XXXVII

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En las fauces

- Así que hay doble papelería. ¿En qué coinciden? ¿Tesla no se percató? - dijo el pelinegro

- Es probable que sí, pero solo tu firmas las recepciones, él solo reportó que había inconsistencias en las cartas de los pedidos de armas de los diferentes cuarteles... - dijo la rubia

- ¿Inconsistencias? - insistió el hombre

- La letra con la que se escribieron los pedidos... y las notas... de remisión... Las de nosotros tienen una marca de agua del escudo de armas de tu familia... y un corte especial, Santa Teresa en la esquina superior derecha... pero las falsas tienen cantidades mucho mayores de piezas... y costos de las armas de esas notas... lo que compensa el pago de nuestro cheque... - dijo la ojiverde

- ¡Maldición! Eso es muy grave... Es tráfico de armas... Debo ir a realizar la denuncia por eso... le diré a Kaien que nos vamos... Stark va a Washington... Vendrá a dejar a Lilinette... entonces me iré con él... - dijo tenso el caballero

Empezó a tomar cosas, entre ellos papeles para poder copiar los documentos.

- Tranquilo cariño... debes pensar con la cabeza fría... ve con cuidado... sabes lo que han hecho contra el propio señor Shiba... - dijo la doncella

- Sí, lo sé. Pero si dejó que esto avance, seré yo el que esté en problemas... - dijo Gilga

- Hay algo más en lo que le puedo ayudar... Hay un número... un sello junto al sello postal que se repite cada vez... - dijo la dama

- ¿Un número? - preguntó el de armas

- Así es. Es este número, me parece que es el empleado que recibe y reenvío los paquetes o cartas... - dijo Tier mostrando a su marido el número de tinta azul

- Perfecto... por eso me case contigo... Eres brillante y perspicaz... - dijo con una sonrisa el pelinegro dando un beso a la chica

El de la armería empezó a preparar sus maletas para salir enseguida. Sin embargo, el esperado momento de confesar de Coyotes a Lilinette la relación con Basterbine llegó un par de días antes de la fiesta, justo después de que el abogado le diera la argolla a la institutriz. La prometida estaba muy nerviosa, a su vez sentía una gran alegría, por lo era mucho más cariñosa y coqueta con el castaño. Cosa que notó de inmediato la menor, además rompió en cólera al ver el halo en la mano de la mujer. Por lo que golpeó la mesa con fuerza.

- ¿Por qué la señorita Bambi lleva en el dedo el anillo de mi madre? - dijo furiosa la niña

- Bambinetta... déjanos un minuto a solas... - dijo serio el fiscal

- De acuerdo Stark... iré a la biblioteca para revisar mi lección... - dijo algo temerosa la pelinegra

Se dirigió al estudio para encerrarse hasta que pasará la tempestad.

- Lilinette... ese anillo no era solo de tu mamá... originalmente es mío, de nuestra familia... antes le perteneció a mi mamá y antes que ella a mi abuela... pero eso ya lo sabes... Yo mismo te conté esa historia... - dijo el caballero

- Sí, entonces eso significa que te vas a casar con ella. ¡Vas a sustituir a mi mamá! - exclamó la pequeña

- ¡Lilinette! Nadie nunca podrá reemplazar a tu mamá. Sí te conté todas historias sobre ella... desde como nos conocimos, cuando salíamos al parque, cómo comía pastel y se llenaba de crema, el día que le pedí matrimonio... cuánto nos amábamos... fue para no olvidar... yo no quería olvidar... quería mantener vivo su recuerdo... te pareces tanto a tu mamá que simplemente... era mi mayor dolor verte cada día... y aun así... te conté esas historias para que al menos tuvieras un lindo recuerdo de tu mamá... de mi amor... - dijo deprimido el abogado

La prostituta de la calle 224Donde viven las historias. Descúbrelo ahora