De mis cadenas
Había caído la noche nuevamente, lo que tenía muy tenso y angustiado al ojiverde. Él y su hijo apenas se habían movido para comer, por lo que el pequeño solo sollozaba.
- ¡Papá! Quiero ir al baño... - dijo el menor
- No te preocupes, ve... cualquier cosa yo estaré al pendiente de mamá... - dijo el caballero
El niño abrazó a Ciffer y bajo las escaleras. Entonces salió con una gran sonrisa el doctor.
- Aunque habían empezado algunos dolores... no había rotó fuente... se tomó su tiempo para nacer, hasta hace un par de horas por fin fue el alumbramiento... Así que la señorita Inoue está muy cansada por el esfuerzo, pero esta bien... solo necesita descansar y reposo... - dijo el militar
Llevaba en brazos un bulto envuelto en mantas, el periodista se acercó despacio y con las manos sin decir una palabra pedía cargar al recién nacido. Shiba lo entendió y le entregó el bebé a su papá.
- ¿Qué... qué fue K... Kaien? - preguntó el nervioso casi tímido investigador
- Es una niña. Y no hay manera de que puedas negar que es tu hija... Sí me disculpas me iré a cambiar y bañar... En una hora, hora y media debe volver con la señorita Inoue para comer... Por cierto, no te preocupes... Dejé limpia la habitación y las sábanas con sangre en el cesto, aun así mañana temprano no estaría de más que le den una buena limpieza a la alcoba y un baño de esponja a la señorita... - dijo el invitado
Ulquiorra con el bebé en brazos estaba maravillado. Apenas podía creer lo que sostenía en sus manos, anonadado la miraba perdido, mientras ella hacía algunos gestos.
- Sí... yo le daré el baño a mi esposa. No quiero que nadie la toque... - dijo el de casa
- De acuerdo... dame un momento... ¡Ho! Y ¿ya tienes el nombre para el acta...? Me comentó la señorita Inoue qué ya lo habían arreglado... - dijo el médico antes de entrar a su habitación
- Noel... su nombre es Noel... - dijo el de pálida piel
- Es un nombre lindo... - dijo Kaien al ingresar a su estancia
El periodista con cuidado abrió la alcoba de la bebé. Estaba tan abrumado que estaba casi como adolescente enamorado, sin palabras con el estómago revuelto. Así que se sentó en la mecedora y empezó a tararear para acurrucar a la pequeña.
~ Duerme mi niña... que las estrellas serán tu cuna... sueña entre nubes mientras se oculta el sol... duerme mientras te canto mi corazón... ~ cantaba con dulzura el pelinegro
El menor subía las escaleras cansado de ese día tan agotador, cuando no vio a su papá se preocupó un poco. Vio la puerta de la habitación del bebé abierta y escuchó la voz de Ulquiorra susurrando. Así que despacio caminó hacia allá. Se encontró con el ojiverde meciendose.
- ¿Papá? - dijo tímido el infante
Al verlo el pelinegro le extendió la mano para invitarlo a sentarse en sus rodillas. Algo sorprendido lo hizo el niño, cariñoso, el hombre lo abrazó a su pecho para que pudiera ver a su hermana. Kazui ya conocía a sus primos de bebés, pero esa pelinegra con una indomable melena, piel blanca como la leche, era diferente parecía reírse, sonreir, incluso al bostezar se ruborizaban sus lindas mejillas por lo que se quedó pasmado. Podía escuchar el corazón acelerado en el pecho de su papá, así como su calor. Un recuerdo de su inconsciente lo incómodo un poco, sus lágrimas se formaron en sus ojos, por ese amor qué no recibió cuando era tan solo un bebé. Orihime nunca pudo dedicarle mucho tiempo, pasó tantas horas de soledad, en su cuna porque la prostituta tenía que trabajar. En ese momento se sintió tan reconfortado qué se aferró al hombre que lo abrazaba, qué con su enorme instinto le daba ese amor qué no había podido sentir.
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La prostituta de la calle 224
أدب الهواةSí, la vida es difícil, pero especialmente dura para Inoue Orihime. Quien ha visto lo peor de la humanidad, no a tenido muchas alternativas para sobrevivir, por lo que se vio forzada a venderse. Sin embargo se aferra a la vida, a lo único que vale...