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Manzana de la discordia

Al amanecer el sonido de la voz de Kazui despertó a todos en la casa. Los sirvientes ya habían empezado a recoger los rastros de la fiesta. Pero el niño poco sabía del desveló de los adultos, simplemente corrió a la habitación de sus padres.

- ¡Papá! ¡Papá...! - decía el menor una y otra vez

Tocó a la puerta antes de entrar.

- Tu hijo está despierto... - dijo sin moverse el ojiverde

Después de escuchar la voz del hombre abrió la entrada.

- También es su hijo mi señor... - dijo la pelirroja

El pequeño subió a la cama a gatas.

- Vamos a jugar con los caballos papá... - dijo el menor

La chica se cubrió un poco con la sábana.

- Por supuesto que no Kazui. Primero debes desayunar y después puedes ir a jugar con los caballos... - dijo la dama

Eso hizo sonreír al caballero, quien abrazo al chico.

- Ya escuchaste a tu madre... Hay que cambiarse primero... comer y después vamos a cabalgar... - dijo el periodista

- Está bien... - dijo el niño

Kazui bajo de la cama con cuidado y se dirigió a la puerta.

- No corras... - dijo la pelirroja

- Los veo abajo... - dijo el infante dejando la habitación

- Hoy viene la lavandera... hay que entregar toda la ropa sucia. Puedes hacerlo en la cesta de ahí (señaló una canasta de mimbre grande y alta) Normalmente no es mucho, son solo un par de trajes... pero bueno hay que entregarle el vestido, las sábanas y antes del anochecer te regresa todo seco, planchado y doblado... Sí pesa mucho la cesta me dices, no quiero que te lastimes... - explicó el de pálida piel poniéndose de pie

Cómo estaba acostumbrado a estar solo, levantó la ropa, la puso en la cesta, eso incluyó el vestido de novia.

- ¿Siendo tan fino vestido es correcto enviarlo a lavar así...? - dijo la chica

- Mmm. Ella es muy capaz, se encarga de mis corbatas de seda, camisas de lino y sacos... incluso los abrigos de lana y nunca he tenido problemas... pero tiene muchos bordados, algunas incrustaciones de rubí y cristal cortado... solo revisa que no falte ninguno o se maltrate... - dijo el hombre entrando al baño

Orihime no hacía labores domésticas desde casi 6 años. Debía cuidar sus manos y si piel, a los hombres no les gustan las mujeres con callos o piel áspera. Para eso tenía a Mosqueda y a Alessandro, eran quienes se hacían cargo de esas cosas, la doncella se encargaba de supervisar qué no rompieran los holanes o el encaje. El caballero se dio un rápido baño de esponja, se rasuró y fue a su armario apenas con una toalla, lo que sonrojo a la de ojos grises.

- Excepto por algunas ocasiones como está... te pudiste dar cuenta que el desayuno siempre está servido a las 7 de la mañana... - dijo el caballero

- No me suelo despertar hasta después de las 8... - dijo apenada la esposa

- Bueno mujer... voy a estar por aquí unos días más... toda la semana para ser preciso... así como te enseñé los modales básicos... te voy a enseñar el funcionamiento de la casa... - dijo mientras se vestía Ciffer

La prostituta de la calle 224Donde viven las historias. Descúbrelo ahora