Ley de Newton
Sentía mucho dolor, especialmente en el abdomen arriba de su pierna izquierda. Tenía escalofríos, como si su cuerpo estuviera cubierto de escarcha. En cambio la cabeza le hervía, sentía los labios resecos, la garganta seca, era tanta su incomodidad qué apenas podía respirar. Movió un poco sus manos, la izquierda para cubrir la cicatriz qué le causaba gran vergüenza, noto que tenía una venda, se sentía muy ajustado; al mover la derecha sintió algo, alguien estaba junto a él. "¿Acaso lo creían muerto?", pensó el ojiverde. Podía escuchar el llanto de alguien, eso le causó angustia. Así que se obligó a abrir los ojos para saber quien era. Entonces se dio cuenta que se trataba de su pequeño hijo.
- ¿Kazui? - preguntó el caballero
El menor se enderezó un poco, el convaleciente apenas pudo parpadear. Esto le dio alegría al infante, quien se abrazó a su cuello. Pesé al leve dolor que esto le causaba le abrazó solo con su mano derecha.
- Papá... - dijo entre lágrimas el rubio
Esa única palabra le reconforto como nunca en su vida.
- Mi pequeño hijo... - dijo el hombre
Entonces cayó un peso en su pecho. "¿Qué estaba pasando con su mujer?", pensó el ojiverde.
- Kazui, ¿dónde está tu mamá? - dijo el reportero
- Mamá... Deja le habló papá... - dijo el pequeño
El niño bajó de la cama y fue a la puerta, el bizarro sintió un dolor en el pecho, quizá el susto le había hecho daño. Si algo le había pasado a su bebé no se lo perdonaría, ni a Kurosaki o a Byakuya. Al iluminarse el umbral apenas la pudo ver en una silla llorando desconsolada. No, no quería verla así, odiaba ver a una mujer sufrir de esa manera. Le recordaba a su mamá, la vio llorar tantas veces, por humillaciones de Okikiba, por las críticas de sus abuelos por no poder tener más niños, el único que jamás le criticaba era Aizen, qué siempre la abrazaba, le regalaba joyas y vestidos como muestra de lo mucho que pensaba en ella en sus viajes. Entró la dama con los ojos rojos y las mejillas mojadas, corrió hacia el pelinegro, se abrazó a su cuello, solo se escuchó un leve quejido. El caballero empezó a acariciar su larga melena dorada.
- ¡Cariño...! - dijo la chica
- ¿Qué pasó? Y, ¿el bebé...? - preguntó el tenso hombre
- Tranquilo cariño. Todo está bien... El señor Shiba me dio un poco de té para calmarme... El bebé sigue en su lugar, al menos un par de meses más... No sé preocupe por lo que pasó... Aunque... ya tiene un nuevo sobrino... - dijo aliviada la doncella de escuchar a su marido
- ¿Cómo que nuevo sobrino? - dijo el periodista intentando enderezarse
Inoue lo sostuvo de los hombros.
- No te levantes. Estuviste muy delicado... nos preocupamos que estuviera inconsciente 3 días... - dijo la dama
- ¿Qué pasó? ¿Cuál sobrino? Dame los periódicos de estos días... - dijo con un suspiró sin moverse el convaleciente
- Kazui, por favor... Ve por favor por el doctor, el señor Shiba... - dijo la de ojos grises
- Esta bien mamá... - dijo el niño, quien salió de la habitación
- Dejé que me siente en la cabecera, recarga su cabeza en mi regazo para que se tranquilice escuchando a su bebé... A estado muy inquieto sin usted... - dijo coqueta la pelirroja
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La prostituta de la calle 224
FanfictionSí, la vida es difícil, pero especialmente dura para Inoue Orihime. Quien ha visto lo peor de la humanidad, no a tenido muchas alternativas para sobrevivir, por lo que se vio forzada a venderse. Sin embargo se aferra a la vida, a lo único que vale...