Icarus no paraba de llorar desde hacía mucho, sus lágrimas fácilmente habrían podido crear un mar, no quería aceptarlo, no quería, seguramente ella no sería afectada, los dioses la apreciaban y sabía que le guardaran su lugar en la poca existencia que quedaría después del caos.
Pero seguía siendo humana, o bueno, en la mayor parte, su origen se remontaba a unos años atrás, cuando el tren de vapor era nuevo y ella era parte de la clase alta del Londres antiguo.
¿Quien quiere ver al hombre con alas tirado en las vías del tren?
La empujaron, su hermano mayor lo hizo, la tomó por los hombros, abrazandola, y al oído le susurró.
- Las vías están muy vacías , Irene, ¿quieres acompañarlas?
Y con ello acabo con su vida, aún lo recordaba, la sensación de las ruedas de metal partiendole el cráneo y las piernas, sintiendo como le quemaban el torso y las piedras se le clavaban en la espalda.
Una muerte dolorosa, pero no para ella, era como si su sentido del tacto y el dolor no funcionaran más, los gritos de asombro de la multitud le hicieron darse cuenta que en su espalda ahora tenía un par de alas blancas y una aureola sobre su cabeza.
- Es un angel- murmuro una mujer.
A partir de este momento, te llamarás Icarus, la protectora de los cielos.
Esa fue la primera vez que escucho a los dioses.
No le eran desconocidos, al contrario, al ser una aprendiz de arqueólogo (que era la profesión de su querido padre) los dioses antiguos eran todo su mundo y su pasión, pero nunca imaginó que fuera su elegida para proteger a la humanidad.
Pero más allá de ser una bendición por demando divino, se volvió una mártir entre aquellas personas que debía proteger.
Por qué desde el día que voló.
Irene se sentía sofocada, todas las miradas sobre ella, todas las esperanzas puestas en el Ángel Salvador, aquel que había sobrevivido a la muerte, aquel que fue escogido por los dioses, todo sobre ella, tantas vidas que tenia que salvar.
Lo crucificaron sin piedad.
Salvo trenes, evito derrumbes, pero nada parecía ser suficiente para ellos, siempre pedían más, sedientos de su divinidad y habilidad para salvar a los demás, aprovechándose de que era más fuerte.
Y aquel día que la presión fue demasiada, donde lloró frente a los demás implorando por piedad y comprensión, por una pisca de humanidad, las piedras impactaron su piel y los abucheos llenaron el país, los periódicos se deleitaron con su debilidad y las burlas le consumieron.
- Un Ángel inútil- murmuraban a su paso.
Pero nunca nadie lo entendió.
Es un Ángel no, no, no.
Nunca nadie le dio la oportunidad de explicar.
Ni es un Dios, no.
Nunca en su existencia de salvadora le preguntaron.
No es una ilusión.
De que en realidad no era tan divina como ellos esperaban.
Es solo un hombre con alas que volando va.
Por eso huyó, saltó del balcón de su casa después de la muerte de su viejo padre y se fue volando sin rumbo, la última despedida que le dio toda esa gente fue una pedreada entre abucheos de desprecio.
Después de mucho volar llegó a los abandonados templos de la Grecia, lugares que antes había estudiado junto a su padre, allí, los dioses la acogieron como a una niña, le enseñaron las maravillas del mundo, le dieron un hogar, un lugar donde realmente la trataban como lo que era, una humana, una humana con alas de Ángel y la aparente inmortalidad de un Dios.
Pero en su ausencia, su raza terminó haciendo solo desastres.
Tanto les gustaba criticar.
Apenas unos cincuenta años después de su partida, la primera guerra mundial estalló con rudeza y desgracio la Europa querida de Irene, y después la segunda, la mujer lo supo, pero los dioses le detuvieron de intentar pararlo.
- Déjalos, Icarus, que sientan el dolor de haber sido tan ingratos.
Inhumanos clones agresores.
Una vez habiendo terminado la guerra, la alada volvió a su antiguo hogar, viéndolo desde las alturas, cuidandolos desde el anonimato entre las sombras.
Pero un día ocurrió algo extraño, de las entrañas de la tierra salió un ser de roja piel, barbas blancas y cuernos negros que empezó a aterrorizar a todos, Irene sabía que su fuerza no sería suficiente para terminar con el, pero del cielo, como otro milagro de los muchos que le habían ocurrido, bajo una espada de filosos bordes y empuñadura fabricada especialmente para ella.
La tomo entre sus manos y de nuevo escucho las voces de los dioses recordándole su senda.
Protegelos, Icarus, mantener La Paz desde el cielo.
- A sus órdenes, mis dioses- murmuró para ella, aceptando su destino.
Tomo impulso y salto desde la punta del Big Ben, lista para acabar con aquel malvado villano.
Fue entonces que su nombre tomó fama mundial, Icarus, la primera heroína había nacido, y su nombre ayudaría a formar la agencia de seguridad mundial, actualmente conocida como P.E.A.C.E, pero con ella, volvió su sufrimiento.
A su dignidad hirieron.
-¿Por que dejas que te traten así, Irene?- pregunto aquella voz varonil.
Icarus paro sus sollozos y volteo a ver la ventana de su apartamento, sentado en ella estaba Sei, con sus brazos abiertos y ojos comprensivos, listo para consolar a su amiga.
La señorita volvió a lamentarse y corrió, aleteando un poco para impulsarse, se dejó caer en sus brazos y sintió las manos del agente acariciarle las alas, sentir el cuerpo de su último recuerdo de su vida antigua aumentó su llanto y Sei comenzó a mecerse para darle consuelo a su Ángel, no le tenía miedo a caer, sabía que si eso pasaba...
Y solo se dejó caer.
Ambos calleron de las alturas, el agente se sostuvo del cuello de Irene y ella lo tomó de su cintura, extendió sus alas y una ráfaga de aire los elevó al cielo lleno de estrellas, cuya dueña era la noche.
Sei miró el rostro de su querida y con una de sus manos limpio las lágrimas que caían por sus mejillas.
- Estoy aquí, Irene, todo estará bien.
Un carraspeó de ella se escuchó y con la voz más sincera que pudo, dijo:
-¿No les pasará nada...si lo hago, verdad?
El hombre nego con la cabeza.
- Es la mejor manera para obtener paz Irene, la tuya, la mía, la de todos.
Un silencio se estableció entre ambos, habían llegado hasta más arriba de las nubes, la luna marcaba sus siluetas, "Tienes una forma muy pura de amar, mi Ángel ".
- Entonces, bailaré contigo, Sei.
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El Sol Negro //Kaleb x Lectora//
Fanfiction2da parte de "La dimensión equivocada", disponible en mi perfil. ° ° ° Ahora está de vuelta, Kaleb regreso a su dimensión, con más información de la que alguna vez pudieron imaginar, con un nuevo plan para detener a Black Hat, pero la incertidumbre...