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Entrañas

Se había quedado dormido el viudo entre las cobijas en el suelo de la habitación, la pelirroja se levantó para ir a su nuevo baño con tina, lavabo y retrete. Era tan lujoso qué apenas podía creerlo. Su alcoba era la más amplia entre las 8 qué había en la residencia. Todas las habitaciones contaban con un baño, pero no tan grande ni con los acabados de ese. Feliz tomó sus botellas del suelo para tomar una merecida ducha con agua caliente, gracias a su caldera.  La cual gustosamente le ayudaba a encender Byakuya o Kyokaru.

Sintió unas leves náuseas y mareo. Nada que un poco de agua fría no pudiera curar. Primero se realizó su limpieza con hierbas y bicarbonato. Así se metió al tibio líquido cuando la alcanzó el pelinegro, lo cuál sorprendió un poco a la dama, pero solo se sentó en una esquina.

- ¿Puedo acompañarla señorita Inoue...? - dijo el notario

- Sabe que mi servicio no incluye baño... en especial cuando la cama es tan dura... - dijo la chica tratando de saber más sobre Toshiro

- Para solucionar lo de la cama, solo debes buscar a Hitsugaya. Tiene su taller junto a su casa... su tímida esposa no es problema... soló qué es joven y muy fiel... así que probablemente a él si debas pagarle con dinero... - dijo el hombre

- Entiendo... pero eso no resuelve nuestro asunto... - dijo coqueteando la adolescente

- Te lo pagó en la tarde con una cena y un vestido... - dijo el caballero

- Muy bien. Entonces aceptó... - dijo la doncella

Así que siguieron con su pequeño encuentro sexual. Después Kuchiki tuvo que ir a cumplir con su trabajo. Quedaron de verse en un punto para verse en la noche. Amablemente el hombre le dio una nota a la mujer con la dirección del carpintero. Con una sonrisa fue la chica a la ubicación su nueva presa. Le sorprendió un poco a la de ojos grises qué la casa fuera tan linda, un poco apartada del bullicio, campirana, cálida y un tanto modesta. Junto a ella un taller, solo cuatro pilares de madera, tres paredes y un techo de dos aguas simple. En ese rincón un joven de apenas 18 o 19 años usaba una cuchilla para dar forma a la madera.

- ¡Buenos días...! Estoy buscando al joven Hitsugaya... - dijo la pelirroja

- Sí, soy yo... ¿en qué te puedo ayudar...? - dijo el de cabello blanco y ojos verdes

En ese momento sale de la casa una menuda mujer de cabello negro, está carga en una charola un vaso de limonada con menta y una servilleta.

- ¿En qué le podemos ayudar...? - dijo la recién llegada

- Solo vengo para cotizar unos muebles... varios. Necesito camas, armarios, taburetes, mesa, sillas y demás... pero los quiero a medida de mi propiedad... - dijo la prostituta

La esposa temblaba constantemente, se le veía extraña.

- Depende de la cantidad de muebles... por lo que escuchó serán muchos... le daré un buen precio... sí gusta la voy a ver mañana... para ajustar detalles de los acabados... - dijo el caballero

- Me parece bien. Estoy en la casa del fondo en la calle 224... la va reconocer... - dijo la de ojos grises

- De acuerdo señorita... - dijo el joven quien dejó su herramienta para verla mejor, esto sonrojo al chico

La prostituta de la calle 224Donde viven las historias. Descúbrelo ahora