XXXVI

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Azul celeste

Rápido la mujer se terminó de arreglar, tomó la mano de su hijo para bajar al carruaje y viajar a la casa de Jaquen.

- Vamos que puede que algo le haya pasado a Neliell... - dijo el caballero

- No entiendo. Aún le falta... - dijo la dama

- ¡Arranca! Deprisa... a casa de Grimillow... - ordenó el de pálida piel

Se escuchó el golpe en el aire de las riendas.

- ¿Qué te puedo decir? No sé mucho de embarazos... - dijo el pelinegro

En sólo unos minutos llegaron, aunque no fueron los únicos. Uno tras otro llegaron los vecinos, pronto todos los miembros de la residencial estaban ahí. El capataz se había quedado a cargo en la ausencia del ojiceleste, por lo que él se encargó de atender a los visitantes.

- Mis señores, les agradezco su interés, pero no sé más que ustedes... el señor Grimillow no nos dio ninguna información... pero podemos oír los gritos de dolor de la señorita Neliell, así que suponemos que es por el bebé que el señor Grimillow a salido... - comentó el empleado

- Entonces es cierto... ¿No deberíamos llamar a un doctor? - dijo Aporro

- Sí claro, pero ¿ya ha ido Grimillow por uno? - dijo Noitra

- No lo sé. Conociendo a Grimillow es capaz de ir por un veterinario... - dijo el ojiverde

- Recuerdo que alguna vez mencionó que sus papás querían venir cuando naciera el bebé, ¿también deberíamos hablarles? - dijo el castaño

- Vamos a mandarle un telegrama a Kaien para que venga, después de todo es en el único mata sanos que puedo confiar... - dijo el de lentes

- Pero por muy rápido que venga va a tardar un par de días... - dijo el periodista

- Es mejor a nada... - dijo el pistolero

El comerciante tomó papel y estilografo, escribió un par de notas, puso los nombres de los destinatarios.

- Koufang, lleva de forma urgente este mensaje para los señores Grimillow y el otro para Kaien, Shiba Kaien... - dijo el pelirosa

- Enseguida señor Szayel... - dijo el capataz

El empleado salió en un caballo a toda velocidad. Por lo que para seguir atendiendo a los inquietos invitados se acercó Yyldefordt.

- ¡Diablos! Esto me pone nervioso y ni siquiera he desayunado... - dijo el alto pelinegro

- ¿No deberíamos ir a ayudar a Neliell mientras llega el doctor? - dijo Tier

- Hmp. ¿Han atendido un parto? - preguntó el comunicador

- El mío. No confío en nadie más para atender mi parto... al menos en aquella ocasión... - dijo Inoue

- Al fin de cuentas una mujer entiende más de un parto que nosotros... - dijo Granz

- Yyldefordt. Indicales a las señoras cual es la habitación de la señorita Neliell... - dijo Noitra

La prostituta de la calle 224Donde viven las historias. Descúbrelo ahora