11° Deseo

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Lianys

Ya han pasado dos días desde que me dieron de alta. La droga y el veneno aun sigue en mi organismo con un cinco por ciento haciendo que tenga que cumplir de la letra el medicamento recetado, no salgo de la habitación a menos que sea para comer, de en resto me la paso encerrada en mi alcoba. He recibido cientos de mensajes y llamadas de Edelian pero para ser sincera, no estoy para hablar con nadie. Le agradezco mucho, pero sé que él me entenderá porque la lejanía.

Reviso mi email desde mi laptop viendo todas las tareas que me han mandado de la universidad. Estudié dos años las leyes españolas y ahora que continuaré mi carrera en Rusia son cosas que me atrasan un poco al tener que aprenderme otros artículos, le notifico a mi profesor de cocina el porqué no he ido y me manda muchos buenos deseos para mi recuperación.

Echo mi cabeza hacia atrás chocando con la almohada, miro el techo con la mente en blanco y así es mejor, necesito salir un momento de mi realidad.

Me pongo mis pantuflas de cocodrilo y bajo las escaleras poco a poco. Jacinta al verme baja la cabeza y se marcha a la cocina sin decir nada. Desde que estoy aquí ha sido una mujer muy alegre y cariñosa conmigo, y ahora me siento extraña porque no se me acerca ni para decirme el buenos días como todas las mañanas por estos cuatro meses. Iba a ir a la biblioteca pero necesito saber porque la ama de llaves de confianza del Boss me está ignorando.

Entro a la cocina y ella está picando una cebolla. No se percata de mi presencia así que opto por sentarme en uno de los taburetes de la isla mientras corta sobre la tabla de madera varias cebollas en silencio. Escucho ciertos sollozos pero debe ser por la verdura que corta. Al girarse nota mi presencia y se le cae la taza llena de pequeñas porciones de lo que picaba, se coloca una mano en el pecho y suelta una exhalación.

— No era mi intención asustarla, Jacinta. — me disculpo.

— No se preocupe, señora. Voy por la escoba y la pala para limpiar este reguero.

Cuando va pasando por mi lado la detengo agarrándole el brazo.

— ¿Ocurre algo? ¿Por qué desde que llegué del hospital me evade?

Ella baja la cabeza, le sujeto la barbilla haciendo que me mire.

— Por favor dígame.

— Estoy tan apenada con usted, no sabe la pena que tengo con el joven Kaem...

— ¿Por qué?

— ¿Él no le ha dicho, verdad?

Frunzo el ceño. — ¿Decir qué?

— Mi nieta Samantha se alió con uno de los enemigos más grandes del Boss. Usted estuvo al borde de la muerte por culpa de ella ya que poco a poco la iban drogando y envenenando.

Su confesión me hace soltarla, me alejo de ella con el temor de que también esté en mi contra. Si lo hizo su nieta que tan enamorada estaba de su jefe, qué no haría Jacinta por venganza.

Ella se acerca a mí y retrocedo chocando con la isla.

— ¡No te me acerques! — le grito.

— Mi niña, yo soy incapaz de hacerle daño.

Corro hacia el taco de madera y saco un cuchillo afilado.

— ¡Alejate! — le advierto — Quédate donde estás.

— ¿Por qué tanto alboroto?

Entra Kaem con el cabello mojado y los primeros botones de su camisa libres. Su entrecejo se frunce al verme alterada con un cuchillo en la mano amenazando a Jacinta, ella baja la cabeza ante la presencia del Boss pero eso no hace que baje la guardia. Cualquiera aquí puede hacerme daño.

Kaem: Perversión En La BratvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora