6° Damon

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Kaem

A pesar de que mi mujer me dejó muy claro que no quería celebrar su cumpleaños, a mi madre no le importó y a mí menos. Tampoco fue una fiesta, solo una reunión familiar. Mis hermanas, mis padres, suegro y Jerome. La ví sonreír, una sonrisa alejada de la nostalgia y lo que la Reina quería conseguir era que se olvidara aunque sea por un momento que esa fecha, también era la pérdida de su madre.

Veo todo desde la distancia sentado en el jardín de la mansión Ivanov. He querido alejarme un poco de los demás por los síntomas que volvieron aparecer. Estoy tan cabreado por ello, ¿por qué tenía que ser hoy?

No estoy mentalmente preparado para desvelar este secreto que me va consumiendo cada vez más. Desde que cumplí los dieciocho años, comenzaron a ser con mayor frecuencia. Es por ello, que empecé a escapar de mi hogar, semanas en donde mi mamá se volvía loca buscando hasta que al pasar el tiempo se fue acostumbrando a esas salidas inesperadas.

— ¿Por qué no estás compartiendo con tú esposa? — dice la Reina posicionándose a mi lado.

— Necesitaba coger un poco de aire.

— Es de noche, quítate los lentes hijo. — hace el amago de quitarlos pero la agarro con fuerza de la muñeca.

Sus ojos se abren como platos y mira mi mano sobre ella con sorpresa en el rostro. Enseguida la suelto y lamento haberla lastimado, su piel quedó con mis dedos marcados dejando claro que pasarán días para que se pueda borrar de su piel al ser delicada como una muñeca de porcelana.

No quiero que ella también se decepcione de mí como lo hizo Akem. Mi madre ha sido el mayor pilar en mi vida, me ha demostrado valores que para ser honesto hoy en día no acato por mi soberbia; sin embargo, reconozco cada uno de sus esfuerzos, a pesar de que era un niño estaba muy consciente de lo que pasaba a mi contorno. Esas peleas que surgían de la nada con el ex Boss, su secuestro, se entregó al que era el jerarca de la mafia italiana solo por salvarme sin importarle que mi hermana Saskia también sufría las consecuencias ya que Mikhaila era muy pequeña para ese entonces. El dolor en esa mirada azul que yo mismo porto, desmorona todo el caparazón que construí.

— Lo siento mamá, yo no quería...

— Está bien, Kaem. — mi corazón se estruja al oírla llamarme por mi nombre, nunca lo hace — Te dejaré solo.

Se aparta de mi lado cien por ciento desconcertada.

— Mierda. — pateo con enojo una maceta

Me encamino hacia el baño exterior, enciendo la luz, me quito los lentes y me observo en el espejo. Mis ojos están completamente inyectados de sangre, siento palpitar mi cicatriz. Hago a un lado el cuello de la camisa y noto como mis venas se encuentran marcadas alrededor de la maldita cicatriz que siempre me recordará mi debilidad en el pasado.

Comienzo a hiperventilar. Apreso con vigor el borde del lavamano mientras cierro los ojos y cuento hasta cien para poderme calmar. Necesito ir otra vez por un tiempo pero no me quiero alejar de Lianys, los dos hemos hecho las paces, pasamos un día increíble hoy y si la dejo sola sin decirle a donde iré, todo se vendrá en picada.

No tienes opción Kaem.

Me recuerda la voz de mi cabeza.

¡Mierda! Me jode que tenga razón. Me vuelvo a mirar en el espejo y sigo peor de lo que estaba, dentro de tres días empiezo a asumir mi cargo como tiene que ser al presentarme en las empresas donde se realiza el lavado de dinero, elaborar nuevas estratégias para la organización y las nuevas rutas de exportación. La cabeza me quiere estallar, agarro los lentes con rabia, me los vuelvo a colocar y salgo de la mansión sin que nadie note que me he ido.

Kaem: Perversión En La BratvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora