XXIX

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Sombras

Asqueado, temblando de miedo, comenzó a caminar con cuidado para no dejar caer la el antebrazo con su huesuda mano. Tomó la rienda de su caballo para regresar a donde estaban sus vasallos. Los dos acompañantes se impresionaron al ver aquel esqueleto.

- Vamos a la comisaría... y rápido... - comentó algo inquieto el pelirosa

- Entendido señor Szayel... - dijeron los empleados

- Antes de ir, solo envuelvan está... está cosa... para que no se caiga... y se preserve la evidencia... - dijo algo asqueado el de ojos dorados

Uno de los guardias se retiró una pañoleta y con gran nerviosismo vendo la extremidad al tobillo. Así empezaron su andar hacia la estancia. La desagradable sensación húmeda, pegajosa y terrosa al cabalgar, casi hace vomitar al comerciante en varias ocasiones. Agradeció mentalmente mil veces llegar a la pequeña oficina, no más grande que una casa de 8 metros cuadrados. Solo tenían la recepción, un par de escritorios, un baño, un cuarto para la evidencia y el archivo. Con náuseas se sentó en la diminuta banca para los invitados frente a la barra de registro. De su abrigo, Granz sacó una libreta y un estilografo para anotar todo lo que averiguo, entonces se acercó el comisario.

- Dígame señor Szayel, ¿qué puedo hacer por usted? - dijo un hombre con un estómago redondo, canoso de poco pelo, con bigote, con su estrella dorada y sus botas

- Comisario Ryan... andaba por el pantano, ya sabe, para ver que otra propiedad puedo comprar... y encontré una preciosa casa... una pequeña cruzando ese puente... cuando metí, por accidente el pie en la ciénega y me salió esto... - dijo el pelirosa desenvolviendo la horrible mano

Lo que sobre salto a los presentes, los tres policías, el secretario y el propio sheriff.

- ¡Ho, Dios mío! Es una mano... - dijo el auxiliar

- Eso ya lo sé. Lo que quiero es que me la quiten, la identifiquen y saquen el resto de... mmm... la muerta del pantano... - dijo el de lentes

- Sí claro señor Szayel... Enseguida, solo debemos ir por el médico forense... el embalsamador de la funeraria... y llevar el cuerpo allá para que se pueda identificar... posteriormente entregar a los familiares... - dijo el anciano

- ¡Espera! ¿No primero debes tomar una fotografía? La mano con las joyas, las piezas por separado y publicarlo para qué alguien lo identifique... marcar, etiquetar la evidencia para poner bajo resguardo los anillos... iniciar la investigación... buscar registros de desapareciones... No sé... llevar a la morgue al muerto e ir a buscar con detectives, policias y forense a la muerta... - dijo algo contrariado el comerciante

- ¡Ho, sí, si...! Vamos a buscar un dibujante... y no hay morgue en este pueblo... solo hay un doctor y un embalsamador, qué son los mismos dueños de la funeraria... Son padre e hijo... El nieto se fue a estudiar medicina a la universidad... - dijo un policía

- ¡Vaya! ¡Qué casualidad! Entonces vayan por esos tipos qué no quiero cargar una mano muerta por días... - dijo con sarcasmo el de gafas

- Sí señor... - dijo el comisario

Aquella pequeña oficina se volvió un caos para ser solo un personal de solo cinco, eran como gallinas sin cabeza corriendo por doquier. Con un pesado suspiro el pelirosa hizo una seña, por lo que uno de sus empleados se acercó. Le entregaron una larga lista de testimonios de desapariciones, escritos de manera burda.

La prostituta de la calle 224Donde viven las historias. Descúbrelo ahora