Prefacio

7.5K 411 14
                                    

Siento la adrenalina recorriendo por mis venas mientras que hago rugir el motor de mi coche. Visualizo por la ventanilla a mi competencia y le lanzo un beso a la rubia, ella me sonríe coqueta olvidando por completo que aquí nadie es amigo de nadie.

La dejo varios metros atrás cuando escucho el disparo avisando que la carrera había empezado. Cojo el volante con una sonrisa arrogante reflejada en mis labios, es de las pocas cosas que puedo disfrutar en mi vida sin que nadie me esté juzgando por mis supuestos actos indecentes.

Paso a tercera y hago un cruce levantando toda la tierra del suelo. A mí lado se vuelve a ubicar la rubia y no sé de donde salió a decir verdad, estaba reunidos con los chicos de la banda y de repente apareció ella alegando que me podría ganar en una carrera.

Debe estar drogada para pensar eso.

Me saluda la muy cínica y me sobrepasa.

— Eso sí que no, suka.

Acelero hasta ubicarme al lado de su coche. Nos quedamos viendo por unos segundos y con una sonrisa socarrona la vuelvo a sobrepasar llegando a la meta destinada. Escucho los aplausos de los presentes gritando por el apodo en el que todos me conocen.

— ¡Bestia, bestia, bestia! — la euforia me hace salir del auto viendo a todo aquel que me observa con orgullo. Arreglo mi camisa de cuello de tortuga y espero a que la rubia baje de su coche.

Unas piernas largas y piel cremosa se visualizan ante mis ojos. Ella lleva puesto un short corto de mezclilla, un crop top que deja a la vista sus grandes senos y una cabellera larga teñida de rubio. Camina hacia mi dirección con seguridad, como si no le importara que la acabo de vencer.

Al posicionarse enfrente de mí comienza a aplaudir eufórica, sin nada de burla. Cosa que me descoloca bastante.

— Es un gusto competir con la Bestia. — sonríe.

— ¿Cómo sabes de mí?

— Por Dios, toda Rusia sabe quién eres tú. Solo quise comprobar que tan bueno eras en las carreras ilegales. — se acerca más y susurra en mi oreja: — Dudo mucho que tu padre sepa que estás aquí.

Me separo de ella. Las venas de mi frente y brazos empezaron a prensarse cada vez más.

— ¿Él te mandó?

Asiente.

Maldito seas Akem Ivanov.

— ¿Qué desea el Boss? — pregunto entre los dientes.

— Revisa tu móvil, guapo.

Me guiña un ojo, se sube al auto y desaparece.

Saco de mi chaqueta de cuero el celular que tenía en silencio y veo un solo mensaje que me hace maldecir en cada idioma que puedo dominar.

Lianys Bolat, ha regresado.

Akem. I

Kaem: Perversión En La BratvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora