13° Sumisión

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Lianys

Él me coge la mano ignorando la sangre que sale del abdomen, caminamos en silencio hacia su despacho bajo la mirada atenta y asombrada de Jacinta, este empuja la puerta invitándome a pasar primero. Ingreso a la estancia y mi piel se pone de gallina cuando escucho que le pasa pestillo a la puerta, no volteo pero él tampoco se mueve. Siento su penetrante mirada en mi espalda y tal vez también en mi culo, percibo el sonido de cuando se quitan el cinturón haciendo que mis latidos se descontrolen. La madera rechina a cada paso que él da provocando que bote el aire por la boca porque se me dificulta respirar con normalidad, me evalúo mentalmente y debo parecer una presa acechada por la bestia, y lo confirmo cuando de reojo admiro como se muerde el labio con la vista fija en mi trasero.

No me siento incómoda, al contrario, esto me enciende de una manera violenta.

Aprecio su respiración en mi cuello y sus manos masajean con ímpetu los glúteos, los aprieta con tanta firmeza que siento que me dejará sin nada. Muerde mi otro hombro sabiendo que para mañana voy a tener la misma herida que mi hombro derecho; sin embargo, no hago nada para alejarlo, es más, me mantengo quieta a la espera de que diga algo.

Los minutos pasan y seguimos en la misma posición, estoy empezando a creer que me está torturando y si esta es la manera, entonces que lo haga siempre.

— ¿Qué estás dispuesta a hacer por mí? — susurra con esa voz ronca y perturbadora.

— Lo que sea.

Mi respuesta lo hace reír por lo bajo y me da reverendo azote haciendo que jadee.

— ¿Lo qué sea? — repite y yo asiento — Si te pido que te quites la ropa y agarres la espada que está apoyada en la pared para que te la atravieses, ¿lo haces?

Su pregunta me paraliza al instante, paso saliva para aliviar el nudo que se ha formado en mi garganta.

— Sss... sí. — balbuceo.

Aspira mi olor y después me besa la mejilla.

— Hazlo, compláceme.

Pierdo el calor que su cuerpo me daba ya que se aleja, se coloca el cinturón guindando de su cuello y se sienta en un mueble individual de cuero verde oliva. Posiciona sus brazos en los antebrazos del acolchado y cómodo mueble, a recuesta su espalda del espaldar del asiento con las piernas abiertas, noto como en la zona de su entrepierna está abultada haciéndome salivar por un momento.

Trago grueso y le doy la espalda cuando inicio a desvestirme con lentitud.

— Baila. — ordena.

Acato su orden empezando a moverme con movimientos lentos pero sensuales, bajo una tira de mi brasier y luego el otro, lo desenlazo de los dientes de metal que lo unía y se lo lanzo, él lo coge en el aire y se lo pone en la entrepierna. Bajo mi leggin rojo dejándolo a un lado con la camisa, alboroto mi cabello, apreso mis senos y tiro de los pezones disfrutando de la manera en la que me mira.

Mis manos bajan por mi abdomen hasta llegar al elástico de la braga, ella desciende y cuando ya la tengo en mi dedo índice, se la arrojo al Boss que la atrapa enseguida colocándola en su nariz. Cierra los ojos extasiado por mi olor, me giro dándole rienda suelta a que observe lo que Dios me dió, unos pequeños senos pero levantados, una cintura curvilínea y mi pequeño pubis depilado.

Paso las manos por todo mi cuerpo en tanto bailo con el ritmo de una canción de mi mente, en la oscuridad del despacho, logro verlo sonreír gracias al fuego de la chimenea que aún sigue encendida.

Tomo valor de caminar hacia donde está la espada, lo agarro de la empuñadura envolviéndola con mi mano. Me sitúo en el centro del despacho ante la mirada felina y oscura de Kaem, cojo aire analizando lo que estoy haciendo, pero realmente no me importa porque por él haría lo que sea, por más que quiera dejarlo, no puedo ya que soy arrastrada hacia él como un imán.

Kaem: Perversión En La BratvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora