32° Por ti, todo

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Maratón 3/3

Lianys

¿Realmente sirve de algo dar todo por una persona?

¿Dejar de ser prioridad y que otro sea tu motivación?

¿Y las promesas de hace semanas? ¿Desaparecieron?

Me afecta mucho haberme colocado una venda en los ojos y no darme cuenta de lo mucho que me advirtió el psiquiatra que esto pasaría, pero ví a Kaem tan bien conmigo y más abierto con su familia, sobre todo con Akem ¿Cómo llegamos aquí?

Estoy destrozada.

Devastada.

El dolor físico pasa a un segundo plano cuando verdaderamente tengo dolor emocional y mental. Recordar la mirada endemoniada de Damon atacandome como si yo fuera un ganado, no se puede borrar de mi mente; el sentido de culpabilidad de llegar hasta este punto me aborda todo el cuerpo hasta llegar al punto que me voy a ahogar de tanto sobrepensar.

Llevo dos días escondida en el penthouse de Edelian y agradezco de todo corazón que me esté dando mi espacio y no me haya preguntado porque llegué a un estado tan deplorable a su propiedad. Imaginé miles de escenarios al llegar aquí, como por ejemplo, que me vería con lástima pero fue todo lo contrario. Me abrazó y me cargó hasta dejarme sobre el sofá de cuero negro sentándose a mi lado sin decir nada, solo repartiendo caricias reconfortantes en mi espalda y dando pequeños besos en mi frente cada vez que podía o se acordaba. Estoy inmensamente agradecida con él, desde el día que fuimos a Mónaco y me salvó la vida más de una vez, le debo unas cuantas.

La puerta es tocada dos veces y se abre cuando doy mi consentimiento. Ahí aparece el Sottocapo de la mafia alemana con una franela negra, un mono gris y descalzo con el cabello revuelto como si se acabara de levantar. En sus manos trae una bandeja con comida y un flor margarita, me acomodo en la cama para verme aunque sea un tanto decente pero la realidad es que debo parecer una vagabunda con su ropa que me queda mega grande y mis rizos por doquier. Se sienta a mi lado colocando el desayuno enfrente de mí.

— Buenos días, mi Koroleva. — dice con una sonrisa.

— Buenos días, Sottocapo. — hago una mueca parecida a una sonrisa.

— Come lo que te preparé, no has comido bien en este par de días y tus bebés te lo exigen. Hazlo por ellos aunque sea.

Asiento con un nudo en la garganta.

Empiezo a comer ante la vista atenta de él y aunque parezca extraño, no me siento incómoda.

— ¿Por qué haces todo esto? — enarca una ceja — Es decir, ¿Por qué te preocupas por mis bebés cuando....?

— Lo hago simplemente porque vienen de ti. — se encoge de hombros — Sé quién es su padre, pero yo te quiero a ti, por lo tanto, los quiero a ellos también.

Un par de lágrimas se escapan de mis ojos y me las seco rápidamente, suficiente ya me ha visto llorar por el Boss. Él cambia el tema drásticamente para que no me sienta mal e inicia a contarme sobre las fundaciones que está abriendo en su país natal y lo bien que le está yendo. Me siento muy identificada con el alemán, ambos nacimos en un mundo al cual no nos gusta pero que aprendimos a sobrevivir en él. En tanto, estoy orgullosa por la buena caridad que hace con los pobres y los niños huérfanos que habitan en las calles.

La mañana se va rápido sin darnos cuenta hablando de cualquier tontería hasta que me dice:

— Me tengo que ir para la empresa de tu tío, tengo que entregarle unos documentos firmados y platicar ciertos asuntos con él. Pensarás que estás sola pero mis hombres resguardan la seguridad del edificio completo. Además hay francotiradores en puntos estratégicos por si intentan realizar algo. — informa — No estás sola.

Kaem: Perversión En La BratvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora