3° Te desconozco

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Lianys

Durante todo el camino hacia mi nueva propiedad hubo silencio. Las respiraciones protagonizan la estancia mientras observo las calles alumbradas por los faros de luz. Miro mis piernas desnudas ya que me cambié de vestido, sugerido por mi cuñada Saskia para que así fuera más fácil para su hermano a la hora de quitarlo.

Si supiera que no va a pasar nada de nada.

Toco el anillo ubicado en mi dedo y suelto un sonoro suspiro. De reojo veo de vez en cuando a Kaem quien está totalmente concentrado en la carretera; sin embargo, paso saliva al ver algunos tatuajes saliendo de su brazo ya que arremangó la camisa. Mi libido comienza a subir en el transcurso en que mis ojos van recorriendo su cuerpo, algunos botones de su camisa están sueltos haciendo que pueda visualizar mejor parte de su torso.

— Si quieres me quito la camisa para que disfrutes mejor del panorama. — dice muy arrogante con una sonrisa ladeada.

— Ni siquiera te miraba. — ruedo los ojos.

— Ajá.

Conduce con una sonrisa en el rostro.

— ¿De qué tanto te ríes? — pregunto molesta.

— De que no sabes mentir. — posa su vista en mí — Nunca supiste hacerlo bien.

— Tú ni me conoces. — miro por la ventanilla con una sonrisa.

Se escucha el ronco sonido de su risa que brota desde su garganta. — Te conozco mejor que tú, eso te lo puedo asegurar. Pistacho.

— Como quisiera decir lo mismo de ti. Antes creía ver más allá de tu corazón pero ahora... te desconozco.

— El corazón de una bestia se va apagando cuando las heridas no logran sanar nunca. Eres muy ingenua para estar con alguien como yo, te puedo lastimar, Lianys. — confiesa y siento su mirada puesta en mí.

— Entonces si me puedes hacer daño, ¿Por qué te casaste conmigo? ¿Por qué no permitiste que me casara con el Sottocapo? — giro mi cara con la barbilla temblando — ¿Por qué?

— No lo sé. — susurra — No sé.

Me acomodo en el asiento y cruzo mis brazos. La conversación así como empezó, la misma murió. Agradezco a todos los Santos que llegaramos a la propiedad. Al estacionar no esperé que uno de los boyevik abriera mi puerta, arreglé mi vestido y subí los escalones para llegar a la puerta principal de la mansión. Esta misma se abrió mostrando a una mujer de tercera edad la cual me regala una ingenua y sincera sonrisa.

— Bienvenida Sra. Ivanova. — se hace a un lado para poder pasar.

— Ella es Jacinta, todo lo que vayas a necesitar se lo notificas a ella. — expresa Kaem a mi espalda.

— Buenas noches, señor. Ya la habitación está preparada.

— ¿Ah? — frunzo el ceño — ¿Y mi habitación?

Encaro al Boss el cual su mirada se ha vuelto totalmente fría y distante. Alzo el mentor a la espera de una respuesta, ni loca estaré en una misma habitación que él. Kaem posa su visión en la señora y le dice:

— Prepara otra recámara para la señora.

Esta asiente un poco dudosa pero acata inmediatamente. Dejo a mi marido atrás y recorro toda la mansión, me emociono al ver que hay un pequeño sauna, hay dos piscinas, una con techo y la otra al aire, la típica. Sonrío al ver el establo con varios caballos, por lo menos Kaem sigue teniendo ese gusto por ellos. Acaricio a uno que es el más dócil el cual me hace reir cuando relincha, desconecto completamente del mundo, olvido enteramente la nueva vida que tendré a partir de ahora. Muchas mujeres de la organización dieran todo lo que tiene solo por ser la esposa del Boss pero lo que jamás se les pasa por la cabeza es el peligro que corre detrás de ti, todas las amenazas caen sobre la mujer porque creen que somos una pieza importante para el cabecilla, que en este caso es el Boss.

Kaem: Perversión En La BratvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora