CAPITULO 29

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Le extendió ambas perlas, y el las tomó, eran blancas como dientes y apenas alcanzaban el tamaño de una lenteja,  pero si se miraban a contra luz se podía observar el pétalo de la flor dorada que tenía en su interior.

- Un excelente trabajo de joyería doctor- reconoció Sei.

- No es la primera vez que trabajo con este tipo de cosas- señaló las otras cinco perlas que reposaban en una cajita de madera sobre un colchón-, esto debería ser suficiente para mantenerlo a raya.

- Definitivamente si- menciono Kaleb viendo de cerca las joyas en su mano.

- No pueden ser rastreadas por el Lord, pero deberán tenerlas ocultas en algo para que no se den cuenta- Flug se paró de su silla para arropar a 5.0.5 que se había quedado dormido.

- Y bien - dijo Sei-, ¿cómo lo ocultaras enano?

- Creo que tengo una gran idea- dijo con una enorme sonrisa.

- Gracias por acompañarme hija.

- Tranquilo papá, se que no podrías hacerlo solo.

Ambos, padre e hija caminaban por las calles con la máscara de humo, se habían mudado hacia ya un tiempo, poco antes de que Oratez soltara su virus y afortunadamente no les había sucedido nada a ninguno de ellos, así mismo vivían en una zona verde de la ciudad donde los ataques no eran un problema, se podría decir que tenían suerte.

Ambos entraron en el centro comercial, fueron rociados con una sustancia que repelia el virus, se cambiaron la mascara por un cubrebocas y le dieron sus suéteres y bolsas a los guardias de seguridad, la joven no podía aún  asimilar aún las medidas extremistas que se tomaban.

Caminaron hasta la joyería de confianza del hombre, una que pertenecía a un viejo amigo de el y que había hecho todas las joyas que alguna vez usó su esposa, sus anillos de compromiso y de bodas, el brazalete de plata que le había comprado por su quinto aniversario y el relicario de oro  que había perdido y venían a reemplazar, aquella joya que llevaba día y noche con la fotografía de su hijo presuntamente difunto.

Aún recordaban con pesar cuando la policía dijo que cerrarían el caso, era como si se les hubiera cerrado una  puerta y con ella la oportunidad de volver a tener una familia reunida.

Vieron como un joven de cabellos cafés se tropezó a su lado y se le calló una cajita de terciopelo azul de las manos, la chica fue a ayudarle a levantarse y su padre recogió la cajita que se había abierto, dejando al descubierto dos anillos de plata con una perlita incrustada en el medio, la parte del anillo tenía relieves de lo que parecían ser espirales y ondas, el parecido con el anillo de bodas que tenía en su mano le hizo estremecer.

-¿Estas bien?- pregunto la joven arrodillándose a un lado del chico para ayudarle a levantarse.

El asintió y se levantó rápidamente ocultando su rostro de la muchacha, pero ella no era tan ciega, lo obligó a mirarla y casi grita de la emocion.

-¿Kaleb?¿De verdad...eres tu?- murmuro Camila al borde de las lágrimas.

- N-no...¡digo!, no conozco a ningún Kaleb...- decía el chico nervioso, también con lágrimas en los ojos- yo me llamo...¡Miguel!...si, Miguel, amm, gracias por ayudarme Camil...¡señorita!

-¿Joven...Kaleb?- le llamo Carl al ver la inscripción en uno de los anillos.

"Estoy muerto", pensó Kaleb en cuanto notó que su padre se quedó helado al verlo, no lo negaba, verlos a salvo después de toda esa locura era un alivio y sobretodo se sentía emocionado, pero aún no era el momento de acercarse a ellos, no podía, le arrebató la caja con los  anillos al hombre y salió corriendo.

-¡Espera!- grito Carl corriendo tras su hijo siendo seguido por Camila.

El chico estaba desesperado por que le devolvieran sus cosas y salio tan rápido del centro comercial que casi se le caen los anillos, Padre he hija dejaron de perseguirlo cuando salió del lugar, volvieron rápidamente a la joyería y exigieron hablar con el encargado.

Le dijeron lo sucedido y este los hizo pasar a su oficina, buscando en el directorio de clientes se encontraron con el registro de una orden reciente de un cliente nuevo, hacia una semana había ido a pedir un par de anillos que tuvieran incrustadas perlas especiales que el mismo les dio.

- La inscripción concuerda con la de los anillos que usted me dice - extendió la imagen interna de las joyas.

Camila puso más atención, en el anillo no solo tenía el nombre de su hermano, si no de una tal ___.

-¿Que tipo de anillos pidió exactamente?- pregunto Carl.

Kaleb llegó a la central de PB demasiado agitado, no había parado de correr hasta que entró al estudio de baile, después de recuperar el aliento empezó a reír de emoción y se apresuró a ir a su cuarto, estaban bien y eso le alegraba el corazón.

Entro sin tocar y azotando la puerta, lo que hizo que ___ brincar de miedo en la silla donde estaba sentada al lado de la cama, el chico se abalanzó hacia ella y la abrazó mientras seguía riendo espontáneamente, ni siquiera se había quitado la mascarilla, la joven lo miró con extrañeza y le acarició la cabeza sin saber muy bien que era lo que le pasaba.

Aghata entró al cuarto y le hizo señas a la joven preguntándole qué es lo que tenía, esta se encogió de hombros, "Ni yo se que tiene".

___ empezo a preocuparse cuando sintio su hombro humedecerse con lágrimas.

- Kaleb, ¿estás bien?- pregunto un tanto confundida.

- Mejor que nunca- alzo la cara empapada de lagrimas.

-¿Seguro?- preguntaron ambas mujeres al unísono.

- Segurisimo- el chico dio un pequeño beso en la mejilla a su novia y volvió a acomodarse en su hombro.

Aghata se fue del lugar, fuese lo que fuese que estuviera sucediendo creía que era mejor dejarlos solos. ___ seguía confundida pero solo dejó que Kaleb se desahogara, se quedaron ahí un buen rato hasta que el joven se calmó y le contó todo.

La chica estaba feliz por el, pero tenía una duda.

-¿Que hacías en el centro comercial?- pregunto después de un rato.

- Fui a recoger los a...- casi lo arruinaba- unos amortiguadores que me pidió Flug.

La chica lo miró escéptica, pero lo dejó pasar por lo emocionado que estaba su novio, "Te la dejaré pasar Kalebcito".

El Sol Negro //Kaleb x Lectora//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora