptaría así, o al menos no para futuro.

— ¿Por qué estabas haciendo eso?

Habló Sunghoon por primera vez en su trayecto al consultorio, que quedaba retirado de la colina en la que se encontraban. Sunoo al instante supo que de refería a su actividad de transportar la paja.

— Riki nos pidió hacerlo. — Solo respondió.

— ¿Riki? — Le preguntó de vuelta, confundido.

— Oh, acabas de llegar ¿Verdad? — Preguntó, pero no esperó una respuesta pues ya la sabía — El día de ayer llegó al pueblo y lo presentaron frente a los vecinos, es Nishimura Riki, el hijo del dueño de aquí.

— ¿El hijo del dueño? ¿Y qué hace aquí?

— Solo para molestar, por lo visto.

Murmuró entre dientes luciendo tiernamente molesto, una reacción que causó una risita en el más alto.

— Bueno, pues más le vale no molestarte a tí, o sino me va a conocer.

Y una vez más, se recordó a si mismo el porqué le gustaba Park Sunghoon, y entonces se sintió caer más por él. El mayor siempre lo cuidaba de todo y de todos, desde niño.

Si Sunoo pudo andar por el pueblo por sí solo, todo era gracias al pequeño de lunares. Él siempre iba por él a su casa y juntos recorrían el pueblo tomados de la mano, Hoon le ayudaba a reconocer cada lugar por su aroma, audio o tacto, y fue maravilloso aprender eso de él. Con su ayuda, ahora sabía reconocer cualquier rincón del pueblo.

Kim no supo cuando fue que cayó por su mayor, tal vez fue las veces en las que tomaba su mano, o cuando lo abrazaba, tal vez cuando acarició su cabello o apretaba sus mejillas repitiendole lo lindo que era. Todo junto a él era tan tierno y se sentía protagonista de una historia dulce de amor cliché, a diferencia de que él era ciego y que nunca le correspondería.

Se hundió tanto en sus pensamientos que no supo cuándo ni cómo pero ya se encontraba sentado en la camilla del consultorio con un doctor frente a él que revisaba su herida, siendo eso lo que lo había hecho despertar, pues el ardor que sintió no fue para nada una ilusión.

— ¡Ay!

Chilló, apartando las manos del doctor por pura inercia. El hombre al instante captó y levantó sus manos en señal de inocencia.

Lo lamento, no quería que doliera.

— Oh, no, no, no se preocupe.

Sunoo igual se disculpó y Park río por detrás de ellos.

Stars | Sunki |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora