15° Acostumbrate a mí

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Lianys

— Sistema operativo, activado. — dice una voz electrónica que me asusta — Hola, mi Koroleva. Soy Susi, su amiga y protectora.

El coche se maneja por sí mismo, hay tantas opciones las cuales no sé cómo utilizar pero ella se controla sola. Inspecciona y registra las heridas de Kaem avisando que es solo está inconsciente por la contundente explosión.

Miro hacia atrás y la camioneta que nos perseguía se encuentra volcada y rodeada de fuego. El Lamborghini se detiene, da la vuelta activando un fusil para acabar con el enemigo, hace una cuenta regresiva desde el número cinco pero de repente la mano del Boss desactiva la operación, se toca la cabeza empapando su mano de sangre. Las venas de sus brazos se prensan al igual que las de la frente, me mira y ya no es él, sus ojos se transformaron a un negro más terrorífico al que ya ví. Sus ojos solo desean venganza, reclama y ansía destruir el mundo. Paso saliva cuando pasa una mano por mi frente tocando con la yema de los dedos mi sangre, se lleva los dedos a la boca y cierra los ojos degustando el metal de mi tejido sanguíneo. Se quita el cinturón de seguridad y le ordena a Susi para que le entregue una ametralladora de último modelo elaboradas por la propia Bratva.

Se baja con arma en mano mientras que estoy estática en mi sitio. Algo dentro de mí me hace suponer que el lado oscuro de Kaem querrá acabar con los que han intentado eliminarnos.

— ¡Deja de ser una débil, Lianys!

Me regaño.

Salgo del coche también posicionándome a su lado. El fuego alumbra los ojos de aquel que se hace pasar por el Boss y con una sonrisa de oreja a oreja admira el caos que se ha provocado en unas de las calles de Moscú.

Un hombre con la mitad de la cara quemada, sin un brazo y un pozo de sangre a su alrededor aún sigue con vida. Él se acerca decidido hacia el sujeto posicionando su pie sobre el pecho provocando que sangre con más fuerza todas las heridas que tiene abiertas; sin embargo, a pesar de los alaridos y súplicas de aquel hombre, él no se inmuta ni mucho menos se compadece.

— ¿Quién te envío? — pregunta sereno.

El hombre no responde, si no gime y llora por el dolor.

Siete camionetas que le pertenecen a la organización aparecen, la Reina y el antiguo Boss se bajan. Noto la tensión en los hombros de Arabella pero no se inmuta cuando se acerca viendo a dos cuerpos calcinados y el otro pidiendo que no lo dejen morir. La otra personalidad, que no sé cómo se hace llamar, coloca la punta del arma en la herida o mejor dicho, en el hueco que se ubica en la pierna, lo remueve en manera de torturarlo. Los gritos son cada vez más fuertes y las carcajadas que el "Boss" suelta nos hace ver la cara a todos. Akem se ubica a su lado y le susurra algo en el oído en tanto Arabella camina hacia uno de los cuerpos y trata de encontrar algo que los identifique.

— No son de la OEFAM, ellos están demasiado entrenados y psicológicamente bien trabajados para que estén pidiendo ayuda a la mafia que se supone que atacarian. Antes prefieren matarse ellos mismos. — alega la Reina — Esto es un atentado en contra la vida de tu mujer, Kaem, y quien lo haya hecho sabía que ella estaría en ese auto.

Él coge al hombre por el cuello y lo mira con desprecio.

— Siempre supuse que esto pasaría. — dice entre los dientes — Nos vemos en el infierno.

Le tuerce el cuello haciendo que los huesos crujan y el corazón deje de bombear sangre.

Una luz roja se acentúa en mi cabeza, los voyeviki y antonegra hacen un escudo a cuerpo pero el hijo de la Reina se le adelanta colocándose enfrente de mí cayendo al suelo conmigo. Escuché un quejido de su parte y el grito de Arabella a unos metros de nosotros. Todo se vuelve un caos donde las balas son dirigidas para todos lados, las personas que se hallaban en la calle empezaron a correr protegiendo sus vidas. Akem ayuda a levantar a su hijo, la cabeza me da vueltas y veo todo borroso por el impacto que mi cabeza tuvo al caer al pavimento. Un soldado me carga y me ingresan a una camioneta junto con los reyes de la mafia, el Boss y yo.

Kaem: Perversión En La BratvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora