XIII

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Secretos descubiertos

La pelirroja sintió algo de pena por el hombre que dormía. Así que fue en busca de una manta para ponérsela encima, el periodista era extremadamente cauteloso, apenas sintió el toque de esas manos abrió un poco los ojos para saber quien era y que era lo que hacía, actuar en defensa de ser necesario. Sin embargo no espero que le tuviera el cuidado para arroparlo, esto llamó la atención del caballero pero no dijo una palabra. Simplemente se volvió a acomodar para descansar. Las mujeres que aún estaban en servicio hicieron lo propio, mientras los guardias mantenían vigilia.

Quizá eran las 6 de la mañana cuando despertó el caballero frente al escenario

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Quizá eran las 6 de la mañana cuando despertó el caballero frente al escenario. Se levantó, dobló la cobija, la puso en la silla y fue a la recepción, pero no había un alma. Molesto subió las escaleras, sin una pizca de piedad tocó todas las puertas.

- Señores les recuerdo que tenemos cosas que hacer... además pedí servicio de desayuno... Ya lo pague y no pienso desperdiciar mi dinero... - dijo el de pálida piel

Este discurso levantó a todos, Dordoni y Ganten Bainne apenas se iban levantando para empezar su trabajo de limpieza, jardinería y cocina. Así que se alistaron pronto para no impacientar al pelinegro.

- Enseguida señor Ulquiorra... pero es la primera vez que nos piden servicio tan temprano... - dijo Alessandro

- Tck. No lo dudo. Quizá los demás no tengan que hacer, pero soy un hombre ocupado... y mi tiempo es valioso... - dijo el comunicologo

Orihime se puso una bata y salió rápido, aquel escándalo podía despertar a su hijo que normalmente se levantaba a las 9.

- ¡Buenos días señor Ulquiorra! Lamento los problemas... Mosqueda, ayúdame en la cocina con el desayuno por favor... y... - dijo la pelirroja

- Y yo me encargo del salón... enseguida señorita... - dijo el de bigote

El par de sirvientes bajó veloz las escaleras. En ese momento salió de la alcoba el ganadero con sólo su ropa interior y su pantalón.

- Ya oí Ulquiorra. Ya sé que tenemos que irnos... pero al menos hubieras esperado a las 7... ni siquiera está listo el desayuno... y por último, déjanos bañarnos al menos, ¿no...? - dijo el de cabello azul

- ¡Ha! Nos da tiempo de bañarnos  mientras está listo el desayuno... - comentó el pelinegro

- ¡Bien! Entonces báñate Ulquiorra... yo haré lo propio y te vemos abajo en un rato... - dijo Jean

La mujer escuchó los ruidos en el ático así que se apresuró a meter al de blanca piel a una habitación.

- Adelante señor Ulquiorra... puede tomar una ducha caliente usando este cuarto... adentro hay toallas limpias, jabones y perfumes... Entre otros artículos de higiene personal, sí gusta... - dijo la dama

La prostituta de la calle 224Donde viven las historias. Descúbrelo ahora