19° Dí que eres mía

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Damon

Por la energía que siempre llevo conmigo y la electricidad de mi cuerpo, duermo como mucho, una hora y media pero despertar en la habitación principal sin la Koroleva me hace saltar de la cama y salir de ella con pasos apresurados. Me encamino hacia la cocina y está es Jacinta picando unas verduras para realizar un hervido.

— ¿Y mi mujer?

— En el gimnasio, sr. Damon.

Salgo de ahí ágilmente dirigiéndome al gimnasio de la mansión. Escucho jadeos de cansancio hasta que veo a Lianys con los guantes de boxeo puestos golpeando el saco soltando toda su frustración. El sudor cae por su frente haciendo que brille más de la cuenta, con tres golpes más termina abrazando el saco gimiendo.

— Es raro verte aquí.

Ella me sonríe cuando me ve quitándose los guantes y agarra una botella de agua mineral para hidratarse.

— Hasta que el bello durmiente decide despertar.

— ¿Por qué no me levantaste? — me acerco a ella lentamente.

— No quise quitarte el sueño, y así podía pensar mejor si no te tenía presente...

— ¿Te confundes mucho con mi presencia? — me carcajeo — No le des tantas vueltas, mujer, aquí tienes al hombre que buscabas.

— ¿Siempre eres así de egocéntrico?

Me encojo de hombros.

— Un hombre inseguro no da estabilidad, y yo soy un ser muy ambicioso que ansío absoluto todo lo que me propongo y con este rostro que me gasto, estoy más que listo para triunfar.

— Pero qué vanidoso. — rueda los ojos — Voy a darme un baño.

Me le atravieso en el camino cogiéndola por la cintura.

— Tomemos una ducha juntos. — demando — Tu cuerpo con el mío, no sé, piensalo.

— Pero qué propuesta la...

Agranda los ojos y posiciona su mano en el vientre.

— ¡Mierda!

— ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Quieres algún medicamento?

— ¡Bajó Andrés! — grita histérica.

— ¡¿Quién coño bajó y quién es Andrés?!

— El que viene cada mes, capullo. — frunzo el ceño — ¡La regla, el periodo, la menstruación! ¿Ahora si entiendes? Estás pasado de bruto, Damon.

Se libera de mi agarre y sale corriendo al baño del gimnasio cerrándome la puerta en la cara.

¿Ella cree que la sangre es impedimento para hacerla mía?

Escuché como el agua de la regadera empezó a caer en el suelo, abro la puerta sigilosamente encontrándome con la figura de la Koroleva a través de la cortina de cristal. Ella deja que el agua empape su cabello haciendo luego un recorrido por todo su cuerpo, sin hacer ruido me despojo de la ropa quedando totalmente desnudo; sin embargo, oigo algunos sollozos que me ponen alerta y me hace abrir la cortina y abrazarla por la espalda.

Anhelo que el mundo se convierta en cenizas, que haya una destrucción total donde lo único que importa es el bienestar de la mujer a la cual abrazo como si la pudiera proteger de lo que sea. Lianys se gira aferrándose a mi cuello, las lágrimas se esconden con el agua, el temblor de sus brazos se pierden al sentir calor conmigo. Aparto su maravillosa melena rizada dejándola como una coleta en mi mano, lo jalo haciendo que sus ojos se encuentren con los míos. Gotas caen de su pestaña dándole el aura de una diosa del inframundo, por más bella que ella sea, es la destrucción del que se le acerque.

Kaem: Perversión En La BratvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora