CAPITULO 25

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Al principio de la existencia lo único que tenia vida eran las estrellas que vagaban en la inmensidad del infinito, entonces ocurrió el big bang, dos de las energías más poderosas colisionaron, y de esa energía nacieron los dioses.

El Dios de la creación y el Dios de la destrucción.

El Dios de la creación hizo planetas, formó galaxias, dividió el manto del espacio y con ello creo sus huertos, que después serían nombrados dimensiones, en ellos creo réplicas de sus primeros planetas, algunos salían mejorados, y otros algo deformes, pero a ese señor le encantaban, sentía un gran amor hacia sus creaciones.

Por otro lado, el Dios de la destrucción disfrutaba de absorber estrellas y hacer maldades en los huertos de su compañero, pero envidiaba la habilidad de creación de su hermano por lo que intentó recrearla, perlo por más que lo intentara, por más planetas que quisiera formar no lo lograba, solo hacia copias de el, extensiones de su ser hechas con su propia masa y energía, al no poder crear nada desde cero, se obsesionó con destruir todo lo que su contraparte creaba.

Para ayudarlo a proteger sus huertos, el Dios de la creación tomó a las estrellas más brillantes del cielo y les dio una forma que a él le gustase, así nacieron los otros dioses, cuatro por cada universo, dioses infinitos para cuidar sus aposentos infinitos, estos protectores trataban de detener el caos que el Dios malvado ocasionaba, en su mayoría lográndolo, pero unos no pudieron evitar ser consumidos por este, aún así, el creador pensó que estaban lo suficientemente a salvo como para llevar a cabo su proyecto más ambicioso.

Llenar de vida a sus huertos.

Y así lo hizo, plantas, ríos, montañas y unos compasivos seres de luz provenientes de las estrellas, unos de bondad pura que coexistían en paz y armonía con el resto de su ambiente, cuidando las creaciones de su Dios y adorando a los demás.

Esto lleno de furia y envidia a su hermano, quien en un ataque de ira, absorbió a sus creaciones y las volvió seres de oscuridad malvados y caóticos, algo que el no sabia que podía hacer, su acción enfureció por completo a su hermano que tuvo una batalla sanguinaria con el, luchando por el derecho de vida de sus huertos, y el otro consumido por su celos, los demás dioses quisieron intervenir en su riña, pero ninguno pudo.

La pelea termino con el Dios de la creación desvaneciéndose en la nada y el Dios de la destrucción esparciéndose por las dimensiones que creo su hermano, los demás dioses le pusieron cadenas, un impedimento para que volviera a perjudicar los queridos huertos de su creador, pero un tiempo después de hacer esto, una extraña anomalía ocurrió.

el Dios de la paz bajo a cada uno de los planetas de cada uno de los huertos.

-¿Que son?- preguntaba a todos.

- Somos humanos- respondían al mismo tiempo.

-¿Porque son tan diferentes?

- Yo soy una mujer.

- Y yo soy un hombre.

-¿Quienes son?

- Yo soy Adán.

- Yo soy Eva.

El Sol Negro //Kaleb x Lectora//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora